Mundo Judío

La singular vivencia periodística de Miguel Steuerman ante el horror de la AMIA

Miguel Steuerman, Director de Radio JAI, recuerda lo que vio al llegar a AMIA

“El terrorismo no pudo ganar la batalla contra la sed de justicia y memoria”

Cuando en setiembre de 1992 Miguel Steuerman lanzó Radio JAI, que se convirtió desde entonces en un baluarte central de la comunidad judía argentina, lo sentía en gran medida como una respuesta al atentado terrorista que poco antes había sido cometido contra la Embajada de Israel. Nada le hacía pensar que menos de dos años más tarde , sentado en su oficina en la radio, oiría aquel horrendo estruendo del 18 de julio de 1994.

Con otro de los periodistas de la radio que se hallaba en el lugar, corrieron 20 cuadras desesperados hasta el edificio comunitario de la calle Pasteur, para encontrarse al llegar frente al horror. Fue tal la conmoción que recién después, mirando fotos y filmaciones, logró reconstruir en su memoria un espacio que se le había borrado aunque sus ojos lo habían registrado cabalmente.

Miguel, un apreciado colega con quien hemos compartido diversas instancias periodísticas, continúa también hoy al frente de Radio JAI, como su Director General.

Y como todos los judíos argentinos, recuerda dolorido, pero nunca quebrado.

Este es el testimonio que ha compartido con Semanario Hebreo Jai cuando se cumplían 25 años del atentado terrorista. Vale la pena volver a leer su relato.

P: Miki, son numerosos los testimonios que circulan estos días, sea con sobrevivientes o con familiares de víctimas. Y yo te entrevisto como quien llegó al lugar del horror poco después del imponente estruendo de la bomba, como periodista, para cubrir lo ocurrido, para Radio Jai, tu radio. ¿Podés compartir conmigo el recuerdo de aquellos momentos? Primero, de la bomba, lo que oíste. Lo que pensaste. Y lo que sentiste al entender que había sido una explosión junto a la AMIA. 

R: Nunca olvidaré esa mañana. Veníamos de un domingo de Tishá Beav y de la final del mundial de futbol del 94. Ese lunes a primera hora convocamos a la radio para una transmisión especial a Rubén Beraja, Presidente de La DAIA, Alberto Crupnicoff, presidente de AMIA, Oscar Hansman, presidente de la organización Sionista Argentina y Itzjak Avirán, embajador de Israel. Inaugurábamos en una emisión festiva, las corresponsalías diarias de noticas de Israel, un equipo de la Organización Sionista mundial del cual formabas parte, junto a otros periodistas.

P: Lo recuerdo bien…

R: La charla se extendió y por eso alguno de los presentes no llegaron al edificio antes de la bomba. Salieron de la Radio 09.45 y menos de diez minutos después volaban la AMIA. Recuerdo haber ingresado en mi oficina y cuando me senté para hacer un llamado escuchar un estruendo. Le pedí a mi secretaria que llamara a la policía, pero antes de que lo hiciera ingresó un llamado de unos amigos que tenían su negocio a una cuadra de AMIA diciéndonos que se trataba de una bomba. Entré al estudio y le dije a Gustavo Guershón que en ese entonces conducía el “top twenty, un programa de música, que saliéramos a la AMIA. Tomamos unos aparatos de celulares enormes (ladrillos) que justo nos habían aportado unos días antes.

P: Y no es que estaban pegados a la AMIA…y estaba claro que el paso no sería fácil.

R: Así es. La Radio estaba a unas 20 cuadras, pensamos en un taxi, pero el tránsito estaba colapsado, por lo que comenzamos a correr. Llegamos exhaustos y eso que éramos muy jóvenes, deben haber sido las 20 cuadras más largas de nuestras vidas. Cuando llegamos siendo de los primeros, recuerdo que Gustavo dijo al aire “No quedó nada, al igual que en 1992 contra la embajada de Israel, volaron la AMIA”.

P: Y en esa situación, tienen que trabajar, reportar, contar el horror.

R: Exacto.   La verdad es que no podía pensar en nada, estaba en Shock, bloqueé sentimientos como si se tratara de una película y comencé a actuar casi de manera autómata. Tengo un rato largo medio borrado de mi memoria, vuelvo a tomar conciencia cuando más o menos una hora después, mi maestro y amigo el Rabino Angel Kreiman, llega desesperado y me abraza llorando, diciéndome que Susy su mujer estaba en el edificio, trabajando como cada mañana en la bolsa de trabajo. 

P: El Rav Ángel Kreiman, persona tan querida…lo conocí en Israel y lo entrevisté en más de una ocasión. El cuerpo de su esposa fue el último en ser hallado bajo los escombros.  Y al llegar allí…¿qué? Sé que ya a varias cuadras de distancia se sentía y veía lo que había ocurrido. 

Rabino Ángel Kreiman
Rabino Ángel Kreiman

 

R: La verdad es que sólo corríamos y sentíamos las bocinas de los autos que no podían moverse. No podía imaginar la imagen que encontraría cuando llegamos al lugar. Dantesco, horroroso. Tal vez por eso bloqueé en mi memoria casi todas esas imágenes que luego reconstruí por las fotos y filmaciones. 

P: ¿Conocías a mucha gente que estaba en el edificio, que trabajaba allí? 

R: Susy Z.L fue una madre adoptiva. Nuestro vínculo era de familia.  Compartimos años de vivencias en Chile, majanot, seudot en la casa de mis padres o en la suya, yo era una especie de hermano mayor de sus hijas. Luego conocía a mucha gente que trabajaba en AMIA, Marisa Said Z.L una joven asistente de Susy que tenía una sonrisa maravillosa y muchos otros,  que encontraba en cada reunión y visita al edificio. 

P: ¿Qué es lo que más te impactó de lo que viste? ¿Se puede responder a algo así en medio de tanto horror? 

R: Como te conté el espanto hizo que estuviera ahí, pero bloqueara en mi cerebro las imágenes. Recién las pude reconstruir luego con fotos y videos de los canales de TV. Sólo pude llorar muchos días después al ver el dolor y la angustia en otros. 

P: Quedó claro de inmediato que había sido un atentado ¿verdad? 

R: Absolutamente.

P: ¿Cuál era el desafío más complejo, como periodista, en esa situación? 

R: La verdad yo no pensaba como periodista ni director de la Radio, lo hacía como una víctima al que le habían puesto una bomba. Tuve el instinto de decirle a nuestro productor que grabara todo lo que pasaba. En esa época no teníamos cinta testigo y menos computadoras. Se grababa todo en cassettes. Ese material que quedó en una caja cerrada, como el dolor durante todo un año, sirvió para luego transcribirlo literalmente en un libro que auspició la Secretaria de Cultura de La Nación Argentina “Testimonios de una semana de horror”que fue distribuido en las más de 3000 bibliotecas públicas del país.  

 

P: Un testimonio histórico sin duda…

R: Exacto. Los audios fueron declarados de interés nacional y se entregaron a posteriori en una solemne ceremonia a la biblioteca sonora del Congreso de la Nación.  Para este aniversario decidimos publicar el libro en formato digital. Es muy fuerte, son las notas y audios de lo que decíamos mientras se buscaba vida debajo de los escombros. Hablar de periodismo en esos días es difícil, hicimos una larga vigilia hasta que se rescató a la última víctima. La radio sirvió como un espacio de contención y catarsis. La realidad es que luego nos dimos cuenta lo que le había significado a la audiencia. En lo personal pasé casi toda esa semana encerrado en el estudio. Salía de vez en cuando a calle Ayacucho donde se encontraban los familiares esperando saber de sus seres queridos y los dirigentes de la comunidad. Mi familia había venido casi toda de Chile para acompañar a Angel y sus hijas. Yo sentía que debía estar en la Radio, que era el único lugar donde algo podía hacer. Era una misión sagrada, aunque no sabía cuál, ni nos importaba si alguien nos escuchaba. Hablábamos y entrevistábamos desde un corazón desgarrado. Tiempo después nos enteramos que especialmente la comunidad sentía que hablábamos en su idioma, que para nosotros no era una tragedia más. 

P: ¿Algo para agregar Miki, de lo mucho que habría para decir?

R: Han pasado 25 años, un cuarto de siglo. Una vida y una generación. Se ha escuchado de todo. La onda expansiva, producto de la impunidad ha sido enorme. La herida en la Argentina y la comunidad sigue abierta. No tenemos detenidos, aunque sepamos claramente cómo se perpetuó el atentado. La conexión local sigue paseando y operando libremente entre nosotros y eso produce dolor, frustración e incluso pavor. 

Se expusieron a toda luz, divisiones, miserias y grandezas personales y comunitarias. Hay un antes y después del atentado. El terrorismo no pudo ganar la batalla contra la sed de justicia y memoria. Somos un pueblo milenario que sabe seguir con sus luchas. Han pasado más de 70 años de la Shoá y todavía llevamos a perpetradores a la justicia. Confío que en este caso también lo haremos y si no lo logramos no tengo dudas que la Memoria seguirá viva y con ella el potente mensaje del atentado. 

 

Ana Jerozolimski
(24 Octubre 2021 , 08:36)

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