Janet Rudman

Janet Rudman

Me gusta leer y escribir. Encontré en la lectura y la escritura una forma de canalizar mi esencia. Leo con la misma pasión con la que tomo café. Me gusta escribir sobre historias mínimas. He trabajado en varios proyectos editoriales uruguayos que construían identidad judía: Kesher, TuMeser, Jai y ahora formo parte del staff de SemanariohebreoJai.

Columna de opinión

La primera vez que comí sushi

El primo de mi novio invitó a toda la familia  a San Pablo porque era la barmitzvah de su hijo. Lo original de la invitación era que nos pagaban el hotel en San Pablo por cinco días con chóferes a nuestra disposición.

Todas las noches había cenas en restaurantes de comida típica de diferentes países. Eso sucedió en el año 89, lo único que yo conocía era la comida china. Tuve la oportunidad de probar la comida japonesa, italiana y francesa.  Fue un sueño, más allá de las discusiones con  el resto de la familia en la planificación del día. El problema más grave era ir a un shopping de 5 pisos y no  acordarse  de si el chófer  estaba en el piso elefante o en el piso cebra.

Pasaron 30 años. Fuimos a una cena a la casa de Johny, el anfitrión y recuerdo a mi suegra arreglando un mantel que estaba arrugado de una forma especial en una mesa, como si estuviera ligeramente fuera de lugar. La dueña de casa vino corriendo a decirle que así lo había dispuesto la decoradora y así iba a quedar. Mi suegra se puso colorada y le pidió disculpas.  Fue la primera vez que fui a un departamento que el ascensor llegaba al living y que el edificio tenía guardias en la puerta. A fines de los 80, Montevideo era una ciudad que disfrutaba de tranquilidad, sin rejas ni guardias de seguridad por todas partes. Todos los integrantes de la familia que vivían en San Pablo tenían historias de robos a punta de pistola.

Lo que más recuerdo de ese viaje es que en esa barmitzvah probé sushi por primera vez en mi vida. No tenía idea de qué era. Creo que comí 30 piezas o más.  Fue un amor a primera vista. Pasaron muchos años para que llegara el sushi a Uruguay. Mis viajes al mundo fueron escasos y mi paso por restaurantes japoneses, menores aún.

Yo era una joven exultante, llena de energía y de soberbia. Era flaca, me vestía a la moda, me gustaban las pilchas. Me la creía. Me peleé con una prima de mi marido que se dedicaba al bagayo porque quería poner ropa para vender en mi valija. Por eso nunca me quiso. ¿Ropa para vender? Ni loca. 

Janet Rudman
(21 de Julio de 2019 a las 21:46)

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