En comunidad

Un testimonio no judío sobre la importancia general de recordar la Shoa

Con Silvina Cattaneo, la bibliotecaria del Centro Recordatorio del Holocausto en Montevideo

(Fotos: Natan Vareika)

 

Silvina Cattaneo está comprometida con el Centro Recordatorio del Holocausto y el hecho de no ser judía, no le quita ni un ápice de su convicción al respecto. Al contrario.

También ella está emocionada por la ampliación y renauguración del museo. Este es su testimonio.

“El recuerdo de la Shoa no es un asunto de ‘ ellos’ y ‘nosotros’, de judíos y no judíos”.

Varios de los miembros del Centro Recordatorio del Holocausto. meses atrás, tras una entrevista conjunta, en la casa de Rita Vinocur
Varios de los miembros del Centro Recordatorio del Holocausto. meses atrás, tras una entrevista conjunta, en la casa de Rita Vinocur. De izquierda a derecha: Silvina Cattaneo, Rita  Vinocur, Mónica Packer, Mónica Barbazita, Oscar Destouet, Fabián Álvarez, Andrea Blanquet y Dinorah Polakof.

 

 

P: Silvina, está reinaugurándose al ampliado Museo de la Shoá y para ti, me animo a decir, esta es una vivencia especial. Hace años trabajas como la bibliotecaria del Centro Recordatorio del Holocausto y por ello estás compenetrada con el tema más allá de cerca. ¿Podés recordarme ante todo cómo llegaste a todo esto? Algo me dice que no alcanza ser buena bibliotecaria sino compenetrarte con el tema.

R: Estudié Comunicación Social y desde pequeña los temas relacionados a derechos humanos estuvieron muy instalados en casa. A esa experiencia se suma conocer a Rita Vinocur en una congregación Adventista en 2015 y hacerle una pregunta clave:“¿Cómo podemos ayudar al Centro Recordatorio del Holocausto?” Rita no dejó pasar la oferta y comencé como voluntaria. También es una forma de honrar a Frederico Raijas, un amigo brasilero hijo de sobrevivientes que falleció en 2013.

P: ¿Quién se acerca a la biblioteca del Centro Recordatorio? ¿Viene gente a consultar?

R: Es muy variado el tipo de público que recibimos. Docentes, estudiantes de posgrado extranjeros y gente que me dice “una amiga me recomendó tal libro” y viene a buscarlo. En diciembre esperamos a una investigadora argentina y hace unos meses llegó una adolescente por una monografía para el Liceo, e hizo una investigación muy rigurosa. Fue conmovedor.

P: ¿Cuáles son los “tesoros” de la biblioteca?

R: Sin lugar a dudas, cada cedé que guarda el testimonio audiovisual de los sobrevivientes de la Shoá en Uruguay. Ese material es irreemplazable. A nivel académico, las enciclopedias, son de uso en sala, pero al ser muy costosas y específicas, es difícil que alguien las compre o las consiga en otra biblioteca.

P: ¿Cómo se vivió desde adentro todo el largo proceso hasta el jueves 28, cuando será el acto, que despierta por cierto para todo el equipo del Centro Recordatorio gran emoción?

R: Se vive con mucha adrenalina. Fueron años, la renovación del Museo fue hecha a pulmón, con donaciones de dinero pero especialmente de tiempo. Para todo el equipo es un momento muy emotivo, ojalá podamos transmitir en el acto del 28 la felicidad y la solemnidad que significó todo el proceso.

P: ¿Qué es lo que más te conmueve del nuevo museo?

R: El diseño, que está orientado a crear complicidad con el visitante y no busca un golpe de efecto. La línea de tiempo, que es una herramienta pedagógica indispensable y la última donación que recibimos hace apenas algunos días: una estrella de David original, todavía tiene alguno de los hilos con los que estaba cosida a la ropa. Al verla pensé que me iba a largar a llorar. Desprenderse de ese objeto implica una enorme confianza en el Museo y en el equipo. No hay palabras para expresar la gratitud.

P: Una de las particularidades del equipo del Centro Recordatorio es que varios de ustedes no son judíos. ¿Qué importancia tiene esto en tu opinión?

R: Es fundamental para dejar en claro que este no es un tema de “ellos” y “nosotros”. Son muy enriquecedoras las reuniones porque todos aportamos desde miradas diferentes y esta convivencia del equipo de trabajo coincide con el mensaje de integración que queremos darle a los alumnos que nos visitan.

 

P: ¿Algún mensaje con el que quieras terminar?

R: Una pequeña confesión. Cuando trabajo hasta tarde termino compartiendo el tercer piso con clases de rikudim. El pasillo se llena de mochilas y zapatillas de jóvenes que llegan apurados y se ponen bailar. Yo dejo la puerta abierta para que entre la música y no paro de sonreír, porque esa aparente contradicción me llena de ternura. Nosotros trabajamos para que las próximas generaciones puedan bailar en paz. Así de simple. Así de sagrado.

P: Qué emotivo y fuerte lo que acabas de decir. Gracias mil Silvina.

R: A vos Ana.

 

Ana Jerozolimski
(02 Diciembre 2019 , 16:46)

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