Israel

Una mirada artística sobre Tel Aviv-Yafo

Por Fabian Alvarez

La belleza, sin lugar a dudas, puede encontrarse en cualquier sitio y el arte es tan subjetivo en su definición que podríamos definirlo como belleza o incluso como aquella expresión que, con intencionalidad, nos provoque una reacción emocional, visceral, sentimental y nos haga pensar, mover estructuras, cambiar de parecer, etc.

 

Tel Aviv como ciudad absolutamente viva, en construcción permanente, de gente de todas las edades pero sin dudas con una presencia juvenil importante, parece ser un sitio donde todo puede pasar, donde las mezclas entre orígenes, tradiciones, historias personales e historias de pueblos se mezclan de tal manera que se crea algo nuevo parece un caldo de cultivo perfecto para encontrarse con rincones llenos de arte.

 

El primer lienzo para plasmar el arte de Tel Aviv son sus mismas calles. La ciudad cuenta con esculturas como por ejemplo The Smiling Whale de Ilana Goor en Yafo o con la placa a los fundadores de la ciudad en la plaza cerca del cruce de las calles Rostchild y Herzl, o incluso toda la restauración de edificios eclécticos y de estilo Bauhaus que convierten a Tel Aviv en la ciudad blanca (porque se eligió ese color, en base a la funcionalidad predicada por el movimiento alemán para repeler el calor que suele haber por estos lares) y en una belleza en si misma.

Graffitera de origen ruso cuyo nombre artístico es Imaginary Duck, porque comenzó dibujando patos. Como curiosidad en Tel Aviv es más pareja la cantidad de hombres y mujeres graffiteros cuando en la mayoría del mundo es más masculino el rubro.

 

Sin embargo, en el tour de graffitis que nos brindó un graffitero de la ciudad, Shir Lamdan nos mostró como un barrio que, durante tiempo estuvo bastante abandonado y cuyas edificaciones habían perdido belleza, fueron tomadas por dos tipos de artistas callejeros, los grafiteros escritores y los grafiteros artistas. La diferencia más básica entre ambos es que unos dibujan y otros escriben. Luego existen también las diferencias en sus influencias culturales. Mientras que quienes escriben son influenciados por la cultura pandillera, del rap y de la música urbana, los artistas tienen influencias culturales que pueden ser por su formación como dibujantes o artistas plásticos, la cultura de la que vienen, etc. Existen graffiteros en Tel Aviv de todos los continentes y en sus dibujos muestran su identidad. Tienen diversas técnicas como el esténcil, los pinceles y también el pegar o superponer objetos en la pared. El ejemplo más claro es el de una grafitera rusa, Imaginary Duck que dibuja en blanco y negro niñas cuya inocencia esta perdida y escribe en ruso. Solomon Souza es uno de los artistas con más renombre pero existe infinidad de ellos y de hecho una iniciativa de la que muchos artistas plásticos participan desde 2019 es el Tel Aviv Pop-Up, que es un edificio que van a demoler y que, con permiso de la municipalidad, intervienen y muestran, con entrada gratuita, creando fantasías de arte contemporáneo dentro. Tanto el arte callejero como el pop-up tienen como premisa lo efímero, sabiéndose que, independientemente de si son murales inmensos o pequeños dibujos, de si son obras pensadas para decorar o una manera artística de protestar contra algo, de si su objetivo es embellecer o concientizar, van a desaparecer eventualmente.

Arte callejero (dentro de los graffiteros están los escritores y este escribió que “El arte nos salva de la verdad”, algunos grafiteros escriben en hebreo otros en inglés)

 

Ya adentrándonos en lo que es el arte que vemos en los museos no podemos dejar de mencionar el museo de la artista contemporánea Ilana Goor, quien compró una casa en la antigua ciudad de Yafo, siendo este un lugar con una historia, refugiando durante siglos judíos y habiendo funcionado de diversas maneras hasta ser la casa de la artista y por tanto teniendo una impronta propia como edificio. Goor lo remodeló y lo convirtió en su hogar para luego finalmente ser un museo y eso se nota. Entrar al Museo Ilana Goor es entrar a una casa hermosamente decorada, con salas con arte cristiano antiguo, a una cocina que pareciera ser funcional pero a la vez hermosa, o una sala donde existe una especie de Última Cena, o cena de Shabbat (con una exposición que fue parte de una exhibición en el Museo de Arte de Tel Aviv). Uno podría quedarse horas recorriendo, dado que también los balcones tienen esculturas, haciendo no solo placentero ver el arte sino también estar en un lugar con una de las vistas más increíbles a la antigua ciudad y al mar Mediterráneo.

Dentro de Yafo también se encuentra una curiosa casa de un médico urólogo que también es poeta y artista llamado Sibi Joseph, de origen turco quien construye maravillosas miniaturas de distintos sitios, como por ejemplo hogares o sinagogas. Sus miniaturas están a la venta por alrededor de 2000 shekels y son coloridas y muy al detalle. También dentro del arte que se puede comprar existe en Sarona Market, en una de las antiguas casas alemanas de Sarona, una propuesta en cerámica, Draydel House en la que se pueden encontrar souvenirs y piezas que son hermosas y que escapan al tipico souvenir. Sin embargo lo que también escapa al típico souvenir es el precio, dado que son piezas un poco más costosas que las que se pueden encontrar en un mercado. Quien te atiende allí te atiende con una gran amabilidad y te hace girar una “Blessing Draydel” y la bendición que me tocó a mí es la de felicidad por lo que quizás me augure un año tan bueno como el que estoy viviendo en este lluvioso enero en Israel.

Cuadro de Frederic Léger

 

El Museo de Arte de Tel Aviv merece una mención aparte porque es un museo de primer mundo. Habiendo asistido al MOMA y al MET en NYC o al MALBA en Buenos Aires uno sabe cuando está frente a una edificación que va a contener una colección imponente y eso es exactamente a lo que uno se adentra en cuanto atraviesa la cuadra de explanada de la calle a la puerta del Museo. Al entrar y pagar el ticket debes dejar tus pertenencias en una ropería que sale 5 shekels que te son devueltos (por la misma maquina en la puerta del locker donde depositas tus pertenencias) al retirar todo. Luego entrás y tenés una serie de pisos y de recovecos y lugares donde explorar arte de todo tipo.

Se encuentran salas con arte contemporánea, incluso interactiva y es un lugar donde también los más pequeños pueden disfrutar y acercarse al arte. Asimismo hay una pequeña sala de cine donde al momento de mi visita trasmitían una versión de Pinocho con una estética increíble pero con un giro muy oscuro, una crítica al capitalismo y al consumismo desmedido como también a la falta de verdad en las vidas que llevamos cuando lo único que hacemos es tratar de tapar nuestro vacío con dinero, mentiras, cosas...

Además de estas curiosidades que uno generalmente no ve en un museo común de nuestra Montevideo, también hay salas con arte de todos los tiempos, teniendo artistas judíos y no judíos, mostrándose una gran colección de Fernand Léger (1881-1955) que como artista del siglo XX se destaca en el espacio que tiene dentro de la colección del museo.  Asimismo es especial ver el trabajo de Maurycy Gottlieb (Judíos rezando en la Sinagoga el Día del Juicio Final) en la que se ven varias versiones del artista que se autoretrató en diversos momentos de su vida.

Yendo más atrás en la histotria podemos una colaboración entre Jan Breughel y Hendrick van Balen (de 1630) que representa la Alegoría de los cuatro elementos y que me llamó la atención por ser una colaboración y por ser una colaboración hecha en el Renacimiento, dado que no tenía tanta noción de que en el Renacimiento existían colaboraciones. Incluso existen dos figuras (San Sebastián y Santa Dorotea) talladas en madera del 1500 que pertenecían a un altar y son de un artista desconocido. Asimismo hay piezas de Il Canaletto, Peter Paul Rubens, entre otros.

Es particularmente impresionante la selección que tienen de arte impresionista, puntillista y post impresionista, con cuadros de artistas de la talla de Claude Monet, Camille Pissarro, Alfred Sisley, Paul Signac, Paul Gauguin y Marc Chagall entre otros que te hacen sentir que podrías estar en un museo de cualquier ciudad europea. Las vanguardias están representadas por cuadros y esculturas, destacándose una pieza de Georgia O\'Keefe, pequeña pero en la que se nota su motivo floral clásico. Asimismo hay una colección extensa de piezas de Pablo Picasso, algunas de Jackson Pollock e incluso dos cuadros del constructivista uruguayo Joaquín Torres García.

Seguramente la ciudad y el país entero tenga más arte para ofrecer a quien la busca, a quien esta despierto en todos sus sentidos porque desde el arte callejero hasta las piezas que cuelgan en museos, desde los souvenirs que uno puede comprar en un mercado hasta la arquitectura, las esculturas, todo ofrece un “margen para la imaginación” tal como decía la inolvidable Anne la de Tejados Verdes, personaje de la serie de novelas de la canadiense Lucy Maud Montgomery que hoy está siendo revisitada por nuevas generaciones gracias a la serie de Netflix, Anne with an E. Cuando este personaje hablaba del margen para la imaginación se refería a situaciones de la vida cotidiana, al paisaje de Avonlea (lugar imaginario en Canadá) y esta ciudad, con su mezcla de arquitectura antigua, su arte callejero y su modernidad, así como un envidable acervo de arte del mundo sin dudas nos permiten soñar despiertos mientras la habitamos como turistas o como locales.

 

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