Israel

Con el primer oficial transexual en el ejército israelí.

Ofer Erez: “El ejército es el marco más tolerante de Israel”

Hoy es el Director de la “Casa Abierta”, el centro social de la comunidad gay de Jerusalem.

Ofer Erez(24) resolvió dejar su cargo en las Fuerzas de Defensa de Israel, donde sirvió varios años como oficial y tuvo un aporte significativo en el área elegida, para ayudar a una lucha que a su criterio, debe ser de la sociedad toda. Partiendo de su experiencia como transexual, comenzó recientemente a desempeñarse como Director Ejecutivo de la “Casa Abierta”, el centro comunitario de la comunidad gay de Jerusalem que funciona desde hace 21 años

Ofer llega al cargo, precedido por una tarjeta de presentación con la que ya ha hecho historia: fue el primer oficial transexual en las Fuerzas de Defensa de Israel.

Nació en el kibutz Dor en el norte de Israel en el seno de una familia que lo comprendió y siempre supo darle apoyo. No recuerda haberse sentido jamás como mujer. Desde que tiene memoria, aunque su cuerpo decía otra cosa, se sentía varón.

Este es su impresionante relato.

 

 

 

P: Ofer, aunque  tienes una gran responsabilidad como Director de la “Casa Abierta”, creo que  tenemos que comenzar por tu vida misma, por lo que has vivido en carne propia. Aunque imagino que cada caso es un mundo, creo que dentro de la comunidad gay, el ser transexual es lo más difícil. Es sentir que te encuentras en un cuerpo equivocado ¿verdad?

R: Exactamente. Te diré que mis padres me contaron que ya a los dos años pedí que me rapen totalmente, y a los 5 años les dije que no estoy me pondré ni polleras ni vestidos ni nada similar.

P: De niños se es muy directo. ¿Decías “quiero ser un varón”?

R: Por supuesto. Así me contaron mis padres. Pero también recuerdo que entendí yo solo que hay determinados pensamientos que es mejor que me guarde para mí.

P: Y de niño-mejor dicho niña- ¿no te preguntabas cómo podrás hacer una magia para convertirte en varón?

R: Claro que sí. Es que no tenía respuestas para todas mis preguntas. Recuerdo que cuando tenía unos 14 años entendí que existe la opción de hacerlo. No entré en detalles sobre el procedimiento, pero entedí que se puede. YA sabía cómo podría convertirme en hombre pero la única solución en la que podía pensar era desaparecer por un tiempo en algún país lejano, simular mi muerte para desconectarme de todos y comenzar con otra identidad en otro lado.

P: Te llegó a pasar eso por la mente…Qué duro. ¿Cómo reaccionaron tus padres cuando les contaste?

R: Muy bien, con mucho apoyo. Mi mamá lloró un poco y me dijo que no quiere que tenga una vida difícil.

 P: Pensó en ti…

R: Así es. Eso fue clave. Aprendí cuán importante es que los padres sepan alentar al hijo que les plantea el tema, que sepan decirle “todo va a estar bien”.El hecho que un joven  sale del armario como homosexual, bisexual o transexual, no significa que por eso debe tener su vida arruinada. Si los padres lo apoyan, si se ocupa de que lo traten bien y de que no lo molesten, de que pueda vivir con normalidad, si su pareja puede llegar a la cena del viernes de noche, no tendrá una vida difícil. Si lo rechazan, sí tendrá una vida difícil.

P: ¿Te has preguntado por qué estás en esta situación, si es algo biológico, emocional, de qué índole?

R: Yo creo que es algo biológico, pero no soy científico. Lo que cuenta acá es que es una sensación con la que vivo desde que tengo memoria. No es algo que puedo cambiar. Sin esto, no soy yo. Es algo muy básico. Cuando un bebé nace le dicen a la madre “felicitaciones, tienes un  varón” o “tienes una nena”.Y a mi madre le dijeron algo equivocado. Yo no tengo dudas de que es algo con lo que uno nace. Nadie dice un buen día “bueno, quiero tener una vida difícil, odiar mi cuerpo, entrar a un proceso largo y agotador para ser lo que siento que soy aunque mi cuerpo dice otra cosa”.

P: ¿Desde cuándo pudiste decir “soy un varón” en forma plena, no solamente por tu sensación interna?

R: Desde siempre, pero creo que comencé a decirlo en voz alta a los 16 años. Mi comportamiento nunca cambió, siempre actué igual. Pero es cierto que hay gente que en determinado momento, cuando hace el cambio, se permite empezar a actuar como realmente lo sienten. Es como si se abriera la mariposa.

P: ¿Nunca hubo momentos en los que te sentías una chica?

R: No me parece, no. Pero sí siento que tuve el privilegio de ser la mejor amiga de mis amigas, o sea que pude ver cosas desde otro punto de vista, que un varón no ve.

P: Y que ahora te pueden ayudar.

R: Espero que sí. Espero que eso me haya hecho más sensible. Con toda la dificultad que esto trae, entonces al menos que salga algo bueno de ello. Esas amigas me permitieron ver algo de lo que siente una mujer.

 

La bandera de los gays israelíes

 

EL DESAFÍO DEL SERVICIO MILITAR

 

P: A los 18 años, como lo determina la ley, los jóvenes israelíes se enrolan al servicio militar obligatorio. Para ti, abordar esa etapa era todo un desafío.

R: Así es. Yo ya había salido del armario a los 16 años, al contarles a mis padres y a mis amigos que de hecho yo me sentía un varón. De a poco fui permitiéndome en diferentes círculos vivir como quería. Pero temía que el ejército no lo aceptara. Me era muy importante enrolarme. Crecí en un hogar muy sionista, así que me era importante hacer un servicio significativo. Pero tenía miedo.

 P: No tenías ni idea de cómo podrían reaccionar cuando te presentes y digas lo que sientes.

R: Exacto. Es que además, hace 7 años, cuando yo entré, no había regulaciones claras al respecto, no había órdenes precisas. Al final decidí contar a las autoridades oficiales pero no decirlo abiertamente a todos. Así que llegué a mi unidad como soldada y la verdad es que no sólo me llamaba Ofer como ahora, sino que me veía igual, solo que sin barba. Y no sabía cómo sería, porque siempre uno sabe que en el ejército conoce tipo de gente con la que antes no había tenido ningún contacto. Pero eso fue justamente lo bueno, que todos éramos distintos.

P: ¿Todo funcionó bien?

R: Casi. El único pedido especial que tuve fue que me den uniforme de varón. No son tan diferentes, pero si uno viste uniforme de mujer, pues todos te ven como mujer. Y yo desde los 5 años no usaba ropa de mujer, así que no tenía por qué empezar justo en el ejército. Era simplemente una cuestión de sentirme cómodo conmigo mismo. Cuando llegué a la tironut, el entrenamiento básico, hablé con mi comandante y le conté. Era una chica de 19 años, o sea solamente un año más que yo. Le conté que soy transexual, que me es importante hacer un buen servicio. Me imagino todas las preguntas que ella tenía en la cabeza. Pero lo único que me preguntó fue “¿qué precisas? ¿En qué puedo ayudar?”.Y le contesté: “preciso uniforme de varón”. Me prometió fijarse. Fue a averiguar y volvió a decirme que lamentablemente no tiene cómo darme uniforme de varón, pero que se les ocurrió una solución creativa, uniforme de trabajo, que en el ejército es unisex. Así que quedó resuelto el problema.

P: ¿Cómo planteaste el tema ante el ejército?

R: No recuerdo las palabras exactas pero más o menos fue algo así : “Hola, me llamo Ofer, verán que en la cédula dice que soy mujer  pero soy transexual o sea que me siento hombre. Vivo como hombre, así siento mi vida y así quiero seguir viviendo mi vida. Para mí, lo que pasó fue una especie de falla biológica, la voy a arreglar. Pero mi servicio militar lo  quiero hacer tal cual vivo, como hombre”.

P: Una declaración firme y muy fuerte.¿Y qué te dijeron?

R: Fueron muy profesionales. Puedo decir que en el 99% de los casos estuvieron muy bien. La única falla fue que uniforme de varón no lograron darme.

P: Con eso volvemos a la parte exterior, pero lo más importante es que durante su servicio militar te convertiste en hombre.

R: Sí. La verdad es que siempre tuve aspecto de nene, pelo corto y ropa de varón. Cuando llegué al ejército ya tenía aspecto de varón, lo cual me ayudó evidentemente ya que la sociedad está acostumbrada a estructuras, a casilleros. Y yo entré cómodamente en la que precisaba. Si mi aspecto hubiese sido otro, quizás todo habría sido distinto. Además mi trasfondo era bueno, venía con mucha motivación, de un hogar sionista kibutziano, con buenos estudios terminados, un buen paquete. Si hubiera venido de un trasfondo más desafiante, una familia que da menos apoyo y con otro aspecto, quizás me hubieran tratado de otra forma.

P: Es una suposición.

R: Sí, claro, pero es algo que vemos en la sociedad. Quien se ve distinto tiene más problemas. Especialmente transexuales mujeres, aunque no solamente. Pero puede pasar que si una es una mujer trans pero nació como hombre, en la adolescencia tendrá manos más grandes, hombros más anchos. Ese tipo de situaciones lleva a más violencia y discriminación porque la persona se ve distinta de como otros esperan. En mi caso, yo podría entrar al barrio ultraortodoxo de Mea Shearim, pero ahí la gente no sabrá que me odia, porque no me reconoce como nada raro.

P: Tu propio proceso de cambio de sexo fue durante tu servicio militar...

R: Sí, pero cuando llegué al ejército les dije que no tengo interés en pasar ningún proceso de cambio en el marco del ejército y que simplemente quiero enrolarme al mejor cargo que pueda desempeñar. En realidad, pensé que al ejército le resultaría difícil lidiar con el cambio mismo y prefería postergarlo para después de mi servicio militar.

P: ¿Te refieres a una operación? ¿A tratamientos especiales?

R: No necesariamente. Ser transexual no quiere decir que uno tiene que tomar hormonas o pasar una operación. Hay quienes sí optan por hacer los cambios fisiológicos y otros que no. También hay todo tipo de cambios y procesos que se puede pasar. Yo realmente quería empezar a tomar hormonas pero eso lleva a que crezca la barba y si yo entraba al ejército como soldada mujer, no podía tener barba. Cuando decidí, tiempo después, salir al curso de oficiales, sentí que no quería que haya ningún secreto y que quiero poder ser plenamente abierto y sincero con mis soldados, ya que considero que esa es la forma de desarrollar buenas relaciones. Así que después que conté en el curso, entendí que podía comenzar con las hormonas. Y fue bueno que ya no haya secretos. Pude empezar a vivir como hombre también en el ejército.

P: ¿Y cómo reaccionaron tus compañeros en el curso de oficiales?

R: Excelente. Creo que hay dos cosas en las Fuerzas de Defensa de Israel que hicieron esto posible. En primer término, hay en Tzahal valores muy claros que determinan cómo debemos comportarnos como comandantes. Y como tales, sabemos que nos toparemos con gente muy distinta de nosotros, que llegan de otros trasfondos y costumbres culturales quizás con quienes tenemos que aprender a trabajar. Y en segundo término, en el ejército todos tienen claro que no importa de dónde llegas y quién eres, sino que lo principal es la misión a cumplir.

P: De aquí viene la tolerancia.

R.Lamentablemente hay que decir que las Fuerzas de Defensa de Israel es uno de los sistemas más tolerantes de la sociedad. Ojalá que el Ministerio de Educación, el de Bienestar Social y el de Salud Pública fueran más tolerantes que el ejército, pero el ejército va adelante en este sentido.

           

LA LUCHA EN JERUSALEM

P: Ofer, terminaste tu servicio militar para dirigir la “Casa Abierta” de Jerusalem. O sea que no te contentaste con  estar más pleno  contigo mismo después del cambio, sino que quiere luchar también por los demás. ¿En qué consiste esta lucha?

R: Es una lucha que en Jerusalem tiene una dimensión especial. Uno siempre puede escaparse a Tel Aviv, pero yo no quiero que la gente tenga que irse. Quiero que cada uno pueda ser lo que es, donde quieren serlo. No hay que dejar el lugar en el que uno vive, para poder ser gay. Y nuestro rol aquí es hacer posible que la gente venga a un lugar en el que se sienta segura. Y también lograr que Jerusalem sea una ciudad en la que gays puedan sentirse más cómodos y que por ejemplo una pareja del mismo sexo pueda ir de la mano por la calle. No me parece que sea nada exagerado.

P: Y sin duda, lo que en Tel Aviv es muy común, por ser una ciudad muy abierta, en la más conservadora Jerusalem, donde hay muchos religiosos, choca más.

R: Exacto. Creo que la lucha de la comunidad gay va mucho más allá del tema de derechos por ley. Es una lucha por el diálogo público, en la calle, las escuelas, la policlínica.  Quiero ir al médico y recibir un trato respetuoso aunque soy trans. Y que se trate con respeto a un homosexual en la emergencia. Y que en la escuela decir “homo” no sea un insulto. Y que una pareja de lesbianas puedan ir de la mano por la calle.Y que si una trans entra a una tienda de ropa, no se rían de ella. Eso es un tema de ambiente general, de no de derechos formales.

P: Si vas al médico necesariamente tienes que decir que eres trans.

R: Claro, es una información relevante. Tengo que decir por ejemplo que yo tomo testosterona.

P: Son dos mundos sin duda Tel Aviv y Jerusalem. Se ve también en la marcha de orgullo gay…en Jerusalem es mucho más conservadora. Aquí la gente camina, no hay carrozas con gente medio desnuda.

R: En Tel Aviv es una fiesta en la que se exterioriza mucho y se celebra lo que cada uno quiere ser, en forma declaradamente extrovertida. Una vez al año, no me molesta. En Jerusalem es una protesta. Se lleva a cabo desde hace 17 años. En Tel Aviv, la municipalidad lo financia, lo cual creo que es una gran cosa. En Jerusalem lo financia la Casa Abierta porque es una manifestación.

 

La marcha "de orgullo gay" en Jerusalem, muy distinta de la ostentosa típica de Tel Aviv

 

P: ¿Qué dirías que tiene de especial la Casa Abierta?

R: Aquí todos están invitados, hay árabes, palestinos, ultraortodoxos, religiosos, seculares, inmigrantes de diferentes orígenes. Hay grupos especiales para jóvenes árabes y para jóvenes religiosos ultraortodoxos. Y a nadie le importa de qué sector es cada uno .Están aquí todos juntos porque aquí se destaca lo que nos une, no lo que nos separa.

P: ¿Qué relación tienen con la Muncipalidad de Jerusalem?

R:  En los últimos años ha habido una gran mejoría en la relación con la municipalidad, con sus representantes profesionales. Por ejemplo, una de nuestras profesionales  que trabaja con nuestros jóvenes, es enviada por la Intendencia, que entiende que aquí se hace una labor importante que puede evitar que se conviertan en jóvenes en riesgo. Eso es importantísimo.

          

LUCES Y SOMBRAS EN EL SISTEMA

P: En determinado momento quisiste cambiar el registro en tu cédula. ¿Cómo fue?

R: Sumamente difícil, muy confuso, mucha burocracia. Hace ya 4-5 años que estoy con hormonas, la Cancillería me ha enviado a misiones especiales de esclarecimiento en el exterior a contar cómo Tzahal incorpora a los trans, pero recién hace dos semanas logré cambiar la cédula en el ministerio del interior. Fijate que viajé a Estados Unidos a contar cuán avanzado es Tzahal, pero en el pasaporte todavía decía que soy mujer.

P:¿Dónde está el problema?

R: En la actitud conservadora.Sabiendo quién es el ministro, se entiende gran parte.

P: Arye Deri, del partido haredi sefaradí Shas.

R: Así es.  ¿A quién le tiene que importar qué soy yo? Eso sólo puede causar problemas. Si en la cédula dice algo distinto de cómo me veo y tengo que presentarla por ejemplo si busco trabajo, me están obligando en la práctica a salir del armario ante quien no tengo por qué contarle nada personal.

Te diré que creo que la sociedad también tiene un papel aquí a jugar. Si la sociedad sabe aceptar mejor a cada uno, con una actitud abierta, entonces quien está en una situación así  puede no sólo andar angustiado y sufriendo sino dedicarse a buscar soluciones para poder vivir una vida feliz y productiva normal.

P: ¿Hay luces y sombras en la actitud del sistema, de los ministerios?

R: El Ministerio de Educación comienza gradualmente a hacer en los liceos talleres sobre sexo, género y sexualidad. Y hay que hablar con los niños, para que sepan que “homo” no puede ser un insulto, y los maestros deben intervenir si lo oyen. Hay muy poco, pero empieza a introducirlo. El tema es también si cuando se habla de sexualidad, es sólo heterosexual. Creo que el Ministerio de Educación tiene que hablar más de tolerancia. Eso es clave.  Los propios maestros tienen que aprender.

P: ¿Se ha avanzado algo con ellos? ¿Están tendiendo puentes?

R: Sí, estamos trabajando con ellos. En Jerusalem tenemos un proyecto  educativo bastante nuevo, de hace dos años, en cuyo marco entramos a los liceos a hacer una actividad. Es un paso adelante. Participan cientos de alumnos por año.

P: ¿Qué esperas del gobierno?

R: Creo que la actitud del gobierno es clave en todo esto. Si hay un evento homofóbico, quisiera oír al Primer Ministro condenando como condena un atentado terrorista. Lo hizo cuando fue asesinada Shira Banki en la marcha gay pero si tiran piedras a un restaurante de dos lesbianas, también tiene que hablar. Si tiraran a una sinagoga, sí hablaría. Y yo creo que crímenes de odio son todos , hay que ponerlos al mismo nivel.

Las cosas han mejorado, pero aún no lo suficiente. Creo que se necesitan cambios dentro de las comunidades. Los asistentes sociales deben educar a los maestros, a los médicos, explicar. Hay que llegar a los centros comunitarios y hablar con los padres. Hay que hablar con quienes pueden garantizar que las comunidades, los marcos en los que uno vive, sepan aceptar a cada uno como es.

 

(Por Ana Jerozolimski)

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