El asesino, un extremista australiano opuesto a los inmigrantes.
Dos mezquitas en la localidad neozolandesa Christchurch se convirtieron en escenario de una terrible matanza, cuando un hombre abrió fuego durante las plegarias musulmanas del viernes . Por lo menos 40 personas fueron asesinadas, entre ellas al parecer también mujeres y niños.
La comunidad judía de Nueva Zelandia condenó el atentado y envió sus condolencias a las víctimas. El Consejo Judío de Nueva Zelandia dijo sentirse “devastado” por los ataques a las mezquitas. “Ofrecemos nuestra ayuda plena y nuestro apoyo a la comunidad musulmana y nos mantenemos unidos con sus miembros contra el flagelo del terrorismo y el racismo”.
El asesino, proveniente de Australia, dijo que quería protestar contra los inmigrantes. En Nueva Zelandia, según un censo del 2013, los musulmanes son menos del 1% de la población. La intención del gobierno es aumentar a partir del 2020 de 1000 a 1500 la cuota de inmigrantes que podrán ingresar al país.
El asesino es un hombre de 28 años que alegó no ser miembro de ninguna organización y haber actuado solo. Había donado a diversos grupos nacionalistas. Decidió cometer su atentado en Nueva Zelandia para mostrar que “inclusive las zonas más remotas del mundo no están libres de inmigración masiva”.
Su intención era cometer un atentado más masivo aún de lo que logró perpetrar. Declaró que sus blancos elegidos eran las mezquitas en Christchurch y Linwood así como una tercera en la localidad de Ashburton.
Ineludible agregar unas palabras de comentario.
Todo ataque intencional contra civiles, es un acto de barbarie y terrorismo. Atacar a fieles en su templo de oración, debe ser de los peores ejemplos.
Discutir sobre los problemas y dilemas que supone la inmigración, en algunos casos masiva, de gente que huye como refugiados o simplemente en búsqueda de una vida mejor, de países musulmanes y otras partes del Tercer Mundo, es legítimo. Salir a matar como forma de protestar contra ellos, jamás.
