En comunidad

Vidas Uruguayas en Israel: Rabino Eliahu Birnbaum

Esta vez, el formato de un nuevo capítulo en la serie “Vidas Uruguayas en Israel” es un tanto distinto del común, no una entrevista frontal sino más que nada un relato y análisis del propio protagonista.

El Rabino Birnbaum, nacido en 1958 en Paysandú, se radicó en Israel a los 13 años de edad. 

Es el fundador de Majón Amiel, instituto que entrena a rabinos y profesores para la diáspora. Es  juez en la corte de conversión del Gran Rabinato de Israel, y asimismo es conocido como “el Indiana Jones judío”, debido a sus famosos viajes y travesías en comunidades de alrededor del mundo judío, incluyendo tribus y grupos en países remotos. En el pasado se desempeñó como Gran Rabino de Uruguay, y luego, de la ciudad de Turín en Italia. El Rabino Birnbaum publica asiduamente artículos sobre los desafíos del judaísmo en el mundo moderno, producto de su profundo conocimiento de las diferentes comunidades judías, convirtiéndolo en una reconocida autoridad en el tema y recibiendo sin fin de consultas de alrededor de todo el mundo. 

Está casado con la Rabanit Renaná, con quien tiene 4 hijas y 9 nietos. Renana es directora del departamento femenino de Amiel, que prepara a educadoras y esposas de rabinos para funciones en la diáspora. La Rabanit Renaná posee una vasta experiencia comunitaria, producto de su servicio en Montevideo y Turín, recibiendo consultas de mujeres de todo el mundo, en lo que respecta a la vida de una mujer religiosa en la era moderna. También dirige un instituto de conversión en Israel para candidatos de habla hispana, portuguesa e italiana. 

En familia

 

A continuación, su resumen al cumplir 50 años en Israel

 

 

En estos días celebro cincuenta años de mi aliá de Uruguay a Israel. Tenía trece años y medio de edad cuando me separé de mis padres y mi hermana que vivían en Uruguay y vine solo a Israel. En esos tiempos había diversos programas de "Aliat Hanoar" que ayudaban a muchachos jóvenes a asentarse en Israel, similares al actual plan "Naalé" (sigla hebrea de "jóvenes que inmigran antes que sus padres"). Esos eran días de ideología sionista y anhelos por Sión. Muchas veces me preguntaron y otras yo me pregunté a mi mismo ¿por qué había hecho aliá? ¿Cómo tomé la decisión de irme a Israel sin mis padres? ¿Cómo es que un muchacho tan joven toma solo una decisión tan importante para el resto de su vida? Desde la perspectiva de los años transcurridos, me resulta difícil responder a estas interrogantes aun para mí mismo, quizás porque carecen de una única respuesta racional o quizás porque son muchas y además variadas.

El sionismo se basa en la premisa de que el Estado de Israel es el país de todos los judíos. El nexo entre un judío, la tierra y el Estado de Israel genera un derecho que le acredita la posibilidad de acogerse a la ley del retorno y sentir que Israel es su casa. No me cabe duda que tanto mi aliá como la de muchos otros estuvieron impulsadas por motivaciones sionistas, forjadas en una educación recibida que ve en la vida en Israel la realización de un sueño. Me crié en el seno de una comunidad muy sionista, los maestros del colegio y los enviados del movimiento juvenil Bney Akiva eran provenientes de Israel y traían consigo un espíritu de amor por Sión y el Estado Judío. Por todo esto puedo afirmar sin lugar a duda que vine a Israel impulsado por ideales sionistas.

Si bien no comulgo con una visión mística de la vida y la realidad, como dato curioso puedo contarles que mi carrera como viajero en el mundo judío la comencé en aquél viaje de Uruguay a Israel vía Roma mediante la ayuda que recibí del mismísimo Profeta Elías (Eliahu Hanaví). Al llegar a la capital italiana teníamos que pasar la noche en un hotel para conectar a la mañana siguiente el vuelo de continuación a Israel. Tanto mis padres como los funcionarios de Aliat Hanoar me indicaron que por la noche debía permanecer en el hotel sin salir. Empero, una cosa son las indicaciones y otra muy distinta las acciones. Era mi primera vez en Roma por lo que decidí salir a conocer la ciudad que encierra esa esplendorosa historia y pasar por el Arco de Tito, camino a la tierra de Israel. Es así que tomé el tren desde el hotel, que estaba próximo al aeropuerto, en dirección al Arco de Tito y otros sitios históricos. El único inconveniente fue que como aún no era un viajero experimentado no atiné a llevar conmigo anotado el nombre del hotel y después de pasear por la ciudad un par de horas me perdí y no tenía idea de cómo regresar. Tras caminar largamente por las calles y mercados de la ciudad, pasada  ya la medianoche y presintiendo ya que iba a perderme el vuelo, se me acerca una persona barbada de aspecto bíblico y me preguntó en hebreo: "jovenzuelo, ¿a dónde vas?"  "Voy a Sión" – le respondí. Esta persona insistió y me preguntó: "¿y dónde vas a pasar la noche?" Le respondí que no sabía el nombre del hotel. Me hizo una serie de preguntas identificatorias hasta que me dijo: "tu hotel se llama ´Portones de Roma´ y está en la calle Castello número 33". Me acompañó en el viaje por tren, hasta me compró el boleto y en un determinado momento me indicó que me baje, y así lo hice. Gracias a él estoy hoy en Israel a pesar de que desconozco su nombre o su identidad. 

Etapas en la aliá

Creo que se puede dividir la situación de la aliá de los últimos  setenta y cuantro años de la existencia de Israel en tres etapas diferentes. La primera es la etapa de la crisis y la reunión de las diásporas. En esos primeros años de existencia, el Estado de Israel actuó como centro y refugio del pueblo judío para comunidades en crisis. Los procesos de fundación del Estado y recuerdo del Holocausto, el arribo de los sobrevivientes de la guerra y posteriormente el arribo de los judíos originarios de los países árabes trajeron el primer contingente migratorio al país. En esos primeros años llegaron a Israel comunidades judías enteras provenientes de Bulgaria, Marruecos, Irak, Yemen, India, Cochín y demás. El Estado de Israel cuidaba a los judíos y estos a su vez cuidaban de él.

La segunda etapa fue la de las guerras y el sionismo. Las guerras de la independencia, de los seis días y de Yom Kipur fueron un símbolo de heroísmo y resultaron motivo de orgullo para los judíos del mundo entero e impulsaron la aliá de muchos, no por temor a su seguridad personal, sino en virtud de la convicción en cuanto a que es bueno vivir en nuestro país y hasta morir por él. Las guerras generaron orgullo nacional e identificación con Israel como el Estado del pueblo judío.

Sin embargo, hoy, en mi opinión, nos encontramos en una tercera etapa, la más difícil de las tres. El pueblo judío se transformó en cosmopolita, el nuevo judío se ve a sí mismo como ciudadano del mundo y se siente en casa en todas partes. Muchos se autodefinen como miembros del pueblo judío pero no necesariamente como pertenecientes a la nación israelita que tiene en el este Estado su patria y centro. El Estado de Israel no representa para todos los judíos un elemento importante de identidad judía y entonces hay situaciones en las que el pueblo se aleja de este paulatinamente.  

Hoy día los judíos no padecen prácticamente en ningún país del mundo en virtud de su identidad. La etapa de la pobreza y el padecimiento quedaron atrás y la generación del high tech y los start ups considera que otros países del mundo, y no solo Israel, son una opción suficientemente buena para radicarse y trabajar. Debemos recordar que en los últimos años la enorme mayoría de los judíos no reside en países pobres sino de ingresos medios y altos, muchos de estos más prósperos y desarrollados que Israel.

A lo largo de la historia y también en los últimos años es mayor el número de judíos que migran de país en país al número de olim (inmigrantes) que llegan a Israel. Más de doscientos mil judíos migraron de Rusia y Ucrania hacia Alemania, judíos franceses migran a Suiza y Norteamérica, judíos sudafricanos migran a Australia y Nueva Zelanda, judíos de Caracas migran a Panamá y a Miami y de esa forma el judío continúa siendo un pueblo errante entre las naciones sin sentir necesidad o deseo de hacer aliá.

En el Estado de Israel vivimos en un país en el cual la mayoría es judía y en el cual nosotros somos quienes determinamos nuestro futuro y nuestro destino. Alcanza con esto para ver, también hoy en día, a la aliá como un acto de gran valor.             

Ana Jerozolimski
(16 Junio 2022 , 03:30)

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