Mundo Judío

MiSinai

Verdadero Amor - Repetir los Diez Mandamientos - El Misterioso Hombre en la Guarida de Ladrones - Los Tefilín

No. 165

Parashá Vaetjanán

Clickear aquí.
Horario de velas en Montevideo, Viernes  12/08 17.54 hs.

Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

VERDADERO AMOR

Por Naftali Silberberg

“Amarás a Hashem, tu Elokim con todo tu corazón y con toda tu alma” (Devarim 6:5)

Compartimos una relación polifacética con D-os: El es nuestro rey y nosotros Sus súbditos; Él es nuestro padre y nosotros Sus hijos; Él es nuestro pastor y nosotros Su rebaño. Estas metáforas son más que palabras poéticas usadas para describir la relación, más bien, implican diferentes sentimientos y actitudes que la relación demanda de nosotros: reverencia, temor, obediencia, confianza, etc.

En adición a todas estas emociones, también se nos ordena amar a D-os. Este aspecto de la relación es descripto por la relación de marido-esposa que compartimos con D-os; una relación caracterizada por el amor apasionado. Por lo tanto el entendimiento de la dinámica de la relación marido-esposa puede realzar nuestro romance con D-os.

El amor es una necesidad básica. Toda persona necesita sentirse amada y apreciada por su familia, amigos y, de más está decir, su esposo o esposa. El amor en sí mismo es una cualidad intangible. No es lo que la otra persona hace por ti; es el sentimiento que está detrás del acto, la emoción que motiva el acto. Es la vida detrás de la relación. Pueden haber dos parejas casadas, y ambas hacen las cosas de la forma debida y llevan la rutina diaria del matrimonio, pero una pareja comparte una chispa que está notoriamente ausente en la otra.

Pero los actos que expresan amor no pueden ser subestimados. Los sentimientos de amor no pueden existir en el vacío; deben traducirse en acciones. “Pero te amo, ¿no es eso todo lo que importa?” no es una respuesta apropiada cuando tu esposa te recuerda que una vez más “olvidaste” llamar para avisar que te quedarías hasta tarde en el trabajo. Bien temprano en mi matrimonio me di cuenta que “te amo, cariño, pero hoy limpia tú después de la cena” merece un boleto rápido a la casilla del perro.

¿Por qué un sentimiento trascendente como el amor depende tanto de las acciones? Aunque la pregunta pueda parecer profundamente filosófica, la respuesta es muy simple. Si el amor es completo, consume a la totalidad de la persona. No puede ser relegado a un sólo aspecto de la personalidad, ni siquiera a la totalidad de los sentimientos y emociones de uno. Amor significa estar completamente con quien uno lleva en el corazón. Sólo cuando el amor se traduce en acciones, cuando se expresa por los ojos y la boca y las manos y los pies, es totalmente abarcador y completo.

“Amo a D-os y tengo una relación muy personal con Él” suena muy espiritual, pero es un afecto imperfecto. Si tu amor por D-os es real y verdadero, entonces debe expresarse en las acciones de todos los días. No es suficiente tener un “buen corazón judío”, la nariz y el estómago y los brazos y piernas de uno también deben ser judíos.

“Como el rostro reflejado en el agua, así también los corazones se reflejan uno a otro”. El amor de D-os por nosotros es completo y eterno. Pero si queremos que este amor se revele, debemos perfeccionar nuestro amor por El expresándose con la totalidad de nuestras acciones. Porque cuando “yo soy para mi Amado”, sucede que “Mi Amado es para mi”.

REPETIR LOS DIEZ MANDAMIENTOS

[Dijo Moshé al pueblo judío: “Cuando Él os dio la Torá,] D-os habló con vosotros en la montaña cara a cara.” (Devarim 5:4)

El primer relato de los Diez Mandamientos, en el libro Éxodo, consiste en la descripción de los acontecimientos en “tiempo real”. El segundo relato de los Diez Mandamientos es la descripción de Moshé, como parte de su repaso histórico del Éxodo del pueblo judío de Egipto y su viaje a través del desierto.

Revivir el primer relato de la Entrega de la Torá nos permite experimentar la presencia de D-os en la Torá mientras la estudiamos. Esta experiencia hace que no olvidemos que el estudio de la Torá es un encuentro espiritual entre D-os y nosotros, no una mera ocupación intelectual. Escuchar el segundo relato de los Diez Mandamientos, ya como parte del discurso de Moshé al pueblo, nos permite emplear nuestro propio intelecto humano para estudiar la Torá, internalizarla y absorber por entero su mensaje. Así es como se logra el objetivo de hacer de este mundo una morada para D-os.

Séfer HaSijot 5752, vol. 2, págs. 331-338.

Deuteronomio (Devarim) 3:23 – 7:11

La segunda sección del libro Deuteronomio comienza con las palabras de Moshé al recordar cómo imploró (vaetjanan, en hebreo) a D-os para que le permitiera entrar en la Tierra de Israel. Moshé dice al resto del pueblo judío que pronto entrarán a la tierra sin él. A continuación, Moshé continúa la evocación de los cuarenta años vividos por el pueblo en el desierto, concentrados en la entrega de la Torá que les hiciera D-os en el Monte Sinaí.

jabad.org.uy/parasha

EL MISTERIOSO HOMBRE EN LA GUARIDA DE LOS LADRONES

Por Blumah Wineberg

Había dos hermanos que eran muy escrupulosos respecto de la mitzvá de melavé malká. Tenían mucho cuidado con la observancia de esta comida especial posterior al Shabat, y la honraban con pescado, carne, vino y todo tipo de delicias.

Una vez sucedió que tendrían una reunión de negocios muy importante poco después de Shabat, fuera de los límites de la ciudad. Era necesario que viajaran de inmediato después de la havdalá, así que tenían un dilema. ¿Qué debían hacer?

- “Tenemos que cumplir con la mitzvá de melavé malká”, dijo uno de los hermanos.

- “Pero este viaje es crucial, y tenemos que partir justo después de Shabat”, dijo el otro.

No querían apresurarse con la cena, porque esta mitzvá era muy importante para ellos. ¿Cómo podían cumplir con la mitzvá como solían hacerlo y honrarla con música y buena comida?

Decidieron que, como el lugar de la reunión no estaba muy lejos, lo mejor sería llevar provisiones con ellos, y cuando la reunión terminara, sentarse y celebrar con alegría su melavé malká como acostumbraban hacerlo. Llevaron consigo jalá, pescado, carne, vino y muchas delicias, y se pusieron en marcha.

Era invierno, y cuando partieron comenzó a nevar y los fuertes vientos los apartaron del camino blanco. Perdieron el rumbo y se encontraron en un bosque. Vieron una luz que brillaba no muy lejos de donde estaban y fueron hacia ella. Encontraron una casa iluminada en el oscuro bosque. Se detuvieron en la puerta y golpearon fuerte. Alguien salió de ella, llevó hasta el patio el caballo y la carreta de los hermanos y los invitó a entrar.

Les mostraban una habitación cuando, de repente, escucharon la cerradura de la puerta detrás de ellos. En ese momento entendieron que estaban atrapados en una guarida de ladrones y asesinos. Escucharon con atención y oyeron a más hombres que entraban a la casa y voces que gritaban fuerte. Los recién llegados abrieron la puerta de la habitación en la que estaban secuestrados los hermanos, les echaron un vistazo y de inmediato volvieron a cerrar. Luego el grupo se sentó a comer y a beber.

Los hermanos se miraron el uno al otro y dijeron: “Aún no hemos celebrado la mitzvá de melavé malká. Celebrémosla ahora, aunque sea lo último que hagamos”. Abrieron sus bolsos y sacaron toda la comida que habían traído. Con alegría y una canción comenzaron su cena, tal como era su costumbre.

De repente se abrió la puerta y los rufianes lanzaron a otra persona dentro de la habitación. La fiesta continuó luego, aun con más ruido que antes.

Transcurrió la noche y los dos hermanos y su compañero escucharon cómo se hacía cada vez más silencio en la otra habitación, hasta que todo enmudeció. En ese momento, decidieron intentar abrir la puerta para ver si existía alguna posibilidad de escapar. Para su sorpresa, descubrieron que, con algunas maniobras, podían desgarrar la puerta. Luego de arreglárselas para salir con mucho cuidado de la habitación, se asombraron al ver a todos los hombres echados en el piso, en el sueño de una profunda borrachera.

Dejaron la casa en silencio y fueron al patio a buscar sus caballos y sus carretas. El otro hombre les dijo que había traído consigo un vino muy fuerte, y que al parecer los malhechores se lo habían tomado todo y se habían emborrachado por completo. Desató su caballo y les dijo que hicieran lo mismo con los suyos. Él les mostraría cómo salir del bosque. Los hermanos siguieron al extraño y pronto volvieron a un lugar seguro.

¿Quién era aquel hombre que llegó a rescatarlos justo a tiempo, que trajo el fuerte vino que hizo caer a los criminales desmayados por la borrachera? No lo sabemos. Quizás no fue otro que David, rey de Israel, que vino a salvar a sus hermanos en virtud de la comida de melavé malká, que se come en su honor.

 

LOS TEFILÍN

“Las atarás como una señal sobre tu brazo y serán un recordatorio entre tus ojos” (Devarim 6:8).

Tienes cerebro. Está en un mundo. Tu corazón está en otro mundo. Y tus manos por lo general terminan ocupándose de algo completamente ajeno a ellos. Tres aparatos diferentes. Entonces te pones los tefilín. Lo primero que haces en el día es conectar la cabeza, el corazón y la mano con estos cables de cuero, para que todos funcionen juntos, con un solo objetivo. Y después, cuando sales a enfrentarte al mundo, todos tus actos encuentran armonía en un solo objetivo coordinado.

Los tefilín son un par de cajas de cuero negro que contienen rollos de pergamino escritos en hebreo. El juego de tefilín incluye dos tefilín: uno para la cabeza y otro para el brazo. Cada uno consiste de tres componentes principales: los rollos, la caja y la correa. Los rollos se introducen en cajas hechas de cuero pintadas de negro.

Con estos cables de cuero te conectas la cabeza, el corazón y la mano. Una caja está atada a la cabeza y la otra está atada al brazo, al lado del corazón. Esto se hace una vez al día, preferiblemente en las plegarias de la mañana, mientras dices el pasaje denominado Shemá Israel. ¿Quiénes se lo ponen? Los varones judíos, a partir de los trece años de edad. ¿Cuándo? Todos los días, excepto en Shabat y las principales fiestas judías. He aquí una guía básica del uso de los tefilín para el principiante:

1. Si todavía no tienes, compra un par de tefilín kosher.

2. Si ya tienes un par de tefilín, asegúrate de mandar a revisarlos para verificar que sean kasher. De vez en cuando conviene mandar a chequearlos.

3. Despiértate.

4. Lávate y vístete.

5. Saca los tefilín de la funda.

6. Ponte los tefilín.

7. Di la plegaria Shemá Israel (como mínimo).

8. Quítate los tefilín.

9. Ajusta la correa alrededor de las cajas.

10. Guarda los tefilín en la funda.

Tiempo total estimado (sin contar el tiempo que tardas en despertar, lavarte y vestirte): 5 minutos.

Para instrucciones más detalladas acerca de cómo colocarse los tefilín, junto con ilustraciones y la plegaria Shemá Israel, fíjate en la sección de “Tefilín” en www.jabad.org.uy y específicamente en “Tefilín Paso a Paso”.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
Para recibir MiSinaí por email o por whatsapp, contactar por teléfono al 2628 6770 o por mail: [email protected].

Ultimas Noticias Ver más

Esta página fue generada en 0.0488660 segundos (10550)
2024-04-28T17:09:44-03:00