Mundo Judío

Del horror nazi en Polonia, a las redes en las que nadie aprendió nada

Hace ya un mes que volví del viaje de estudios a Polonia con el maravilloso grupo de compatriotas “Memoria y Dignidad” organizado por Rita Vinocur y el erudito guía y docente Dr. Mario Sinay, y aunque me sumergí de inmediato en mi rutina personal y de trabajo, siento que aún no me he recuperado. Uno ríe, sale a  tomar un café, juega con los nietos, disfruta preparando la cena de Shabat esperando a la familia, sale a caminar, se reúne con amigos y hace gimnasia,tantas cosas que conforman la rutina normal, pero hay algo adentro que es diferente de antes.

Es que esta vez lo vi.

Estuve allí.

Lo que había leído toda la vida sobre el horror de la Shoá, tomó otra forma. Y el horror aumentó.

A la conocida afirmación - tan cierta a mi criterio - que dice que todos los judíos somos de hecho sobrevivientes de la Shoá porque la intención de los nazis eran exterminar al pueblo entero, se agregó una nueva dimensión. En cierta forma, siento ahora que fui testigo.

Porque estuvimos , por ejemplo en Majdanek, dentro de lo que eran las cámaras de gas.

Y con la sensación de algo que casi nos dificultaba respirar, los imaginamos allí a nuestros hermanos, desnudos, algunos quizás realmente sin entender aún que iban a la muerte. Empujados por los nazis, apretujados, y gritando. Gritando de espanto cuando no podían respirar.

 

El grupo en la sala de las duchas desinfectadoras antes de la selección mortal tras la que muchos iban directo a la cámara de gas

 

Majdanek suele ser uno de los lugares que más impacta a quienes siguen los restos de la Shoá en Polonia. En primer término porque allí quedó todo casi intacto. El rápido avance soviético hizo que los nazis no alcancen a destruir nada. Están las cámaras de gas, están los 5 hornos de los crematorios , están esas piedras de peso indescriptible que los judíos debían empujar para aplanar el camino a fin de que “sirva” cómodamente al paso de la esposa del comandante del campo, Elsa Koch, para que no se ensucie las botas con el barro, según nos contó Sinay.  

 

Las aplanadoras, mortales . Las de Auschwitz eran más grandes.

De hecho eran aplanadoras humanas que empujando esas piedras  morían sin fuerzas y sus cuerpos eran aplastados por esas mismas piedras  y eran reemplazados por otros . Y así sucesivamente.

Los monumentos recordatorios tan identificados con Majdanek, son por cierto posteriores.

Pero Majdanek impacta también por la cercanía a la ciudad. La calle por la que vimos transitar hoy numerosos vehículos, estaba allí también en aquel entonces. Los nazis no lo ocultaron. Y la población civil en la zona, ineludiblemente tenía que saber qué estaba ocurriendo allí.

Esta foto la tomamos desde adentro y se ve claramente la cercanía de la calle

 

El Majdanek original fue erigido dentro de la ciudad misma de Lublin ocupada por los nazis, en la calle Ponikowa, y su primer objetivo fueron todos aquellos sectores de la población polaca que los nazis estimaban podían levantar cabeza en su contra, los disidentes. En el marco de la operación “Abecedario,”, los nazis asesinaron a 2.600 sacerdotes polacos ( la cuarta parte de la Curia católica polaca ), a intelectuales, profesores, jueces, a muchos de ellos en la calle, para que todo el mundo vea, para que todos sepan qué espera a quien ose oponerse.  El Majdanek de Lublin mismo funcionó entre 1939 y 1941. Pero luego Himmler mismo ordenó construir el campo grande, tal cual lo conocimos, en julio de 1941, para que sean enviados allí los prisioneros soviéticos de la operación Barbarrosa. Así lo pactaron la Wehrmacht y la SS.  Ese es el campo que visitamos, de hecho en las afueras de Lublin, increíblemente pegado a zonas residenciales  que siguen existiendo hoy.

 

En cada parada en este enorme campo, al igual que en el resto de nuestra recorrida, escuchamos relatos y testimonios que nos enseñaron nuevamente que nunca se termina lo que se puede aprender sobre la crueldad de la bestia nazi. Y uno se pregunta cómo es que el ser humano podía llegar a eso.

El comandante del crematorio hasta tuvo una idea original para aprovechar al máximo la muerte. Con las cenizas sacadas de los hornos – recordemos, cenizas humanas – calentaba el agua de un spa que se hizo construir.

No sé si gritar o vomitar.

Una colina de cenizas mezcladas con arena, dentro de un imponente monumento recordatorio
Así se ve desde lejos

 

Resulta imposible no recordar todo eso cuando uno ve el vil uso de motivos nazis en las redes, inclusive días atrás de cara al partido entre Uruguay e Israel en el marco del campeonato mundial juvenil de fútbol en Argentina. ¿Cómo osa alguien poner jabones en el dibujo de la cancha,simbolizando a los jugadores israelíes? Y una figura con uniforme nazi y la cinta con la esvástica en el brazo comentando que esa debía ser la cinta que use el Capitán Fabricio Díaz para “eliminar” a los israelíes. Antisemitismo e ignorancia, perfectamente de la mano.

Esos ignorantes irresponsables que difunden odio en las redes, no se detienen a pensar-no les importa, claro está- lo que simbolizan esos elementos que comparten en las redes sociales. No se molestaron seguramente nunca en leer sobre el capítulo más oscuro en la historia de la humanidad.

No vieron las cámaras de gas, ni los hornos crematorios, como los que vimos en Majdanek, uno de los más grandes campos que sirvió también como campo de exterminio. En Birkenau los explotaron, trataron de borrar las huellas. En Majdanek están allí, intactos, y de sus cenizas se hizo el  imponente monumento recordatorio cuyas imágenes aparecen aquí.

Junto a esos hornos en Madjanek, tras recibir la explicación detallada de Mario, tal como hizo en numerosas ocasiones a lo largo de nuestro viaje, puso de fondo una canción . Se llama “Kshehalév bojé”, o sea “Cuando el corazón llora”. Fue escrita por Yosi Gispan y su intérprete más conocida y emocionante es la cantante israelí Sarit Hadad.

No tenemos certeza acerca del tema original que motivó la canción, o sea si fue escrita por una situación histórica determinada o solamente fue planteada como una plegaria personal a Dios. Pero algunos de sus párrafos eran más que apropiados para ser escuchados allí .

“Shma Israel, mi Dios, ahora estoy solo.

Fortaléceme mi Dios, haz que no tenga miedo

El dolor es grande y no hay adónde escapar

Haz que se termine porque no me restan fuerzas.

 

Cuando el corazón llora, el tiempo se detiene

El ser humano ve súbitamente toda su vida

No quiere ir a lo desconocido

Llama a su Dios hasta el borde del abismo

 

Shma Israel mi Dios…”

 

Y aunque las lágrimas me nublan la visión también ahora, quiero seguir contando , algo que me ha costado hacer en las últimas semanas, porque es tan inconmensurable lo que imperiosamente debe ser compartido, que no supe decidir por dónde empezar.

 

“Llama a su Dios hasta el borde del abismo”, dice la canción.

Y me acuerdo ineludiblemente del bosque de Tikchin (Ticotin o pronunciado también de otras formas), cuyos  2.500 judíos,  que eran la mayor parte de la población de esa hermosa localidad convertida en escenario de horror, fueron asesinados, la mayoría de ellos en el aledaño bosque Lopojowa, donde los mataron en fosas comunes.

“Si Dios existe, espero que mi familia haya sido el primer grupo”, dijo Mario Sinay con lágrimas en los ojos como si hubiera sido esa la primera visita al lugar. Le preguntamos después, en una entrevista que publicaremos por separado, si acaso sus mayores eran de esa zona.Dijo que no, pero eran de la zona de Levov, donde se sabe que los nazis asesinaron en fosas.

¿Y por qué primeros? Porque iban de a grupos de 10. Los primeros 10 no sabían adónde iban y cuando llegaban a la fosa, quizás aún no comprendían. Y les disparaban de atrás. De lejos , el resto de la comunidad oía los disparos que sus familiares y vecinos habían recibido. Cabe suponer que podían imaginar quiénes eran el blanco de esos disparos. Y cuando el segundo grupo venía, habiendo ya oído los disparos, veía los 10 cuerpos en la fosa. Y el tercero veía 20 cuerpos…y así sucesivamente. Por eso Mario decía, que ojalá su familia haya estado en el primer grupo.

Bendita sea la memoria de todos nuestros hermanos asesinados en la Shoá.

Esperemos que los antisemitas que difunden odio en las redes, aquellos cuyos perfiles no son anónimos sino fácilmente identificables, sean obligados por la ley uruguaya a pagar por su delito. Y esperamos que parte del “castigo” sea llevarlos al Museo Recordatorio del Holocausto en la Kehila. Y hablar con sobrevivientes que aún están entre nosotros y pueden contarles. O con sus hijos.

En realidad, eso no sería castigo. Se les estaría haciendo un favor, aportándoles conocimiento para que puedan convertirse en mejores ciudadanos, entendiendo que no se difunde odio contra nadie y que el nazismo no es motivo de broma sino de repudio,espanto y horror.

 

Ana Jerozolimski
(17 Junio 2023 , 14:30)

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Texto y fotos: Ariel Jerozolimski

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