Mundo Judío

MiSinai

Paz por Elección - Nadie Está Solo - Retroceso Temporario - El Beit Hamikdash

 

 

 

 

 

No. 211

Matot-Masei

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Horario de velas en Montevideo, viernes  14/7 17:29 hrs

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PAZ POR ELECCIÓN

Por Lazer Gurkow

Las catástrofes crean oportunidades. Cuando la rutina normal se rompe, cuando la calma y la confianza son sacudidas y los modelos de vida se alteran, nacen nuevas oportunidades. Está en nosotros convertir esas oportunidades en realidad.

En Mayo de 1967 la comunidad judía mundial se unió en una unidad sin precedentes para enfrentar el grave peligro que amenazaba la Tierra de Israel. Las fisuras de largo tiempo que dividían nuestra comunidad fueron, por el momento, desechadas. El enemigo no discrimina; nos amenazaba a todos, y nos unió a todos.

Animosidades personales y diferencias locales fueron dejadas de lado. Judíos que nunca habían visitado Israel viajaron en masa para ayudar en forma voluntaria. Judíos seguros en países distantes contribuyeron sus ahorros de toda la vida en defensa de la Tierra. En ese momento, nuestra unidad era completa. La crisis inminente trajo a la superficie una devoción que no sabíamos que teníamos. La amenaza de un desastre increíble dio lugar a una oportunidad increíble de unidad y amor.

A medida que nuestros ancestros se acercaban a la Tierra Prometida, dos tribus, Reuben y Gad, pidieron permiso para asentarse en las tierras fértiles pero extranjeras fuera de Israel. En vez de animarlos a que se unieran a sus hermanos en la Tierra Santa, Moshé aceptó con una sola condición. Les pidió que lucharan junto con su pueblo en tiempos de guerra (Bamidbar 32)

La respuesta de Moshé es desconcertante. Esas tribus ¿eran parte integral de la nación sólo en tiempos de guerra pero no en tiempo de paz? ¿Esas tribus eran dispensables para la nación en la medida que su fortaleza militar no fuera afectada?

Me gustaría ofrecer una perspectiva diferente. Moshé buscó adivinar la mentalidad de aquellos que estaban preparados para separarse de sus hermanos en búsqueda de ganancias materiales. ¿Se veían a sí mismos como miembros de la nación judía, o la promesa de riqueza al este del Jordán hizo que cortaran sus lazos con la nación judía?

La única prueba determinante que podía probar su lealtad era su comportamiento en tiempo de guerra. Con sus familias salvaguardadas en tierras distantes ¿se identificarán con su pueblo? ¿Arriesgarán sus vidas para ir en ayuda de su nación? Reclutar un ejército para luchar junto con sus hermanos probaría su identidad judía.

Las tribus de Reuben y Gad se veían a si mismas como parte del pueblo judío, pero sus puntos en común no emergieron hasta que fueron amenazados por la guerra. En tiempos de paz estaban contentos con perseguir sus propios sueños lejos del resto de su pueblo. Es debido a esto, sostienen nuestros sabios, que esas tribus fueron las primeras en ser exiliadas de su tierra.

Este es, desafortunadamente, el otro lado de la moneda. Es verdad que los desastres dan lugar a oportunidades para la unidad y la esperanza, pero es frustrante que tenga que ocurrir esto para unirnos. ¿Por qué no podemos estar unidos siempre? ¿Por qué debemos esperar una crisis para mostrar nuestra identidad en común? De hecho, llegará un tiempo cuando la asombrosa unidad actualmente reservada para momentos de peligro se volverá la norma.

El profeta Isaías prometió que en la era mesiánica, los animales de presa dejarán de lado su agresividad. “El lobo morará con el cordero, y el leopardo se acostará con el cabrito y andarán juntos el becerro, el leoncillo y el cebón los conducirá un niño. La vaca y el oso comerán juntos... el león comerá paja como el buey”.

Este milagro particular ya ocurrió una vez en la historia, En el arca de Noé, durante el diluvio, los animales dominaron su agresividad y vivieron juntos. El león no atacó a la oveja y el tigre no acechó al cordero.

El ex Rabino en Jefe de Israel, Rabi Israel Meier Lau, planteó la siguiente pregunta. Si este milagro no precedió la era mesiánica cuando ocurrió la primera vez, ¿por qué Isaías está convencido que precederá la era mesiánica la próxima vez que ocurra? Respondiendo, Rabi Lau sugirió que se puede trazar una distinción entre lo que ocurrió en el arca de Noé y los milagros de la era mesiánica.

En el arca de Noé los animales estaban juntos contra un enemigo en común, el diluvio. Se necesitaban unos a otros; sobrevirián todos o ninguno. Estaban en el arca por la tolerancia de Noé, y él no hubiera dudado en expulsarlos si se hubieran peleado. Su buena voluntad estaba al servicio de sus propias necesidades, no de la de sus presas.

En la era mesiánica no habrá un enemigo en común. No habrá una razón precipitada para la naturaleza dócil de los animales agresivos. La paz y seguridad nacerán no de la necesidad, sino de la elección. No de la tragedia, sino de la buena voluntad. Los animales elegirán volverse pacíficos. Este es un fenómeno que no existe hoy en día. Como profetizó correctamente Isaías, cuando seamos testigos de este milagro asombroso, sabremos con seguridad que la era mesiánica ha llegado.

Si emulamos esto en la vida de hoy, aceleramos la llegada de la era mesiánica.

NADIE ESTÁ SOLO

[Dijo D-os a Moshé:] “Cada persona permanecerá ligada a la herencia de la tribu de su padre.” (Bamidbar 36:7)

A pesar de ser parte integral de la Torá, las leyes de herencia recién fueron dictadas por D-os después de que cinco hermanas adultas, solteras y huérfanas —las únicas hijas de un miembro de la tribu de Menashé— alegaran ante Moshé que tenían derecho sobre la parcela paterna en la Tierra de Israel. La petición privada que hicieran a Moshé llevó a la revelación de secciones de la Torá que luego se volverían obligatorias para el pueblo judío en su totalidad.

Esto nos enseña que nunca debemos pensar que nuestra vida “privada” nos concierne solamente a nosotros o a nuestro círculo cercano de familia o amigos, y que por lo tanto somos libres de conducirnos en esos asuntos del modo que mejor nos parezca. Así como esas mujeres consultaron a Moshé con respecto a lo que parecía ser un asunto estrictamente personal, también nosotros debemos consultar con autoridades rabínicas calificadas aun sobre los aspectos aparentemente más insignificantes de nuestras vidas, porque nuestras acciones “privadas” tienen implicancias más amplias que las que podemos prever de manera inmediata.

Hitvaaduiot 5747, vol. 4, págs. 152-153.

Números (Bamidbar) 30:2- 36:13

La novena sección de Números comienza cuando Moshé se dirige a las cabezas de las tribus (matot, en hebreo) para enseñarles las leyes de promesas y juramentos. Luego continúa con lo ocurrido durante el último año del viaje por el desierto hasta que se prepara para cruzar el río Jordán hacia la Tierra de Israel. La última sección del libro Números comienza con el repaso de los viajes (masei, en hebreo) del pueblo judío desde Egipto hasta la frontera con la Tierra de Israel. Continúa con instrucciones de D-os relativas a la inminente entrada y conquista de la tierra.

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RABINO VENCE A LADRONES

Por Tuvia Bolton

De estatura mediana, sesenta cinco años de edad, con lentes y un poco encorvado, el Sr. Schwartz estaba deprimido. Durante los primeros veinte años, había sido un área completamente judía en Brooklyn; pero entonces gradualmente los judíos se fueron. Sus mejores clientes ya no vivían allí. Las cosas se estaban poniendo mal; el crimen aumentaba; era peligroso pasear por las calles. La mercadería no se movía de los estantes y él no se molestaba en renovarla. Se sentía triste en su auto-servicio barrial.

Lo había construido de la nada y no quería irse y empezar en otra parte. Tampoco deseaba jubilarse. Estaba perdiendo el deseo de despertarse por la mañana.

Un día vio un artículo en el diario sobre un Rebe en Brooklyn- el Lubavitcher Rebe- que aconseja a las personas y decidió probar. Tomó el subterráneo, bajó en la Avenida Kingston, y llegó a la oficina principal de Jabad Lubavitch.

Jóvenes barbados con ojos agradables bullían en los pasillos y la melodía del estudio de Torá llenaba el aire. Alguien le dio la mano, tres personas dijeron ¡Shalom Aleijem! y de pronto estaba en la oficina, concertando una cita para dentro de tres semanas.

Llegó la noche. La cita con el Rebe era a las 23 hs. Entró hasta las 3 a.m.

El cuarto del Rebe estaba brillantemente iluminado y calmo. Estantes con libros llenaban las paredes. El Rebe estaba sentado detrás de un gran escritorio de caoba, pilas de cartas, libros y papeles delante.

El Sr. Schwartz le dio la carta que había preparado. El Rebe la leyó cuidadosamente, y preguntó: - "¿Quiere dejar el negocio o no?". 

El Sr. Schwartz explicó los pro y contra. 

El Rebe miró su carta y preguntó: - "¿Pero qué quiere? ¿Quiere cerrar o no?"

- "¡No!",contestó el Sr. Schwartz enfáticamente, "quiero quedarme. Pero tengo miedo". El Rebe lo dejó continuar. "Tengo miedo de los asaltantes y de que no habrá clientes. No quiero irme. Por eso que estoy aquí."

El Rebe lo miró, sonrió y dijo: "No hay nada de que tener miedo. No tema de las personas. Y no se preocupe; usted puede ganar dinero allí también. Que Di-s lo bendiga y le dé mucho éxito y buenas noticias"

El Sr. Schwartz volvió como nuevo. A la mañana fue a la tienda, pidió nueva mercadería y limpió el lugar. Efectivamente, poco a poco las personas empezaron a entrar. Había más judíos de lo que él pensaba y muchos no judíos compraban productos kosher. Todo estaba bien. Hasta el robo.

¡El Sr. Schwartz, en el diario! En un recuadro pequeño, se lo veía de pie con dos policías, uno que rasca su cabeza maravillado y mira los agujeros de bala en el techo del negocio.

El subtítulo decía: "Rabino Derrota Ladrones" y la historia: Una tarde, cuando el Sr. Schwartz había vaciado el dinero de su registradora en su autoservicio y estaba a punto de cerrar, dos hombres entraron de repente. Uno sacó una arma, el otro abrió la caja. Cuando la vieron vacía, empezaron a golpear y dar puntapiés a la registradora y trataron de agarrar al hombre. Pero él apenas retrocedió un paso, y enfáticamente declaró: "¡Salgan de aquí, o llamaré a la policía!". El ladrón, para demostrar que hablaba en serio, apuntó al aire, disparó dos tiros y gritó: "¡Dénos el dinero o le volaré los sesos!". Pero el dueño no se movió. Personas empezaron a congregarse en la puerta y a la distancia se oía una sirena. Los ladrones se miraron y huyeron.

El artículo concluía con una cita del Sr. Schwartz explicando cómo se mantuvo tranquilo: "Hice lo que el Lubavitcher Rebe me indicó. Él dijo que no debo tener miedo. ¡Ya ve! ¡Tenía razón!"

EL BEIT HAMIKDASH

Por Mendy Hecht

El “Santo Templo”, en hebreo, Beit Hamikdash, era grande (aproximadamente del tamaño de un estadio de  fútbol profesional), era una estructura de múltiples niveles, con espacios cubiertos y al aire libre, era el núcleo del Judaísmo, su sitio más sagrado. Estaba situado sobre el monte Moriah en Jerusalén.

El primer Beit Hamikdash fue construido por rey Salomón en el año 833 AEC y destruido por el rey babilónico Nebujadnetzar en el año 423 AEC. El segundo Beit Hamikdash fue terminado en el año 349 AEC por los judíos que retornaron del exilio persa, conducidos por Ezra y Nejemiah. En el año 37 EC, el rey Herodes culmino importantes renovaciones en el dilapidado templo, pero los ejércitos invasores del Imperio Romano lo destruyeron en el año 69 EC, dando comienzo al actual Galut (exilio).

Muy pocos datos arquitectónicos sobre el primer Beit Hamikdash han sobrevivido, a diferencia del segundo, sobre el cual hay mucho registrado. Ambos consistieron en un alto, majestuoso, adornado y geométrico salón rodeado de patios y paredes de piedra. Las paredes exteriores formaban un rectángulo, dentro del cual estaban los patios y el salón (heijal) en el centro superior. Sus anchos patios ofrecían suficiente espacio para los millares de peregrinos que atendían a los servicios de fiesta tres veces al año (Pesaj, Shavuot y Sucot), un imponente altar en el cual miles de animales y aves eran traídos como ofrendas,  instalaciones de almacenaje y de personal para los centenares de Cohanim (sacerdotes) y Levim (quiénes asistían a los Cohanim) en servicio. El salon (Heijal) contaba con, el pequeño altar de incienso, el estante ceremonial del pan, la Menora, y el Santo de los Santos (Kodesh HaKodashím) — un pequeño cuarto cuadrado en la parte posterior del salón, separado por una cortina de paño de pared a pared, detrás de la cual estaba guardada el Arca del Pacto. El Santo de los Santos  era un espacio tan etéreo que las leyes de la física no eran aplicadas en sus límites. Solamente el Sumo Sacerdote (Cohen Gadol) entraba ahí, el hombre más santo, en Iom Kipur, el día más santo del año.

La importancia del Templo en la vida judía se refleja en el hecho de que muchas de las mitzvot están relacionados al Templo: ofrendas diarias y semanales, ofrendas de las festividades, ofrendas personales; voluntarias y obligatorias, tributos agrícolas, criterios para aceptar a Cohanim y Levitas en el servicio, rituales del templo; entre  positivas y negativas para todo el antedicho estamos hablando de alrededor 180 mitzvot (de un total de 613).

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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