Israel

También saldrá - La columna de Tomás Linn en apoyo a Israel

Publicada en El País de Montevideo, reproducida con autorización del autor

Otra vez el tronar de la guerra sacude al mundo con su escenas de horror y muerte La lucha no cesa en Ucrania cuando estalla este nuevo frente bélico, más sanguinario aún, en Israel.

Y otra vez, pese a que muchos buscan como disimular sus posturas, la alternativa es clara. Una banda terrorista, Hamas, dispuesta a todo y sin un matiz de escrúpulos, lanza su baño de sangre matando civiles, decapitando niños, tomando rehenes para eventualmente matarlos a conveniencia.

Ante esa realidad, no hay manera de eludir compromisos. Solo cabe la condena más tajante y dejar en claro de que se trata de uno de los más violentos ataques terroristas de los últimos tiempos. Al igual que con Ucrania, los hechos son demasiado evidentes y obligan a estar con el bando correcto. Con Israel.

Según el New York Times ningún gobierno del mundo, ni siquiera los más señalados por utilizar métodos brutales en la guerra (como podría ser el caso de Rusia en Ucrania con sus ataques a poblaciones civiles) ha usado rehenes de esta manera tan cruel. Es decir, como escudos humanos para amenazarlos con ser ejecutados en forma pública en caso de que en su respuesta, Israel ataque lugares claves en la franja de Gaza.

Esto solo, dice el diario, bastaría para recordar porque el mundo considera a Hamas un grupo terrorista.

Terrorista, teocrático y de ultra derecha, que ya ha usado a su propia población palestina como rehén y escudo cuando lanzaba sus anteriores ataques de Gaza a Israel, muchas veces desde lugares donde vivía población civil. Decir que son inescrupulosos es poco.

Sin embargo ante estos hechos, las izquierdas en muchos lugares del mundo, incluida la uruguaya, titubean. O peor aún, se alinean con el bando equivocado.

Parecen tener una cuenta pendiente con una mal entendida causa palestina. Se identifican con Hamas y con quien apadrina este grupo, Irán, que de izquierda nada tienen, ni son solidarios con su propio pueblo y muy lejos están de pretender un día negociar la paz con Israel.

No les interesa la paz. Su único objetivo es echar a los judíos al mar. Lo han dicho una y otra vez. Con esas mismas palabras. Y no se trata de un argumento retórico, lo dicen en serio.

Eso buscó este ataque. Cualquier discusión sobre este viejo conflicto en Medio Oriente debe partir de esa realidad. A buena parte de los países árabes, y muy en especial a los grupos terroristas palestinos, no les interesa un acuerdo de paz que permita la convivencia entre los dos estados. Su objetivo, insisto, es echar a los israelíes al mar. No tienen otra meta en su mente.

Por lo tanto, es obvio que buscar fórmulas (y vaya si las hay) para una paz duradera no está en su horizonte.

Más de una vez el acuerdo final estuvo al alcance de la mano. Sin embargo no fue posible. Los planes de paz para hacer que convivan ambos estados son siempre muy similares, apenas tienen leves variaciones. Pero nunca se pondrán en marcha mientras el destino de los palestinos esté en manos de grupos terroristas, fanáticos, ultraderechistas y fundamentalistas, como lo es Hamas.

Esta brutal ataque se lanzó justo cuando Arabia Saudita estaba por llegar a un acuerdo con Israel. Un acuerdo similar al que ya otros países árabes han firmado, buscando una normalización de relaciones.

Que Arabia Saudita estuviera pronta para ello, daba la pauta de que no en todo el mundo árabe se quiere mantener ese conflicto hasta el infinito. Más aún, no todo el mundo árabe quiere seguir siendo rehén de los caprichos de Hamas y eventualmente de Irán.

¿Retrocederán ante esta nueva situación? Mohamed Bin Salman, el príncipe heredero saudi, que se muestra como un mandamás autoritario, fuerte y poderoso, ¿hará valer su liderazgo y continuará con el proyecto? Es en estos contextos de amenaza y chantaje en que los verdaderos líderes muestran su talla. Son capaces de ir más allá del contexto puntual y apostar a un futuro duradero sin miedo.

Israel sigue siendo la única democracia de la región. Un intento de su actual gobierno de reducir las potestades del Poder Judicial puso al país en estado de alerta. Gente de todas las edades y todas las formas de pensar manifestaron contra esta medida por la simple razón de que, como israelíes, no estaban dispuestos a ceder en ese terreno crucial que es la fe en su propia democracia, la que los identifica como país.

Ahora, ante el ataque, los israelíes se unen para superar su legítimo miedo e impedir el avance de Hamas, impedir el chantaje, la muerte y tanta sanguinaria crueldad.

Israel puede haber perdido un sentido endeble pero real de seguridad para su gente. Una seguridad palpable pese a saber que se vive en un estado de permanente amenaza.

Pero basta ver su historia desde 1948 y por encima de la orientación de sus diferentes gobiernos a lo largo de más de medio siglo. Hay algo que está claro: no cederá ante la prepotencia y la salvajada de los ataques de sus enemigos.

Con dolor y angustia sin duda, pero saldrá de esta, como ha salido de tantas.

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