Mundo Judío

MiSinai

Dos Tipos de Poder - Perdón - Llama a Tu Hermana - Visitar a los Enfermos

 

 

 

 

 

 

No. 235                                                                                              

Vaigash

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Horario de velas en Montevideo, viernes  22/12 19:40 hrs

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DOS TIPOS DE PODER

Por Tali Loewenthal

El poder y la debilidad son cuestiones tanto en dinámicas familiares como en políticas internacionales. Son cuestiones en la posición de cada hombre y mujer enfrentando el mundo.

La lectura de la Torá de esta semana comienza con una confrontación dramática. Los doce hijos de Iaacov están todos en escena, junto con algunos extras: intérpretes y otros oficiales. Once hermanos se enfrentan al virrey egipcio, quien sabemos que era realmente su hermano Iosef perdido hace tiempo. Iosef reclama a su hermano menor Biniamin, y parece determinado a quedarse con él bajo su propio cuidado en Egipto. Quiere que los otros diez hermanos vuelvan a lo de su anciano padre Iaacov en la tierra de Canaán sin Biniamin. Iaacov, sin duda, quedará completamente destrozado. Biniamin es su hijo menor y, aparentemente, la única descendencia sobreviviente de su amada esposa Rajel ya fallecida. De hecho su otro hijo, Iosef, está aún vivo pero nadie lo sabe.

Los hermanos están totalmente consternados, pero son impotentes.

Iosef, quien era llamado por su nombre egipcio, Tzafnat Paneaj, ha sido puesto al mando de la economía egipcia por el faraón. Es difícil imaginar una posición de más poder para un miembro de la familia de Iaacov. Después de todo, el futuro pueblo judío era en ese momento solo un grupo familiar extendido: los hijos y nietos de Iaacov. Para un miembro de esta familia solitaria ascender hasta ser virrey en Egipto era algo totalmente asombroso.

Iosef representa un tipo de poder.

En este punto Iehudá da un paso al frente. Iehudá le ha prometido a su padre que él tomará responsabilidad por su hermano menor Biniamin, y solo sobre esa base Iaacov le permitió llevar al jóven al agresivo vicerrey egipcio, quien insistía en verlo.

Iehudá suplica que a Biniamin se le permita volver a casa. Él mismo se quedará como esclavo de Iosef. A primera vista esta parece ser una súplica patética e impotente. El judío cobarde Iehudá, enfrentando al gobernador egipcio. Pero Iehudá es insistente. Los sabios nos dicen que Iehudá estaba dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo. No aceptaría la idea de que Biniamin se quedara en Egipto, e iba a pelear hasta la muerte para llevarlo a casa.

Este es otro tipo de poder más elevado. Es de hecho más grande que el de Iosef. Iosef tenía un poder político limitado, al haber sido puesto en esa posición por el faraón. En cambio Iehudá venía con la fuerza del derecho, basado en la Torá, que está más allá de cualquier otra forma de autoridad.

Por lo tanto Iehudá era capaz de enfrentar a Iosef, y estaba dispuesto a enfrentar al faraón mismo si era necesario. En un sentido, esta postura era sobrenatural, como David enfrentando a Goliat. Sin embargo sabemos, con certeza, que D-os estaba de su lado. Esto le dio a él una fuerza con la que finalmente triunfó, con una capitulación dramática, cuando Iosef revela su identidad y la ansiosa tensión se convierte en lágrimas de alegría. Vemos que el poder más grande no era el de Iosef sino el de Iehudá, quien fue el ancestro del Rey David y, en última instancia, del Mesías.

Esta historia de hace más de tres mil años atrás nos cuenta algo sobre nosotros mismos. Sobre lo que constituye el poder real, para un judío enfrentando una realidad cambiante. Acerca de cómo deberíamos enfocarnos en los altos y bajos de nuestras vidas personales, y en los conflictos que enfrenta el pueblo judío en el mundo.

PERDÓN

"José proveyó para su padre y sus hermanos y toda la familia de su padre." (Bereshit 47:12)

José nos enseñó a pagar mal con bien, así como hizo con sus hermanos sustentándolos por el resto de su vida. Fue capaz de perdonar a sus hermanos no sólo porque era un maestro del autocontrol, sino principalmente porque entendió la naturaleza del mal humano. Como hemos visto, el acto malvado de sus hermanos de venderlo como esclavo sirvió al plan de D-os para que José eventualmente se convirtiera en virrey de Egipto. José se enfocó en el resultado positivo del acto de sus hermanos en vez de en su esencia mala.

Similarmente, le pedimos a D-os que nos trate como José trató a sus hermanos, viendo nuestras faltas como siendo en última instancia para bien y respondiendo a ellas con bondad. Para “inspirar” a D-os a ver nuestras faltas de esta forma, debemos primero hacer lo mismo nosotros, utilizando nuestras malas acciones como una motivación para el auto mejoramiento. La falta que alimenta esta transformación se convierte así en un mérito, sirviendo retroactivamente para un propósito positivo.

Podemos además mejorar nuestra habilidad para transformar nuestras propias malas acciones en méritos, al entrenarnos a ver a las ofensas de otras personas también como méritos potenciales.

Likutei Sijot, vol. 5, págs. 241 ff.

Génesis (Bereshit) 44:18 – 47:27

En la onceava sección del libro de Génesis, llegamos al clímax dramático de la historia de José. Comienza cuando Judá se acerca (Vaigash, “y él se acercó” en Hebreo) a José en defensa de Benjamín. La voluntad de Judá de salvar a Benjamín convence a José que los hermanos se han arrepentido y han superado su envidia pasada, por lo que pone fin a su actuación y les revela su verdadera identidad. Inmediatamente José envía a todos los hermanos para que traigan a su padre Jacob a Egipto, donde se asentaría la familia para sobrevivir la hambruna. Irónicamente, la hambruna termina apenas Jacob llega, pero la familia se queda en Egipto cumpliendo el plan de D-os tal como fue prometido originalmente a Abraham.

LLAMA A TU HERMANA

Por Michoel Hazan

En los años setenta, solía viajar de Gibraltar a Nueva York para estudiar en la Yeshivá. No había vuelos directos, por lo que siempre tenía que pasar por Inglaterra. En una ocasión, en 1979, cuando estaba en Londres, decidí llamar a “770” (Central de Jabad Lubavitch Mundial) desde el aeropuerto. Se escuchaba de muchos secuestros de aviones en esos días, y por ello le pedí al Rebe una Bendición para llegar a salvo.

Generalmente, me llevaba unos minutos tratar de contactarme con la oficina del Rebe, pero esta vez, la llamada entró enseguida. El Rabino Binyomin Klein, uno de los secretarios, contestó el teléfono. Le expliqué que me encontraba en Londres en camino a la Yeshivá, y quería la Brajá del Rebe. El me respondió: “Llámame exactamente en veinticinco minutos”.

Hice lo que me pidió, y después de veinticinco minutos volví a llamar. El Rabino Klein me dijo que el Rebe me deseaba un buen viaje, y también preguntó cómo estaba mi hermana.

No había visto a mi hermana por unos días, pero asumí que se encontraba bien. Entonces le dije al Rabino Klein: “Ella está Ok. Dígale al Rebe que está bien”. “No”, dijo el Rabino,“El Rebe quiere saber cómo está ahora. Llama a tu hermana”.

Corté y traté de llamar a mi hermana, pero nadie contestaba. Llamé a mis padres pero tampoco allí obtuve respuesta. Justo después, mi vuelo fue anunciado. Tomé mis valijas, entré al avión, y me olvidé completamente de la llamada a mi hermana.

Cuando llegué a Nueva York, mi primera parada fue en 770 para informarle al Rabino Klein que había llegado a salvo.

Me dijo que esperara, ya que le quería avisar al Rebe que había arribado. El dijo: “Sabes, el Rebe está muy preocupado por tu hermana, no le has dicho cómo se encontraba”. Había un tono de irritación en la voz del Rabino, y yo estaba un poco alarmado por haberme olvidado. Inmediatamente corrí para llamarla, pero de vuelta no pude comunicarme.

Llamé a la casa de mi mamá y finalmente pude hablar. “¿En dónde has estado?”, me preguntó.“Hemos tratado de encontrarte”. Mi hermana estaba en trabajo de parto y había pasado por una complicación. Su situación era peligrosa y mucha gente había estado haciendo Tehilim por ella. Los doctores se apuraron a llevarla a la unidad de tratamiento intensivo y han tratado de estabilizarla.

Le dije a mi mamá que el Rebe había estado preocupado por ella.

“¿Cómo sabía el Rebe?”, preguntó.

Mi única respuesta fue: “El Rebe me decía que debía llamarte. Intenté algunas veces hasta que finalmente pude comunicarme”.

Volví a 770 y le transmití la información al Rabino Klein para que se la pasara al Rebe.

Cuando salió de la oficina, el Rabino me dijo que el Rebe habría sentido que mi hermana no se encontraba bien y es por eso que continuaba preguntado por ella. Luego me contó que el Rebe la bendijo que tuviera una completa recuperación, y que ella y la bebé estarían sanos.

Baruj Hashem, el bebé nació sano, y mi hermana tuvo una completa recuperación.

Cuando tuve la oportunidad de contarle a mi hermana sobre la persistencia del Rebe, se emocionó mucho. Me explicó que en el momento de la emergencia fue cayendo en un delirio. Trataba de decirle a mi mamá que me llamara para que le pidiera una Brajá al Rebe, pero mis padres no podían entender lo que le estaba diciendo. Cuando se dio cuenta que no podían entenderla, simplemente cerró sus ojos y dijo en su mente: “Rebe, por favor ayúdame.”

Esto ocurrió en el momento exacto en que me encontraba en el Aeropuerto de Londres, cuando el Rebe preguntó cómo estaba mi hermana.

VISITAR A LOS ENFERMOS

¿Quieres jugar a que eres D-os? "Muy simple", dice el Talmud,  y además, es una mitzvá: simplemente ve a visitar a un enfermo. D-os fue a visitar a Abraham cuando este estaba enfermo; así que cuando vas a visitar a un enfermo, estás haciendo lo mismo que D-os. En hebreo, este juego se llama bikur jolim. He aquí las reglas:

Levantándole el Ánimo

Nada de ceños fruncidos ni de lágrimas ni de caras tristes. Todo eso no va a curar a nadie. Lo que tienes que hacer es ofrecerle una pequeña sonrisa, un poco de esperanza y, tal vez, unas cuantas risas. Apréndete algunas frases cómicas como: "¿Qué hace un cachorro-polluelo-pibe-jovencito como tú en un lugar como este?" o "¿Qué tal el servicio de habitaciones?". Cada vez que dibujes una sonrisa en tu rostro, ganarás puntos extra.

Por supuesto, tienes que ser consciente de cuándo estás "abusando de su hospitalidad". Si fuera así, dile al paciente el adagio jasídico: "Piensa en positivo y todo saldrá bien", y sin hacer ruido, sal de la habitación.

Dándole una Mano

Tu presencia misma es terapéutica, pero el paciente también tiene otras necesidades. Averigua de qué manera le puedes ser de ayuda. ¿Yendo de compras? ¿Llevándolo al médico? ¿O tal vez conviene que ordenes un poco la casa?

Programa tu visita con mucho cuidado. Si el paciente se encuentra en medio de un procedimiento médico o acaba de pasar por uno, es probable que no esté de ánimo para recibir visitas.

Hay veces en que las circunstancias no permiten visitas. En ese caso, puedes hacer bikur jolim visitando a la familia, ofreciendo tu ayuda y…

Diciendo una Plegaria

La habitación en la que se encuentra el paciente es un lugar santo. Mientras estés allí, di una breve plegaria por su pronta recuperación, como por ejemplo: "Que D-os te cure en medio de todos los enfermos de Israel". O, en Shabat, "En Shabat está prohibido suplicar, pero la curación pronto va a llegar". Y cuanto te vayas, di un salmo o alguna otra plegaria.

Es una tradición pedirle a una persona santa que rece por el paciente. Puedes enviar un pedido de plegaria al lugar de descanso del Rebe.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Guayaquí 3193
2709 0405 , CP1130, Montevideo.

Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
Para recibir MiSinaí por email o por whatsapp, contactar por teléfono al 2628 6770 o por mail: [email protected].

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