Mundo Judío

MiSinai

Lidiando con la Adversidad - No Estamos Solos - Los Carros Desaparecidos - Honrar a los Padres

 

 

 

 

 

 

No. 236                                                                                             

Vaieji

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Horario de velas en Montevideo, viernes  29/12 19:43 hrs

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LIDIANDO CON LA ADVERSIDAD

Por Tali Loewenthal

¿Cómo lidiamos con un entorno desconocido e incluso hostil? Intentamos sobrevivir, sí. Pero además de eso, uno también trata de preservar su sentido de sí mismo, su propia identidad. “No dejes que las condiciones te hagan olvidar quién eres y lo que estás tratando de lograr”, te dices a ti mismo.

El siguiente paso es algo más. Intentas encontrar una manera de desarrollarte y crecer, precisamente en ese entorno desconocido. De hecho, descubres formas de transformar la negatividad en algo saludable. Encontrar el equilibrio entre la preservación de la propia identidad y la interacción positiva con el medio ambiente es una cuestión sutil que se relaciona estrechamente con la larga experiencia del pueblo judío.

Para mantener la identidad judía fuerte y saludable, se necesita una medida justa de moderación. Es posible que uno tenga que rechazar esa importante invitación a cenar, por diversas razones (la comida no será kosher, el evento será en Yom Kipur, etc.). Por otro lado, para ser una fuerza creativa y positiva en la sociedad (como a menudo lo somos nosotros, el pueblo judío, transformando actitudes y abriendo nuevas fronteras), esta moderación debe combinarse con audacia, asertividad y osadía.

El Rebe de Lubavitch, Rabino Menajem Mendel Schneerson, de justa memoria, señala que una escena intrigante de nuestra parashá puede entenderse en términos de estos dos caminos: luchar por preservar la propia identidad e interactuar positivamente con la sociedad.

El incidente se refiere a un aparente desacuerdo entre Iosef y su padre Jacob. Iosef ha llevado a sus dos hijos al anciano y ciego Jacob, para que Jacob les dé su bendición. Iosef  pensó que sería apropiado que su padre pusiera su mano derecha sobre la cabeza de Menashe, el hijo mayor, y su mano izquierda sobre la del hermano menor, Efraím. Sorprendentemente, Jacob cruzó los brazos de modo que su mano derecha quedara sobre la cabeza del hijo menor. Cuando Iosef protestó por esto, su padre insistió en que eso era correcto (Génesis 48:13–14, 18–20).

¿Cuál fue el desacuerdo entre Iosef y su padre Jacob? La explicación habitual es que Jacob sabía que el gran líder Josué sería descendiente de Efraím. Sin embargo, el Rebe proporciona otro nivel de explicación, basado en el significado de los nombres de los dos jóvenes.

Iosef había llamado a su hijo mayor Menashe, diciendo: "D-os me ha desalojado de la casa de mi padre". El nombre "Menashe" significa el intento de Iosef de preservar su identidad como hijo de su padre Jacob. Ahora se encontraba en el ambiente inmoral egipcio, pero estaba decidido a conservar su identidad religiosa y moral, como vemos en el incidente que involucró a la esposa de Potifar. El primogénito Menashe significa moderación. Por el contrario, le dio a su segundo hijo el nombre de Efraím, diciendo: “Di-s me ha hecho florecer en la tierra de mi aflicción” (Bereshit 41:52). Efraím representa el segundo camino, el de la interacción creativa.

¿Qué enfoque es el más importante? Iosef, cuya propia vida fue de hecho una lucha por preservar su identidad, pensó que Menashe debería ser dominante. Jacob, mirando hacia el futuro, pensó que Efraím era más importante. Ciertamente, la moderación de Menashe es esencial, e incluso debe ser lo primero. Pero el objetivo final es la transformación positiva del mundo, que se logra a través de Efraím.

Por lo tanto, la bendición judía tradicional que los padres dan a sus hijos es: "Que Di-s os haga como Efraím y Menashe". Menashe es esencial. Pero una vez alcanzado ese nivel, Efraím es el objetivo.

NO ESTAMOS SOLOS

"José murió y fue puesto en un ataúd en Egipto." (Bereshit 50:26)

A lo largo de sus vidas, nuestros patriarcas y matriarcas se aferraron a D-os y Su plan para la creación. Ellos por lo tanto no estaban afectados por el ocultamiento de la Divinidad de nuestro mundo. A pesar de que nuestra conciencia Divina es mucho menor, hemos sin embargo heredado algo de su capacidad para elevarnos por encima de las limitaciones de este mundo. Esto es lo que nos permitió cumplir con la misión Divina descrita en el siguiente libro de la Torá, Éxodo. En el libro de Éxodo, veremos al pueblo judío recibir la Torá y comenzar a construir un hogar para D-os en este mundo.

Para proveernos de esta inspiración, nuestro ancestros, también, tuvieron que vivir en un estado similar al exilio. Esto sucedió cuando Jacob y su familia descendieron a Egipto. A pesar de que nunca fueron esclavizados, ellos estaban en “exilio”, apartados de la Tierra Santa. Al mantener un dominio espiritual sobre Egipto, Jacob y sus hijos nos dieron la fuerza para sobreponernos a la oscuridad espiritual de nuestro propio exilio.

Luego del relato de Jacob en Egipto, la Torá nos da la inspiración que nos sostendrá hasta el fin de nuestro exilio: “José fue puesto en un ataúd en Egipto.” No estamos solos; José está con nosotros en el exilio, recordándonos que nosotros también nos podemos elevar por encima del exilio y transformarlo en Redención.

Likutei Sijot, vol. 25, págs. 474 ff, vol. 30, págs. 249 ff.

Génesis (Bereshit) 47:18 – 50:26

La doceava y última sección del libro de Génesis relata el último período en la vida de Jacob y la sucesión de su hijo José. Jacob vivió (Vaiejí, “y él vivió” en Hebreo) los últimos 17 años de su vida en Egipto. Además de dedicarse a la educación moral continua de sus descendientes, Jacob organizó a su familia en tribus para prepararla para su destino espiritual, y luego le otorgó a cada tribu sus características espirituales únicas. Luego de su muerte, los hijos de Jacob lo enterraron en la parcela de sepultura familiar en Hebrón. La sección culmina con la subsiguiente muerte de José y su promesa de que Di-s eventualmente los llevaría de nuevo a la Tierra Prometida.

LOS CARROS DESAPARECIDOS

Por Asharon Baltazar

El siglo XVIII fue una época difícil para ser judío en Europa del Este. Una vez, en un intento por evitar a los funcionarios fronterizos corruptos, un judío contrató agentes para contrabandear casi 200 carros llenos de vino a través de los campos rusia. Había invertido mucho dinero en esta arriesgada empresa y anticipaba el día en que se enteraría de la llegada sana y salva de los carros.

Un día, el hombre, que se contaba entre los seguidores del rabino Schneur Zalman de Liadi (el Alter Rebe), fue notificado, como un relámpago en un día soleado, que sus 200 carros habían sido capturados y confiscados por las autoridades rusas. Abrumado por el dolor, el pobre apenas logró procesar la noticia antes de desmayarse. Peor aún, no podían despertarlo. Cada vez que una de las personas que lo acompañaban lograba reanimarlo, el hombre simplemente se desplomaba y se desmayaba. Este escenario se repitió numerosas veces.

Su situación finalmente fue llevada ante el Alter Rebe, cuya respuesta fue desconcertante pero definitiva: los carros no habían sido confiscados.

El comentario impulsó la búsqueda de los vagones desaparecidos, y fueron descubiertos sanos y salvos. Según los conductores, durante su huida por la campiña rusa, el sonido de un carruaje provisto de un timbre les hizo creer que estaban siendo perseguidos por las autoridades. Preocupados por sus vidas, los carreteros abandonaron la caravana y huyeron a pie.

Como resultado, el largo séquito de caballos atados a carros obstruyó el camino. Varios transeúntes no pudieron evitar darse cuenta de esto y guiaron a los caballos hacia el costado del camino, donde fueron atados. Los caballos y sus preciadas mercancías permanecieron al costado del camino hasta que, finalmente, los conductores regresaron y llevaron la mercancía al aliviado propietario.

Después de que todo esto se aclaró, los jasidim se acercaron nuevamente al Alter Rebe con una pregunta diferente: ¿Cómo es posible que alguien que dice no realizar milagros sea sorprendido haciendo precisamente eso descaradamente? ¿Cómo supo el Rebe que los bienes no habían sido requisados?

El Alter Rebe descartó la pregunta y explicó: “Nunca fue un milagro. Mi respuesta se basó en la enseñanza de nuestros sabios de que D-os sólo envía a la persona un sufrimiento que es capaz de soportar. Cuando escuché que el hombre no podía despertarse debido a los constantes desmayos, fue obvio para mí que los 200 carros llenos de vino incautados no es un desafío que D-os le enviaría. Semejantes dificultades eran demasiado para él”.

HONRAR A LOS PADRES

Honrar a los padres es una de las mitzvot selectas que figuran en los Diez Mandamientos. La Torá nos dice: "Honra a tu padre y a tu madre" y también nos dice "Honra a tu D-os", dando así a entender que honrar a los padres… ¡está en el mismo nivel que honrar a D-os!

Al fin y al cabo, por más que respetemos a nuestros padres, nunca podremos pagarles lo que hicieron al traernos al mundo. Pero esa no es la única razón para honrarlos: también es una mitzvá, y esa es una razón suficiente.

En realidad, son dos mitzvot: honrar y respetar. ¿Cuál es la diferencia?

Honrar significa:

• Cuando tu mamá o tu papá entran a la habitación, ponte de pie. Y quédate parado hasta que ellos se sienten o estén fuera de la vista o hasta que te digan que te sientes.

• Sirve y asiste a tus padres en todo lo que sea posible y cada vez que sea posible. Dales de comer, vistelos y proporcionales medios de transporte.

[Si tus padres pueden afrontar estos gastos, no estás obligado a pagarlos. De hecho, los padres se sienten mejor cuando se pueden mantener a sí mismos financieramente].

Respetar significa:

• Si tu padre o tu madre tiene un lugar especial en el que se sientan, no te sientes allí.

• No contradigas a tus padres en la cara. Siempre hay una forma discreta de encarar las discusiones/los entredichos. Cuando no estés en su presencia, podrás expresar una opinión contraria, pero siempre de modo respetuoso.

• "¡Papá, yo creo que tienes razón!", esta también es una forma de hablar poco respetuosa. Tus padres no necesitan de tu aprobación.

• A menos que te pregunten cuál es el nombre de tus padres, no los llames ni te refieras a ellos por su nombre ni siquiera póstumamente.

Detalles técnicos:

• Los padres que son psicológicamente inestables también deben ser respetados. Si esto se vuelve demasiado difícil, contrata a un empleado que ayude a su cuidado.

• Los padres pueden renunciar al honor que se les debe, por ejemplo, dejando que sus hijos no se pongan de pie por ellos.

• También tenemos el deber de respetar a los padrastros, madrastras, suegros, abuelos y hermanos mayores.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Guayaquí 3193
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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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