Mundo Judío

Mi Sinaí

Un Rayo de Luz - Preparativos para la Redención Personal - El "Amor Exagerado" del Rebe - 10 de Shevat

No. 229
Bo
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Horario de velas de Shabat en Montevideo, viernes 19/1  19:42
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UN RAYO DE LUZ

Por Yossy Goldman

Hace un tiempo hubo algunos grandes apagones en varias partes de Estados Unidos. Aun recuerdo el ensayo que escribí en el liceo sobre el gran apagón en los 60. En Johannesburgo, donde vivo, tenemos cortes de energía localizados en forma frecuente. A veces incluso nos impiden disfrutar de un cholent caliente en la tarde de Shabat.

Todos esos apagones son inconvenientes menores comparados con el Gran Apagón en Egipto antes del Éxodo. La novena plaga fue la Oscuridad, y el relato bíblico hace parecer a los cortes de energía actuales como insignificantes.

"Hubo una densa oscuridad en toda la tierra de Egipto durante tres días. Nadie pudo ver a nadie, ni nadie pudo levantarse de su lugar durante tres días. Sin embargo, para los israelitas sí había luz en donde se encontraban." (Shemot 10:22-23)

De acuerdo a los comentarios, no había solo una ausencia de luz sino una niebla tangible que se agravó con el tiempo. Los primeros tres días no podían ver. Los siguientes tres días no podían ni siquiera moverse. Pero, milagrosamente, allí cerca en el barrio judío de Goshen ¡había luz!

El versículo "para los israelitas sí había luz en donde se encontraban" impulsó al santo Rabí Israel de Ruzhin a dar la siguiente hermosa interpretación. "Cada judío es un rayo de luz. Solo depende del lugar donde esté". El ambiente en el cual un judío se encuentra puede a veces echar sombra sobre la espiritualidad y luz que posee en forma innata. Sin embargo, de ninguna forma esto disminuye la luz Divina dentro suyo. No todo ambiente es conducente a la luz. A veces un judío puede ser afectado negativamente por su entorno. Pero intrínsecamente, cada judío es un rayo de luz Divina.

¿Usted cree en D-os? Eso no es suficiente. Tiene que creer en los judíos también. Ni siquiera sea cínico con los judíos cínicos. Sé que no siempre es fácil, aun para aquellos de nosotros que, filosóficamente, nos identificamos con este concepto. Frecuentemente tengo que discutir con los miembros del minian diario de mi shil sobre este punto. Una persona viene a decir kadish luego de haber perdido a un ser querido, y los asistentes regulares a veces hacen pequeñas apuestas privadas: ¿se quedará hasta el final y dirá kadish todo el año o desaparecerá después del período de duelo inicial? Algunos son cínicos, aunque por experiencia. Citan el viejo adagio en idish "el malaj hamavet (ángel de la muerte) nutre a las sinagogas". A veces tengo que ponerme en el rol no solo de defensor de la fé sino de defensor de la congregación. "Nunca se den por vencidos con un judío", les digo. De hecho, muchas veces nos sorprendemos gratamente cuando un judío para quien la experiencia en la sinagoga es completamente extraña se convierte en un asistente regular.

Admito que también hay veces que tengo que recordarme a mí mismo de nunca ser cínico y apoyar mis propias creencias ideológicas. Un incidente en particular de hace unos años me viene a la mente. Fuimos invitados por unos amigos para ver en su casa un nuevo drama documental sobre el Holocausto. Era una producción larga y éramos bastantes personas. Decidimos hacer un intervalo. El corte también nos dio la oportunidad de rezar minjá (la plegaria de la tarde). Entre los invitados había un tío del anfitrión, un conocido y exitoso comerciante de diamantes también famoso por su ateísmo declarado. No estaba seguro qué hacer con él. ¿Le debería ofrecer un sidur (libro de plegarias) o no? ¿Lo consideraría una provocación y se molestaría? En mi duda, decidí no hacer nada.

Después, cuando miré alrededor no lo veía por ningún lado. Como lo esperaba, al otro día su sobrino confirmó mis sospechas. Se molestó porque no fue invitado a unirse a la plegaria. "¿No soy también judío?" le preguntó. Estaba justificadamente herido e hice esfuerzos especiales en las próximas semanas para tranquilizarlo, asegurándole que de verdad creía que él era tan judío como yo.

Aprendí una lección importante de ese episodio. Nunca desprecie a ningún judío. Nunca sea cínico de los cínicos. Cada judío es un rayo de luz. Todo lo que debemos hacer es hacer el ambiente un poco más conducente, y la luz inherente brillará.

PREPARATIVOS PARA LA REDENCIÓN PERSONAL

"[D-os le ordenó a Moisés que le dijera al pueblo] Deben tomar un manojo de hisopos y [con él] apliquen sangre [del sacrificio Pascual] en el dintel y los dos marcos." (Shemot 12:22)

El marco derecho representa las buenas acciones; el marco izquierdo la plegaria, y el dintel sobre ellos el estudio de la Torá. Juntos, estos tres constituyen una vida completa y balanceada que nos permite cumplir con nuestra misión Divina de hacer del mundo un hogar para D-os.

La puerta misma representa nuestra disposición a obedecer la voluntad de D-os, dado que este compromiso es la puerta de entrada a nuestra participación activa con D-os para rectificar el mundo. El pequeño hisopo usado para aplicar la sangre en el marco de la puerta representa la auto-abnegación que debemos cultivar para ser receptivos a la presencia de D-os en nuestras vidas. La sangre misma representa la vitalidad de nuestra alma vital, con la cual debemos hacer buenas acciones, rezar y estudiar Torá.

Todo éxodo personal de un “Egipto” requiere que apliquemos humildemente nuestra vitalidad a la acción, la plegaria y el estudio de Torá, todo realizado con un compromiso renovado para con nuestra misión Divina en la vida.

Séfer HaMaamarim 5632, vol. 1, págs. 129, 284-285; 5678, págs. 239, 244-245; 5706, págs. 69-70, 76.

Éxodo (Shemot) 10:1 – 13:16

La tercera sección del libro de Éxodo comienza cuando D-os le dice a Moisés que venga (Bo en Hebreo) al Faraón para anunciar la octava plaga. Siguen dos plagas más, luego de los cuales los judíos son finalmente liberados de la esclavitud y sacados de Egipto. D-os le dice al pueblo que observe el aniversario del Éxodo como la festividad de Pésaj.

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EL "AMOR EXAGERADO" DEL REBE

Por Elchonon Isaacs

París, 1971. Un estudiante rabínico se encontraba en un concurrido bulevar preguntando a los transeúntes si eran judíos y si querían ponerse tefilín en la sinagoga cercana.

Joseph Schoukroun, un joven aspirante a ingeniero nacido en una familia judía en Argelia, llevaba una vida secular y no sabía mucho sobre su herencia. Cuando se le preguntó si era judío, respondió afirmativamente. En respuesta a la oferta del joven de ayudarlo a ponerse los tefilín, su curiosidad se apoderó de él y aceptó entrar a la sinagoga.

Allí se puso los tefilín por primera vez y luego siguió su camino.

A medida que pasaban los días, la pregunta “¿eres judío?” seguía dando vueltas en su mente y no le daba descanso. Entonces pasó por una librería y compró algunos libros sobre el judaísmo. A medida que leyó y absorbió la información, comenzó a realizar pequeños cambios en su vida.

Pasó el tiempo y el trabajo llevó a Joseph a Brunoy, un suburbio al sureste de París. Al preguntar sobre la comida kosher, lo dirigieron a la ieshivá de Jabad que se había fundado allí poco después del final de la Segunda Guerra Mundial. Fue recibido por dos estudiantes de la ieshivá que entablaron una conversación con él. Pronto se dieron cuenta de que la sed de Joseph por el conocimiento de la Torá era insaciable.

La ieshivá organizaba periódicamente seminarios para estudiantes universitarios para avanzar en sus estudios de Torá, e invitaron a Joseph a unirse. Aceptó su invitación y comenzó a aprender con entusiasmo, pasando ocho meses en la ieshivá aprendiendo Torá y viviendo como un judío observante. Durante ese tiempo escuchó mucho sobre el Rebe y quiso visitar Nueva York y conocer al Rebe personalmente.

Y así, Joseph consiguió una audiencia con el Rebe. Siguiendo la costumbre establecida, Joseph compuso una extensa carta describiendo sus antecedentes, la encrucijada en la que se encontraba y las muchas otras preguntas que tenía, algunas relacionadas con las costumbres jasídicas.

Durante la audiencia, Joseph leyó sus preguntas y el Rebe respondió a cada una de ellas. Entonces Joseph dijo: “He oído mucho sobre usted durante los últimos ocho meses y, en mi opinión, los parisinos le tienen un amor exagerado”.

El Rebe sonrió y respondió: “¿Qué puedo hacer? ¡Yo mismo tengo un amor exagerado por cada judío!”

Joseph, ahora conocido como Yosef, regresó a Francia y continuó sus estudios. Con el tiempo se casó y formó una hermosa familia judía, y se involucró en compartir el amor y la sabiduría del Rebe con muchos judíos parisinos.

10 DE SHEVAT

Un Shabat de mañana del 10 de Shevat de 5710 (28 de Enero de 1950), el sexto Rebe de Lubavitch, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria, pasó a su descanso eterno. El Rebe, Rabi Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, estaba abrumado por el dolor. Durante meses, la mera mención de su suegro lo llevaba a derramar un mar de lágrimas. A pesar de ser la opción natural para sucederlo, él se negó vehementemente a tomar el rol de "Rebe".

Solo después de transcurrido un año, finalmente, sucumbió ante los pedidos que llegaban de todos los rincones del mundo y aceptó oficialmente el manto del liderazgo. Pero desde el principio, estuvo claro que tenía la intención de llevar a cabo el trabajo de su suegro de extender la mano y recibir a cada judío sin importar cuán distante estuviera este geográfica o espiritualmente de su pueblo.

El 10 de Shevat de 5711 (17 de Enero de 1951), el Rebe aceptó formalmente el liderazgo de Jabad-Lubavitch a través de un discurso tradicional de enseñanza jasídica. En esta ocasión, el Rebe dijo (traducción libre):

"Aquí en Estados Unidos, a la gente le gusta escuchar las cosas expresadas en modo de ‘declaración’, preferiblemente una declaración provocativa e impactante. No sé si este es el mejor enfoque, pero como nuestros sabios han dicho: cuando llegas a una ciudad, haz como se acostumbra allí. 

Los tres amores, el amor a D-os, el amor a la Torá y el amor al prójimo, son uno solo. No se puede diferenciar entre ellos, pues son de una sola esencia. Y siendo así, cada uno representa a los tres. Esta es nuestra "declaración": Si ves una persona que tiene amor a D-os, pero carece de amor a la Torá y a su semejante, debes decirle que su amor a D-os es incompleto. Y si ves a una persona que ama a su prójimo, debes esforzarte para traerlo también hacia un amor a la Torá y a D-os, que su amor hacia su semejante no solo se exprese a través de proveerle pan al hambriento y agua para el que tiene sed, sino también al acercarlos a la Torá y a D-os.

Cuando tengamos los tres amores juntos, vamos a lograr la redención. Ya que así como este exilio fue causado por la falta de amor al prójimo, también la redención final inmediata será lograda a través del amor al prójimo."

En aquel encuentro, el Rebe también estableció lo que se convertiría en el hilo conductor de sus enseñanzas y actividades: que nuestra generación es la encargada de llevar a cabo el propósito mismo de la creación, lo que la filosofía jasídica define como "Hacer una morada para D-os en el mundo físico". Es nuestra generación, dijo el Rebe, la que anunciará la era del Mashiaj, la era de la bondad y la perfección, que es el objetivo final de milenios de esfuerzo del hombre por sacar a la luz la imagen divina en la que fue creado.

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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