Mundo Judío

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Un Atisbo Detrás del Velo - Cambiando de Dirección - El Terrateniente Arrepentido - La Hospitalidad

 

 

 

 

 

 

                                     

No. 241                                                                                            

Beshalaj                                                                                       

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Horario de velas en Montevideo, viernes  25 /01 19:38 hrs

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UN ATISBO DETRÁS DEL VELO

Por Tali Loewenthal 

La vida puede parecer muy confusa. La lucha para pasar de una etapa a otra, o aun de un día al siguiente, puede parecer algo sin sentido. La perspectiva de la Torá es que hay de hecho un significado profundo y hermoso en cada paso de nuestras vidas: pero ese sentido del propósito está generalmente oculto. Está velado, cubierto, como una invención nueva y excitante que está cubierta por un gran manto al comienzo de su primera aparición pública. La gente está parada allí, expectante. Los periodistas listos con sus cámaras prontas. El velo se saca a un lado, y uno escucha a la gente quedarse sin aliento...

La apertura del mar fue algo parecido a esto y más. Por un lado fue una expresión deslumbrante del poder de D-os. Más que cualquiera de las diez plagas, esto mostró que D-os es el amo de la naturaleza, y que Él puede erradicar el mal completamente. Luego de la destrucción del ejército egipcio en el mar, la amenaza de Egipto desapareció completamente. Por varios siglos los judíos no se tuvieron que preocupar más por Egipto como un poder político.

Otro aspecto de la apertura del mar es que reveló la infinitud de lo divino a cada individuo. Los sabios nos dicen que la persona más simple que estuvo presente en la partición del mar experimentó visiones más profundas que las que tuvieron los grandes profetas de antaño.

El mar representa el dominio de lo que está oculto, dado que las aguas ocultan todo debajo de las olas. Partir el mar, y revelar la tierra seca sobre las que los judíos podrían caminar, expresa la idea que las áreas ocultas se vuelven de alguna manera reveladas y accesibles.

Experimentar este evento tuvo un efecto tremendo sobre todos y los preparó para la experiencia más grande de todos los tiempos: la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, que tuvo lugar seis semanas después. La Torá proviene del ocultamiento interior de D-os. En el Sinaí la ocultación de D-os se hizo accesible para cada hombre y mujer, uniéndolos a todos como judíos y con D-os, a través de las generaciones. La partición del mar fue una preparación para esto.

Una vez que este tipo de experiencia tiene lugar, la persona sabe que hay significado, hermosura y santidad. El hecho que este propósito y hermosura estén ocultos en el momento, por un velo, una tela o un montón de escombros, no importa. Uno sabe cual es su tarea: seguir adelante, paso a paso.

La lucha que puede implicar este empeño, tiene significado en sí misma. Esto fue explicado por el sexto Rebe de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneersohn, en un notable tratado llamado Bati LeGani "He Venido a Mi Jardín". El propósito de la existencia es lograr una morada para la Shejiná, la Presencia Divina, en nuestro mundo físico. Esto empezó a lograrse en el tiempo de Adam y Eva en el Jardín del Edén, pero debido a su pecado, la Shejiná se alejó del mundo. La tarea del pueblo Judío es traer a la Shejiná de nuevo, a través de nuestras vidas diarias en el cumplimiento de las enseñanzas de la Torá.

A veces esto parece muy difícil. Pero una de las profundas cualidades dentro de nuestra personalidad es Netzaj, la determinación y resolución de alcanzar la victoria. Rabí Iosef Itzjak nos dice que cuando luchamos por algo bueno, con toda nuestra fuerza, nos abrimos paso a un sentido más alto de revelación de lo Divino. Esta es la ayuda Divina que se nos otorga, para que sigamos adelante hacia la Redención, cuando, como en la entrega de la Torá y la partición del mar, el velo será finalmente quitado, y para toda la humanidad, se revelará una belleza, bondad y santidad infinita.

                                                      

CAMBIANDO DE DIRECCIÓN

"Moisés tuvo que hacer que los Israelitas salieran del Mar de Juncos." (Shemot 15:22)

El pueblo judío no se demoró por codicia. Estaban cumpliendo el mandamiento de D-os de vaciar a Egipto de toda su riqueza. La dimensión espiritual de esta directiva era salvar todos los potenciales de santidad presentes en esa riqueza.

De esto aprendemos dos lecciones: Primero, que al saber cuál es nuestra misión Divina en la vida, debemos estar tan dedicados a ella que hacer cualquier otra cosa nos parece impensable. Por el otro lado, en cuanto es claro que es tiempo de cambiar de dirección, no debemos titubear. Debemos aplicarnos a la nueva misión con el mismo entusiasmo que le dimos a nuestra misión anterior.

Segundo, así como los judíos no querían dejar ni una sola pieza de riqueza egipcia sin elevar, así nosotros debemos desear traer hasta el último individuo cerca de D-os. Hasta que recibamos una directiva clara de concentrarnos en otra cosa, debemos ver a cada individuo alejado de D-os como una perla preciosa esperando ser redimida de Egipto.

Likutei Sijot, vol. 21, págs. 77-82.

 

Éxodo (Shemot) 13:17 – 17:16

La cuarta sección del libro de Éxodo comienza con el momento después de que el Faraón “expulsa” (Beshalaj en Hebreo) a los judíos de Egipto. Los judíos viajan hacia el Monte Sinaí para recibir la Torá, pero son perseguidos por el Faraón y el ejército egipcio. D-os parte el Mar de Juncos, permitiendo a los judíos pasar a salvo y luego ahoga a los egipcios en él. Los judíos continúan hacia el Monte Sinaí, con D-os proveyéndoles milagrosamente de comida (maná) que caía del cielo y agua que manaba de una roca. Cuando están por llegar a su destino, los judíos son atacados por la nación de Amalek

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EL TERRATENIENTE ARREPENTIDO

Cierta vez, unos Jasidim que estaban en la ciudad de Lubavitch reunidos estudiando Jasidut (filosofía jasídica) fueron sorprendidos por el shamash (ayudante) del Rebe, el Tzemaj Tzedek. Éste les indicó que el Rebe deseaba hablar de inmediato con uno de ellos. Se entiende que el jasid acudió rápidamente a la habitación del Tzemaj Tzedek. Pero sus compañeros no volvieron a verlo sino hasta varios días más tarde. Entendieron que el Rebe lo había enviado en una misión especial. A su regreso, sus compañeros le pidieron que les contara cuál había sido el motivo del llamado.

Entonces les relató que el Rebe lo envió a cierta aldea, al terrateniente local que era famoso por ser terriblemente malvado y un gran antisemita, y que le dijera la siguiente frase: "El Rebe dice que ya es momento de hacer Teshuvá (regresar a D-os)". Luego, debía dejar el lugar de inmediato.

Al escuchar estas palabras, relató el jasid, su cuerpo se estremeció. El jasid le explicó al Tzemaj Tzedek que esta misión implicaba arriesgar la vida, pues en la entrada del palacio del terrateniente había guardias fuertemente armados y perros entrenados para asesinar a los desconocidos y ningún judío traspasaba esa puerta. Seguramente los guardias y los perros lo matarían.

Y si con mucha suerte lograba sortearlos y entraba a la habitación del terrateniente y pronunciaba las palabras que el Rebe le indicaba, parecería un demente y de todas maneras lo liquidarían.

El Rebe lo tranquilizó y le entregó un Nombre Sagrado para que se concentrara en él desde el momento en que ingresaba al territorio del terrateniente hasta salir de allí. Además le aseguró que emergería del lugar allí sano y salvo.

El jasid llevó a cabo la misión encomendada. Ni siquiera un perro ladró al verlo. Y cuando estuvo frente al terrateniente y le repitió las palabras de su Rebe, éste reaccionó como quien despierta de un sueño y respondió: "Sí".

El jasid se retiró de la finca, olvidó el Nombre Sagrado que le entregó el Tzemaj Tzedek y aunque trató de esforzarse para recordarlo, le fue absolutamente imposible.

Después de un tiempo, se corrió la voz que el terrateniente había desaparecido, y después de una minuciosa búsqueda llegaron a la conclusión de que se había 'evaporado'. Los judíos de la zona se alegraron al liberarse de semejante malvado.

Después de unas semanas, llegó a Lubavitch un hombre que vestía harapos y tenía una larga cabellera. No hablaba con nadie, y pasaba todo el tiempo, día y noche, en el Beit Hamidrash estudiando Torá y rezando. Ayunaba y se provocaba todo tipo de tormentos. Demostraba ser un verdadero Baal Teshuvá (retornante). Sólo algunos Jasidim supieron el gran secreto: éste era el terrateniente, un judío renegado que el Rebe había devuelto a su judaísmo.

Cuando los Jasidim lo supieron, decidieron mandar un emisario al Rebe, quejándose. Si para el Rebe era tan sencillo acercar al camino correcto a un malvado tan grande y convertirlo en un retornante, ¿por qué ellos debían esforzarse tanto para corregir su alma? ¿No era más fácil que les indicara un camino más sencillo? El Rebe les respondió con un ejemplo: Un pastor que conduce su rebaño al lado de un lago. Algunas ovejas se van del camino, suben a la colina, otras bajan al valle. Si el pastor se dedicase a traer a cada una de esas ovejas personalmente, en poco tiempo estaría agotado y perdería todas sus fuerzas. Tendría que dejar de ser pastor. Por eso las acerca a través de un silbido, un grito, o tirando una piedra. Sólo si una de sus ovejas cae en un pozo profundo, el pastor debe juntar fuerzas, bajar al pozo y subirla en sus hombros…

LA HOSPITALIDAD

Su sello distintivo era la tienda siempre abierta. Plantó su hospitalidad sin fines de lucro en medio del desierto e invitó a cada viajero y nómade a pasar una noche de descanso y disfrutar de una comida caliente.

Algunos lo consideraban extremista. En cierta ocasión, mientras estaba en medio de una conversación con el mismo D-os, algunos viajeros aparecieron a la distancia. Él se disculpó y ¡corrió a invitarlos y atenderlos! Para Abraham, la hospitalidad era más urgente que la comunicación con D-os.

La tradición quedó en la familia. Cuando el emperador romano Juliano ordenó el establecimiento de albergues para viajantes que transitaban de ciudad en ciudad, se refirió al ejemplo de los judíos “en medio de quienes un extranjero nunca pasa desatendido”. Inclusive, en los peores momentos, cada comunidad judía tuvo una sociedad para proveer comida y albergue a cualquier viajante, sin discriminación.

Cómo Hospedar

La hospitalidad, hajnasat orjim, se cumple principalmente cuando se reciben visitantes del exterior, pero también los invitados locales son considerados. Como es una mitzvá tan grande, no esperamos que alguien llame y pida, lo invitamos nosotros; también ofrecemos nuestra casa a organizaciones locales que acomodan a huéspedes.

Una vez dentro, algunos huéspedes son demasiado tímidos para pedir una bebida fría o una almohada extra. Un buen anfitrión anticipa sus necesidades.

Aquí, otro ejemplo de Abraham. A pesar de tener muchos sirvientes, él mismo se paró frente a sus huéspedes y atendió sus necesidades. Si es una mitzvá tan grande, ¿por qué dejársela a otro?

Cuando se van tus invitados, asegúrate de prepararles una vianda de comida kasher para el camino. Es una mitzvá escoltarlos al aeropuerto, ómnibus o tren o, por lo menos, dos metros desde la entrada de tu casa. De hecho, la recompensa por escoltar a los huéspedes supera a la que recibimos por todo lo que les dimos. Va más allá de atenderlos en nuestra ciudad, queremos asegurarnos de que lleguen a destino sanos y salvos y sin inconvenientes.

 

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Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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