Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Esto hay que saberlo, al seguir las noticias sobre los disturbios en Jerusalem


Desde el sábado por la noche, cuando un palestino de Shoefat, al noreste de Jerusalem, baleó  y mató a Noa Lazar de la unidad de los pasajes de la Guardia de Fronteras, ha ido en aumento la tensión en la zona. Mientras Noa era sepultada y mientras los médicos continúan intentando salvar al guardia que resultó gravemente herido, David Moral oriundo de Brasil, las fuerzas de seguridad buscan al asesino , concentrándose en el campamento de refugiados Shoefat donde consideran que se esconde. Ello ha llevado a restricciones que evidentemente limitaron a la población local, por lo cual no pocos salieron a protestar.

Pero como esto no es cuestión de unos vecinos inocentes que protestan por un cierre, sino de terroristas que orquestan el desorden, la cosa se ha salido de control. Y este miércoles comenzó un gran estallido que tuvo de escenario a varios de los barrios árabes de Jerusalem, ubicados todos en la parte oriental.

Al respecto, es imperioso hacer varias puntualizaciones.

Lo que está ocurriendo, no es una protesta popular contra nada, sino una campaña bien orquestada a través de las redes sociales tanto por Hamas como por otras organizaciones terroristas que quieren encender el terreno, exhortando a los más jóvenes a salir a cometer atentados.

Judíos fueron atacados en barrios árabes, una familia casi fue linchada aunque iba con dos niños chicos, uno de ellos un bebé, en su coche, hubo lanzamientos de petardos hacia casas de judíos en barrios vecinos y fueron apedreados seriamente vehículos israelíes.

Todo esto ocurre no porque los judíos decidieron invadir barrios árabes, sino porque Jerusalem no es una ciudad dividida, y así como los árabes pueden movilizarse por donde quieran, también hay judíos que entran a barrios árabes,  más que nada para cortar camino hacia algún lado, si es el recorrido preferido. Pero esto último, aunque ocurre en tiempos tranquilos, es mucho más peligroso que lo primero. Los árabes saben que pueden ir cuando quieren a cualquier parte de la ciudad, mientras que los judíos corren riesgos si hacen lo mismo en zonas de población árabe.

 

Es un  hecho, no una interpretación subjetiva.

O sea, jóvenes enardecidos que acaban de ver cantos de odio en tiktok contra los judíos y de leer panfletos de organizaciones terroristas que llaman a atacarlos, deciden agredir a cualquier automóvil con matrícula israelí en los que distinguen a quienes identifican como judíos. Esto, aunque sus propios coches también tienen chapa israelí, igual que la de los judíos, porque son habitantes de su capital.

El problema tras estos estallidos, es que no ocurren en el vacío ni tampoco están aislados en el tiempo. En algún momento baja la tensión y se vuelve a la “normalidad”. Muchos de esos tumultosos probablemente trabajen en barrios vecinos , se crucen diariamente con judíos que residen en la misma ciudad y quizás estén sentados en el mismo café en el centro comercial Malha que tan a menudo vemos lleno de árabes . Unos y otros se mirarán probablemente con desconfianza, pero la vida continuará.

Continuará, hasta que los extremistas tiren la gota que rebase el vaso y arruinen todo a todos. Es que no se puede hacer un doble juego, no se puede atacar y tratar de matar y luego pedir trabajo  y vida normal.  No se puede atacar a un judío religioso con fuegos de artificio para tratar de lastimarlo, y luego presentarse como víctimas.

No funciona. Simplemente, no puede ser.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(12 de Octubre de 2022)

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