Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Los dos grandes peligros internos hoy en Israel


 

 

Israel amaneció este martes a una nueva realidad, que si bien aún podría en principio no concretarse en forma definitiva, ya es motivo de seria preocupación dado que no hay señales de que quienes pueden frenarla tienen intención de hacerlo.

La coalición de gobierno aprobó por mayoría de 63 diputados a favor frente a 47 en contra, la primera parte de la muy polémica reforma judicial planteada semanas atrás por el Ministro de Justicia Yariv Levin. Fue por ahora sólo una de las tres votaciones necesarias, pero está claro que es la señal de que así piensan seguir. Lo dicen explícitamente, afirman que “no nos detendremos ni un segundo”, y aunque alegan “estar dispuestos al diálogo”,su actitud muestra lo contrario, a pesar de la impresionante protesta pública en contra de la reforma.

Aquí están las bases del doble peligro al que hacíamos referencia en el título. Por un lado, en el contenido mismo de las reformas del sistema judicial que están siendo votadas, que no son la corrección de los problemas que realmente deben ser corregidos, sino un intento avasallante de dar poder sin límites a la coalición de gobierno, sin que los jueces lo puedan limitar.  Por otro, el peligro está también en la evidente incapacidad del gobierno-y la responsabilidad central al respecto es del Primer Ministro- de comprender la envergadura de la oposición popular, lo cual está conduciendo a una seria fractura en la población.

Vayamos por partes.

Concretamente, votaron enmiendas en una ley básica (fundamental), determinando dos puntos claves.

Uno es la determinación de una nueva composición de la comisión que elige a todos los jueces de Israel de modo que esté garantizada de antemano una mayoría de votos que representan a la coalición de gobierno. Si bien hay lo que corregir en la composición actual y en el proceso que lleva a la elección de los jueces, la “reforma” politiza totalmente el sistema y por ende quita independencia a los tribunales. Claro que en principio puede suceder que un juez electo por ser considerado por la coalición favorable a su línea, puede luego mostrar ser absolutamente valiente e independiente, pero el método no es prometedor.

El otro es la determinación que los jueces de la Suprema Corte de Justicia no podrán intervenir contra la legalidad de leyes básicas, aunque la determinación  de leyes como tales es simplemente cuestión de voluntad de la coalición. Tampoco podrá, por ejemplo,abolir enmiendas a leyes como la que está en proceso  conocida como “Der´i 2”. Esta está  destinada a permitir que el jefe del partido ultraortodoxo SHAS Arie Der´i pueda volver a ser ministro aunque la Suprema Corte determinó que ello no es legal  debido a que había sido declarado culpable de corrupción y no cumplió su promesa a la Fiscalía de dejar la política a cambio de no ir a prisión.

Están en camino otras votaciones, no sólo las necesarias para confirmar definitivamente las enmiendas ya aprobadas en forma preliminar, sino para agregar otras. Por ejemplo, que solamente por votación unánime de todos los 15 jueces de la Suprema Corte de Justicia se podrá abolir una ley promulgada en el parlamento (Kneset) . Y que por otra parte, con una mayoría de tan solo 61 diputados, o sea la mitad más uno de la Kneset, se podrá volver a promulgar una ley que la Suprema Corte ya haya inaceptable.

No hay prácticamente un analista, jurista o experto serio en Ciencias Políticas o Derecho, que alegue que no son necesarias reformas en el sistema judicial. Y la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia, ha cometido reiteradamente el serio error de no reconocerlo públicamente. Pero entre eso y lo que se está votando, hay años luz de distancia.

Son numerosas las figuras que tienen en su haber una trayectoria de décadas dedicadas al país , que exhortan al gobierno a frenar el camino por el que está marchando. Este martes se reveló una carta que 460 ex miembros del Shin Bet, el servicio de seguridad abocado a la lucha anti terrorista, envió a uno de los ministros de Netanyahu, el ex jefe del Shin Bet Avi Dichter, exhortándole a hablar en voz alta y decir cuál es el peligro. Entre los firmantes, tres ex jefes del servicio. El sábado de noche, otro ex jefe del Shin Bet, Yoram Cohen, un hombre religioso, de kipá, que si bien no ha dicho públicamente por quién vota, aseguró en la radio pública que no es una persona de izquierda y que creció en el seno de una familia del Likud, fue uno de los líderes de la manifestación de protesta de la derecha, en la que dijo: “La reforma presentada no apunta a corregir el sistema judicial sino a neutralizarlo”.

Otro de los firmantes es el ex Inspector General de la Policía Roni Alshekh (se pronuncia Alshéj). En una senda entrevista concedida a la radio pública israelí KAN, dijo que ninguno de los puntos de la reforma que está siendo votada por la coalición tiene nada para corregir los desequilibrios en las relaciones entre los poderes – que el gobierno alega es lo que quiere mejorar – sino medidas destinadas a dar a la coalición poder total. Cabe recordar que Alshekh es un judío religioso, que lejos está de provenir de los sectores que el gobierno, como es su costumbre, puede tildar fácilmente de “izquierdistas”, como quitándole legitimidad. Ahora vive en la zona de Givat Shmuel pero vivió en el pasado en Kiriat Arba, un asentamiento junto a Hebron.

 

¿Qué más se necesita para que el gobierno entienda que está conduciendo a Israel a una verdadera crisis que amenaza su propia identidad como Estado judío y democrático?

No menos peligroso que el contenido mismo de las leyes en camino, es lo que en hebreo se llama “cabeza contra la pared”, el seguir avanzando sin mirar a los costados, sin darse cuenta que la protesta multitudinaria pública va mucho más allá de las diferencia entre derecha e izquierda. Que esto no es un tema entre religiosos y laicos. Y que esto cruza líneas partidarias. No es coalición contra oposición. Son numerosos los patriotas en ambos lados- no tenemos dudas que son una mayoría del pueblo- , que habiendo votado por distintos partidos en las últimas elecciones, tienen claro que la identidad de Israel como Estado judío y democrático debe preservarse , y que poder sin control en manos del gobierno  no es una buena receta para ello.

Y es especialmente preocupante que quienes impulsan la reforma no capten el grado de preocupación y sensación de urgencia de quienes salen a las calles envueltos con la bandera de Israel a protestar porque sienten que les están quitando el Israel en el que viven. Hace mucho dejó de ser una discusión sobre “sólo Bibi” o “sólo sin Bibi”. Ahora se trata de sí o no el Israel que tanto se luchó por construir y desarrollar.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(21 de Febrero de 2023)

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