Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

La Cancillería uruguaya supo pronunciarse sobre el punto principal de la situación


Comencemos compartiendo el texto entero del comunicado de prensa  N.° 25/23 emitido este sábado 8 de abril por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Uruguay, bajo el título “Atentados terroristas en Israel”, difundido por su Dirección de Prensa:

“El Ministerio de Relaciones Exteriores, en nombre del Gobierno uruguayo, expresa su más enérgica condena ante los ataques terroristas que costaron la vida a dos ciudadanas israelíes y uno italiano.

Durante la semana, ha seguido con preocupación la escalada de violencia, coincidiendo con celebraciones religiosas del cristianismo, judaísmo e islam.

Nuestro país se une al llamado de la comunidad internacional en favor de la tolerancia y la paz, para evitar que estas tensiones continúen escalando.

Uruguay condena invariablemente todo acto terrorista y exhorta asimismo a las partes a promover instancias de diálogo que conduzcan al cese inmediato de las hostilidades”.

 

Podrá algún lector preguntar por qué lo destacamos si es lógico que se condene al terrorismo. Y además, no es por cierto la primera vez que Uruguay lo hace. Es su posición tradicional. Lo destacamos porque aunque nos atrevemos a adivinar que la Cancillería también tiene discrepancias con el actual gobierno israelí , quizás críticas a algunos aspectos de su composición- es suposición nuestra, nadie nos lo ha dicho-, supo centrarse en lo principal: la condena al terrorismo.

¿Elemental? Sí, lo es, pero no siempre es tan evidente en la diplomacia internacional, donde a menudo sentimos al leer comunicados publicados en situaciones como la actual, que se trata de buscar cierto “equilibrio” , como si condenar solamente el terrorismo contra Israel significara que quien condena es enemigo de los palestinos.

Lo sentimos al leer el comunicado publicado por Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Seguridad y Política Exterior sobre “la escalada de violencia”.

El comunicado, no hay duda, condena terminantemente los “mortales atentados terroristas” y  recalca que “esto tiene que cesar”. También condena el “ataque indiscriminado de cohetes contra Israel desde Gaza y desde el territorio de Líbano” y agrega que “Israel tiene derecho de defenderse”.

Pero aunque la condena es clara, va acompañada de todo tipo de agregados como  llamados a “reacciones proporcionales” – dando a entender que las de Israel no lo son-, de un comentario general sobre “los incidentes violentos en los Lugares Sagrados” y un recordatorio acerca del hecho que “el status quo en todos los Lugares Sagrados debe ser preservado”.

Al criticar estos últimos puntos, no estamos dando a entender en absoluto que lo que ocurrió en la mezquita de Al Aksa en cuanto a la violencia de la Policía israelí estuvo bien. Hemos visto las imágenes desde adentro, y por decirlo delicadamente, no nos parecen aceptables. Aún así, es clave ponerlas en contexto. Los policías no entraron a atacar fieles que oraban a Alá sino a evacuar a violentos atrincherados allí con elementos de ataque como rocas y petardos que se estimaba serían usados también contra los civiles judíos que visitarían horas más tarde el monte sagrado así como los habían usado contra la policía que estaba afuera. Las visitas de no musulmanes al Monte del Templo son desde hace décadas parte del status quo, nadie lo está violando. Y lo que hicieron los violentos dentro de la mezquita ya antes de la entrada de la Policía – que fue la razón por la que la Policía entró- esa fue la profanación de su propio santuario.

De todos modos, sabemos que son temas delicados, complejos, y es natural que haya discrepancias y que cancillerías las manifiesten.

Pero cuando un país es objeto de tantos ataques al mismo tiempo en varios frentes, lo más importante es acompañarlo solidarizándose con lo que está viviendo y condenando el terrorismo, como ha hecho la Cancillería uruguaya. Sin vueltas, sin “peros”, piense lo que piense en los otros temas aquí mencionados.

Pero esto es importante no sólo porque Uruguay es un país amigo desde Israel, sino porque el terrorismo debe saber que nada lo justifica y que los países democráticos del mundo lo rechazan y no buscan la forma de comprenderlo ni directa ni indirectamente. “Comprender” al terrorismo, dar a entender que la víctima hizo tal o cual cosa que llevó a tal o cual a atacar, es una forma de  minimizar su gravedad, lo cual puede terminar incentivándolo.

Uruguay hizo todo lo contrario.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(9 de Abril de 2023)

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