Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Yo acuso…no solamente a los terroristas


Mucho se ha hablado en los últimos meses de la población civil palestina, especialmente de la Franja de Gaza. En muchos medios y comentarios de figuras públicas del exterior, suele presentársele siempre como la gran  víctima de la guerra, a veces hasta minimizando, casi ignorando o  poniendo en duda el sufrimiento de los civiles israelíes en la masacre del 7 de octubre.  Evidentemente, en la guerra en curso, como en todas las guerras del mundo, los civiles sufren, y los palestinos de Gaza no son  la excepción.

Pero lamentablemente, no han sido solamente víctimas de la guerra, sino también victimarios. La responsabilidad por los sucesos del 7 de octubre y todo lo que vino después no recae solamente sobre los hombros de las organizaciones terroristas armadas, por más que hayan sido ellas las organizadoras , promotoras y perpetradoras de las mayores atrocidades, sino también sobre muchos de los civiles palestinos.

¿Cuántos? No sabemos.

No pocos, eso parece claro.

Tras las olas de terroristas armados que rompieron la valla fronteriza con Israel e invadieron su territorio soberano el sábado 7 de octubre para perpetrar una masacre en las comunidades civiles del sur, entraron también multitudes de civiles palestinos . Hay videos y múltiples pruebas de ello. Y todo lo que escribimos aquí, está basado en pruebas desde el terreno,  en testimonios de secuestrados que volvieron y de habitantes de la distintas comunidades atacadas.

Secuestraron para “vender” luego a los israelíes a  Hamas, tal como contó por ejemplo Nili Margalit, enfermera en el hospital Soroka, habiendo sido ella misma uno de los casos de secuestrados por civiles, no por hombres armados de Hamas.

Civiles palestinos saquearon, robaron y según nos aseguró Izhar Lifshitz del kibutz Nir Oz, cuyos padres octogenarios fueron secuestrados- su madre regresó y el padre aún está en Gaza- también asesinaron. Izhar no inventará acusaciones tan graves sin fundamento, ya que tanto él como sus padres siempre bregaron por la convivencia en paz  con los vecinos de Gaza.

Hubo casos en los que miembros de los kibutzim reconocieron a quienes habían trabajado allí. Otros en los que entendieron con claridad que solamente alguien que conocía de adentro las comunidades podía haber dado a los terroristas la información con la que llegaron, sabiendo exactamente adónde ir y qué opciones tienen en cada lugar. Así nos lo contaron del kibutz Ein Hashlosha y del moshav Netiv Haasará entre otros. Y hay muchos testimonios más.

Cuando los propios terroristas filmaron los crímenes que habían cometido y los hicieron circular, las expresiones de felicidad de civiles palestinos en las redes fue atroz. Hay videos y fotos del jolgorio, frases contundentes como “hoy es el día más feliz de mi vida”.

Pero lo peor no eran los comentarios en las redes sino el comportamiento de la gente cuando los terroristas volvieron a Gaza con los secuestrados, la mayoría civiles, entre ellos niños y gente de avanzada edad. Civiles rodeaban las motos y los coches, celebraban, escupían, golpeaban y tiraban del cabello de los secuestrados. De solo imaginar el espanto que debían sentir los israelíes, se nos paraliza el corazón.

Civiles festejaron entusiastamente la masacre y recibieron a los terroristas como héroes.

Uno de los peores videos que vimos de esas escenas, no tenía sangre prácticamente, pero era terriblemente elocuente. Terroristas llevaban en la parte trasera, abierta, de la camioneta, el cuerpo de Shani Luck, una hermosa joven secuestrada del festival Nova. Estaba boca abajo y parecía en algo similar a paños menores. Vimos fotos de ella en la fiesta. No estaba así. Alguien le había quitado parte de la ropa. Tiempo después, al dársela por muerte tras el hallazgo de un hueso sin el cual, se explicó, nadie puede sobrevivir, se entendió que lo que los terroristas se llevaron a Gaza fue su cuerpo ya sin vida. Pues esas bestias armadas gritaba como dementes Ala hu-Akbar, mientras Shani yacía en la camioneta sin moverse. Y de repente lo vimos: un niño que no tendría más de 11 años, escupiéndole al cuerpo. No un terrorista.Un niño. Nos quedó grabado como uno de los peores ejemplos del horror.

Hagar Brodetch, que fue secuestrada con sus tres hijos y con Avigail Idan, la niña de 4 años que escapó a la casa de sus vecinos cuando sus padres fueron asesinados, contó sobre el ambiente violento y hostil por parte de los civiles que rodeaban los coches y cómo le tiraban del pelo. Otro de los liberados contó de los golpes. En una entrevista transmitida este miércoles por la televisión israelí, Adina Moshe, una de las mujeres mayores liberada en la primera tanda del alto el fuego, contó que cuando ya estaba dentro de Gaza, en una moto, entre dos terroristas, palestinos que estaban al lado del camino, evidentemente festejando, le tiraron los lentes. Y recordó que en camino a la salida, los civiles que seguían el paso de la camioneta de la Cruz Roja le tiraban piedras y que la niña Emilia Aloni, de 5 años, que se liberó con ella ese noche, estaba aterrorizada.

Fueron numerosos los testimonios de secuestrados liberados que contaron sobre los momentos de la liberación, cuando pasaban en medio de civiles, como una de las peores experiencias que inspiraban mucho miedo por la amenaza  y el odio que transmitían.

Mia Scehem, una de las jóvenes secuestradas en el festival Nova, contó que un médico que la revisó porque ella fue secuestrada herida, le dijo con cara de odio y tono sumamente hostil, que no volverá  su casa durante un año entero.

Varios de los secuestrados estuvieron en casas particulares ,no en los túneles de Hamas. A veces eran las casas de los propios terroristas y otras de civiles particulares. En varios casos de los que contaron al respecto, era clara la actitud mezquina y casi diríamos cruel de la familia en cuestión hacia los civiles que tenían en su poder.Médicos y enfermeros en hospitales participaron en el tema secuestrados.

Estuvimos hace meses en la primera proyección de las terribles imágenes de la masacre a la prensa internacional. Una de las peores fue la de un soldado asesinado, cuyo cuerpo estaba totalmente mutilado, tirado de un coche por los terroristas, ante la celebración de varios jóvenes que le pisoteaban la cabeza. ¿Terroristas sin uniforme? En principio puede ser, claro que sí. Lamentablemente, también es probable que hayan sido civiles.

 

A todos estos ejemplos de hechos concretos en el terreno, se agregan los datos de la encuesta divulgada en diciembre, llevada a cabo por el Dr. Khalil Shikaki, de la que se desprende un muy mayoritario apoyo palestino a la masacre.

Por algo no salió ni una figura pública palestina a condenar la masacre. Se juntaron sus propias percepciones con su noción acerca de las posturas de la gente.

Es doloroso.

Hamas tomó el poder en Gaza en junio del 2007,  o sea hace ya casi 17 años. Absolutamente toda la juventud en Gaza ha crecido bajo el gobierno de Hamas y su incitación al odio y la violencia contra Israel.  Los palestinos no son sólo víctimas de un régimen que no les aporta nada y usa sus recursos para el terrorismo en lugar de mejorar la situación del pueblo , sino también sus socios ideológicos. En la masacre, no tuvieron ninguna actitud que haga creer lo contrario. Ahora que sufren los resultados de la guerra de Israel contra Hamas, algunos salen a manifestar. Hace 110 días, salieron a festejar.

Si bien nunca fui ingenua como para pensar que la paz está a a vuelta de la esquina, sí pensé que esta debe ser posible, porque seguramente la gran mayoría de los palestinos debe querer para sus hijos lo que yo quiero para los míos, vivir en paz, tener un buen trabajo , enamorarse y ser feliz, no crecer con odio. Lamentablemente, ya no estoy tan segura. O sea, sí apuesto que hay quienes también hoy tienen ese encare. La pregunta es cuántos son. Me temo que sería mejor no saber la respuesta.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(24 de Enero de 2024)

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