En varias oportunidades Nicolás Maduro ha utilizado al nazismo para victimizarse y agredir sin importarle las vulgaridades de sus banalizaciones.
Hace pocos días ha vuelto a repetirse al calificar al Presidente de Brasil Jair Bolsonaro como el "Hitler de nuestros días".
No sabemos si Maduro conoce que Hitler equivale, entre decenas de actos y acciones de barbarie, a Shoa, terror, 50 millones de muertos en una guerra, campos de exterminio, devastación de toda Europa, depravación humana en formas jamás antes conocidas.
Sabemos que los problemas que Maduro tiene con las democracias de América Latina no los puede resolver con la ofensa constante. Allá el y el drama político venezolano con todas sus causas y consecuencias.
Pero hoy y en esta reflexión, es hora de decir que la banalización del horror no agrede solamente a quienes insulta sino que traspasa la barrera de lo vesánico cuando se hace gruesa befa de los millones de muertos bajo el mesianismo asesino de Hitler.
Es hora de llamar las cosas por su nombre en nuestra región, terminar con la idolatría de los déspotas y no aceptar más las banalizaciones, tanto de los incultos como de los mal intencionados.
