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¿Realineamiento de los bloques en Oriente Medio? El caso de Hezbolá y Qatar

Fuente: : thepoliticalroom.com

En su día Winston Churchill nos advirtió que "la política hace extraños compañeros de cama" y ciertamente es muy probable que en Oriente Medio estemos asistiendo a uno de esos episodios.


Recapitulando, por todos es sabido que la región de los árabes y el petróleo cada vez tiene menos importancia para Estados Unidos, quien en su lugar ha decidido concentrarse política, diplomática y militarmente en la región Indo-Pacífico.

El reposicionamiento de Washington ha supuesto una erosión para su imagen, la disuasión y a su voluntad de intervención, a la par que han dejado un vacío de poder notable en una región acostumbrada al referendo estadounidense.

Así las cosas, desde 2011 las potencias regionales buscan amigos dentro y fuera de Oriente Medio, buscan aliados estratégicos para proveerles protección, tecnología, industria de defensa o hasta para ser socios estratégicos e intervenir por toda la región y más allá.

Como sabemos, hasta ahora la cultura y la política interna han dado lugar a tres grandes ejes aspirantes a cierta hegemonía:

Eje Árabe: liderado por Arabia Saudita.
Eje de Resistencia: autodenominado así y claramente liderado por Irán.
Eje de los Hermanos Musulmanes: el islam político y Erdogan casan muy bien, de ahí la aparición de este eje turco-qatarí en creciente expansión.

En este marco, allá por junio comenzaron ha aparecer las primeras y sorprendentes informaciones en las que un tal Jason G, obviamente un pseudónimo, afirmaba haber participado en una operación qatarí de financiación al grupo libanés Hezbolá.

Las primeras informaciones aparecieron en el diario germano cZeit y de ello dimos cuenta, aunque con cautela, en Political Room, sin embargo lejos de ser un mero rumor, grandes medios como el Jerusalem Post, o la cadena Fox se han hecho eco del mismo y hasta han indagado.

En particular, los periodistas del emporio de la comunicación estadounidense han preguntado acerca de estos hechos, según los cuales, el embajador qatarí en Bélgica habría sido el encargado de abonar 75.000 dólares al grupo terrorista libanés.

La información es sorprendente, sin duda, pero no es inverosímil, y de poder ser corroborada podría indicar movimientos estratégicos de gran calado en la región. Veamos el porqué.

Que el eje suní-chií no lo explica todo en Oriente Medio es un hecho de sobra conocido, si bien el desgaste de esta idea podría ir crescendo, en favor de una política exterior más pragmática.

Hamas y Hezbolá llevan mucho tiempo cooperando, y a nadie se le escapa la simpatía de una parte de los palestinos para con la causa iraní. Ello no obsta a que ambas minorías religiosas mantengan muy malas relaciones en algunos Estados del Golfo, Yemen, Iraq o Siria. Es decir, que dependiendo de los intereses y del contexto siempre ha existido una posibilidad de cooperación entre potencias distantes en el plano político e ideológico.

Sin embargo, apoyar a Hezbolá supondría ir un paso más allá. Estamos hablando del vástago de Irán, del grupo de élite que mantiene un firme abrazo sobre la política libanesa, donde cada vez tiene más poder.

Por lo descrito anteriormente es evidente que  apoyar a los "chicos" de Hassan Nasrala tiene una profunda connotación política y simbólica y es aquí, y no en los 75.000 dólares donde el asunto adquiere más enjundia.

Sabemos que los ejes de Oriente Medio difícilmente van a cooperar a gran escala, sin embargo que dos de esos ejes puedan colaborar de manera puntual representa un importante cambio de mentalidad ante algo que resultaba impensable hasta hacía no tanto. Al fin y al cabo, los bloques árabe e iraní habían sido contrarios a cooperar en cualquier ámbito.

El hecho de que el Eje de Resistencia y el Eje de los Hermanos Musulmanes puedan estar cooperando, siquiera de manera menor supone una enorme amenaza a un Eje Árabe que cada vez se ve más acorralado en su propia región, y que podría estarlo más si esta alianza se materializa.

A largo plazo, una balanza demasiado inclinada a los turco-qataríes y a los iraníes tiene los visos de ser un grave perjuicio para la estabilidad regional y para la política exterior de Washington en Oriente Medio.

Por último, cabe destacar que las relaciones bilaterales entre Irán y Qatar, bien que de manera paulatina, están mejorando ostensiblemente. Pensemos que cuando loe Estados del Golfo prohibieron el acceso qatarí a su espacio aéreo, Teherán no cerró el suyo a Qatar Airways, lo que podría haber sido un varapalo letal para Doha.

De otro lado, cuando la crisis del coronavirus arreciaba en Irán y las aerolíneas de medio mundo dejaban de ofrecer vuelos a la capital, Teherán, Qatar Airways ha sido la única compañía que se quedó hasta el final prestando unos servicios inestimables.

En enero de 2020, aún antes de la crisis del COVID-19, el emir de Qatar, Tamim Al-Thani y el ministro de exteriores qatarí efectuaron una visita oficial al país persa, y apuntaron que la escalada militar y la coacción no debían ser las herramientas para resolver los problemas con Irán.

En conclusión, es posible que haya una creciente convergencia entre dos de los ejes fundamentales de Oriente Medio, y la noticia de la financiación de Qatar a Hezbolá apunta en esa dirección. Naturalmente, no se tratará de una profunda alianza pero sí se ha abierto la puerta a una mayor cooperación que puede modificar el equilibrio de fuerzas regional, con todas las consecuencias que de ello dimanan.

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