Rabino Eliezer Shemtov

Rabino Eliezer Shemtov

Nacido en 1961 en Brooklyn, NY, recibió su título de Rabino de United Lubavitcher Yeshivoth en 1984. En octubre de ese mismo año se casó con Rachel Chitrik. Pocos meses después (en febrero de 1985), a pedido de la Comunidad Israelita del Uruguay, el matrimonio fue enviado al Uruguay por el Rebe de Lubavitch - que su mérito nos proteja - para fundar el Beit Jabad en ese país y dirigir sus actividades educativas, culturales y sociales. Es Director General del Jabad Uruguay, conferencista y autor de numerosos artículos, principalmente sobre temas del judaísmo en la actualidad. Sus artículos y entrevistas han aparecido en medios comunitarios, nacionales e internacionales. 

Columna de opinión

Aquí mando yo

Herramientas bíblicas para vivir mejor

Shoftim

Entre las causas de la angustia y la depresión están los pensamientos obsesivos. Los que sufren de eso o conocen a alguien que sufre de esto no necesitan mucha explicación para entender lo paralizante que es. ¿Cómo se hace para liberarse de los pensamientos obsesivos paralizantes?

 

Cuentan de cierto individuo que lidiaba con el problema de pensamientos negativos invasivos. Fue a consultar con el Álter Rebe, fundador de Jabad. El Rebe lo mandó a consultar con un leñador veterano que vivía en el bosque cercano. “El te podrá ayudar a entender cómo se hace para controlar los pensamientos no deseados,” dijo.

 

El jasid, lleno de esperanza, no perdió tiempo y salió enseguida hacia la casa del hombre indicado. Cuando llegó a la casa del veterano, la encontró cerrada, pero vio que había luz en su interior. Empezó a tocar la puerta, pero nadie le abrió. Golpeó más fuerte. Nada. Empezó a gritar “Ábranme la puerta! ¡Me estoy congelando!” Nada. Al no tener otra alternativa, se acostó en un rincón a dormir. 

 

A la mañana, el dueño de casa abrió la puerta y saludó al jasid. 

 

“¿Qué te trae a mi casa?” preguntó.

 

“Vine a hacerte una consulta. Pero antes de planteártela, quisiera saber por qué no me abrió la puerta anoche. Estuve golpeando y gritando un buen rato. ¿Dónde está su sentido de empatía y hospitalidad?” preguntó el jasid.

 

“Mirá, esta es mi casa y en mi casa mando yo. Soy yo quien decide a quién dejar entrar y cuándo. No me importa que griten y golpeen y armen escándalo. En mi casa mando yo. ¿Cuál era su consulta?”

 

“Gracias. Ya me dio la respuesta que estaba buscando,” dijo el jasid ante la mirada sorprendido del leñador.

 

La lectura de esta semana, Shoftim[1],  abre con la orden divina de “Jueces y policías debes poner en todos tus portones”. En el sentido literal se refiere a la responsabilidad comunitaria de colocar jueces en las entradas de las ciudades para determinar la conducta correcta y policías cuya tarea será asegurar que los fallos de la corte se implementen.

 

Nuestros sabios explican que dicha orden también tiene una connotación y aplicación en la vida personal de cada uno. El hombre es como una pequeña ciudad[2]. Los siete “portones” por donde entran a la “ciudad” personal y salen de ella son los ojos, oídos, nariz y boca. Es nuestra responsabilidad colocar “jueces y policías” en estos portones. Hace falta determinar qué es lo que permitiremos entrar a nuestra “ciudad” y qué permitiremos salir de ella. 

 

Y hacen falta dos cosas: “jueces” para determinar lo que debemos y no ver, escuchar y comer y qué es lo que debemos y no dejar salir de la boca y “policías” para asegurar la implementación de la opinión de los jueces. No es tan difícil determinar qué es lo correcto en cada situación. Para eso hace falta simplemente consultar con el Shulján Aruj o con un rabino competente. Lo difícil es implementar lo que sabemos que debemos hacer. Todos los que empezamos una dieta nueva conocemos ese trecho entre el saber y el hacer.

 

¿Cómo hacemos para implementar en la práctica las conclusiones de nuestros “jueces”?

 

Necesitamos policía. Si bien “juez” representa razonamiento, argumentos y lógica, “policía” representa todo lo contrario: la imposición, sin argumentos. En la vida personal representa la disciplina; obligarse a comportarse de acuerdo a cómo entiende ser el camino correcto —de acuerdo a la objetividad de la ley—, aunque sus instintos y emociones —su subjetividad— resistan.

 

“Yo soy dueño de mi casa y decido quién y qué entra.” (Queda por definirse, cómo identificamos ese “yo”, dueño de casa, y su deseo. En el Tania desarrolla muy extensamente el tema de las dos almas que pujan por ocupar ese lugar. Pero es otro tema...) 

 

Finalmente, me gustaría compartir la perspectiva del Rebe —que su mérito nos escuda— sobre el tema de los pensamientos negativos. En muchas instancias, ante consultas sobre el tema, el Rebe aconsejaba que la mejor manera de lidiar con ellos es hacer caso omiso. Pasar el pensamiento a otra cosa y no darles entrada. Este sistema se llama “hésej hadaat” o sea, desviar la conciencia para otro lado. 

 

Es una aproximación muy diferente a la de indagar infinitamente en los pensamientos negativos y sus posibles causas, cosa que muy a menudo sirve para reforzarlos y darles más presencia dañina en nuestras vidas. 

 

Así que la herramienta de esta semana es: ante los pensamientos obsesivos hay que recordar que uno es dueño de sus pensamientos. La cabeza puede entretener solo un pensamiento a la vez. Si optas por llenar la cabeza con un pensamiento positivo, no habrá lugar para el pensamiento negativo. Obviamente, no estoy implicando que ignores y no atiendas a los problemas que surgen en la vida. A los problemas hay que atenderlos; no obsesionar de una manera estéril que paraliza e impide su resolución.

 


 
[1] Números, 16:18-21:9
[2] Nedarim, 32b

Rabino Eliezer Shemtov
(20 de Agosto de 2020 a las 12:22)

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