Nuestro último beso.
Una noche oscura, fría.
Un vagón de tren.
Rodeado de llantos.
Gritos de soldados.
Ladridos de perros alemanes y muerte.
Noche sin estrellas.
Arbeitmachtfrei,
La última frase que leímos juntos antes de que nos empujaran.
Y nos separaran.
El peor momento de nuestras vidas.
8 años de pensar en ti.
8 años pensando que habías terminado en cenizas.
El reencuentro fue al azar.
¿Cómo fue posible?
En París, en medio de una plaza rodeados de tanta gente.
Sin querer nos cruzamos.
Nos vimos y nos sentimos.
Corrimos y nos besamos.
Un encuentro de fotografía.
Un beso en blanco y negro.
Un beso tímido.
Un beso de reencuentro.
Sus ojos no habían cambiado.
En su cara todo el dolor y el sufrimiento de millones.
Nosotros más viejos.
Mucho más flacos.
Más encorvados.
Muy cansados.
No dijimos palabra.
Yo supe que eras.
Solo un nuevo beso nos devolvería la vida.
Así fue.
Es que con un beso volvimos a nacer.
Volvió a nacer la certeza de que Dios existe.