Janet Rudman

Janet Rudman

Me gusta leer y escribir. Encontré en la lectura y la escritura una forma de canalizar mi esencia. Leo con la misma pasión con la que tomo café. Me gusta escribir sobre historias mínimas. He trabajado en varios proyectos editoriales uruguayos que construían identidad judía: Kesher, TuMeser, Jai y ahora formo parte del staff de SemanariohebreoJai.

Columna de opinión

Si tu marido trabaja

Si tu marido trabaja

 

Desayuné un licuado con pepino y apio con maca, no sé dónde leí que la maca es energizante y antioxidante.  Cumplí sesenta el mes pasado y el cuerpo lo siente. Tengo un problema en los meniscos y pocas ganas de operarme. El cirujano me preguntó si hago deporte de competencia. Me reí y lo mandé a la mierda con la mirada. Hasta que tuve  40  nunca había pisado un gimnasio.  Dentro de pocos días festejo los 20 añitos de gimnasia.   Si completo mi clase de las 10 de la mañana, con todos los ejercicios hechos, me siento una diosa.  En realidad, pocas veces puedo hacer todos los ejercicios.  Tampoco puedo sentarme en un step y levantarme sin apoyar las manos.

Me miro en el espejo y veo la nariz aguileña que heredé de papá. Nunca me quise  operar  a pesar del miedo de mamá  de que no me casara por mi nariz.   Barbra Streissand tiene 70 y pico y lo que tenemos parecido es la nariz. Ella canta muy bien y yo ni en la ducha. Ella consiguió muchos maridos. Yo me casé una vez, a Dios gracias. No es que no haya sido feliz. Yo qué sé qué es la felicidad.

Crecí en un hogar con valores tradicionales: Había que casarse antes de los 25, y después de los 30 se entraba en la categoría de solterona sin devolución. 

Hoy me veo ojerosa, con la piel seca. Hace seis meses que cancelo citas con la esteticista, no uso las cremas de Germain de Capuccine que me costaron una fortuna. El  pelo teñido de castaño claro me tiene harta. Podría convertirlo en color chocolate amargo, se lo voy a decir a mi colorista.  Cuando era joven, pero muy joven,  me cortaba el pelo rapado a la nuca y peinado de costado  con un jopo bien largo. Llevaba jeans deshilachados con agujeros. En mi placard convivían todas las prendas de jean que existían: zapatos, carteras, camisas y chaquetas.

La semana pasada tuve esta conversa con Marisa, mi amiga de toda la vida:

—Si tu marido trabaja, no toma y no anda por ahí haciendo pavadas y vos te enteras, sos una privilegiada.  Realmente, Moni, no sé por qué andas con esa cara de desgraciada.

—¿Yo? No estoy basando un buen momento. ¿Tengo que agradecer que mi marido no toma? ¿No es normal?¿Es una excepción que trabaje ?¿No querrás que agradezca que no me pega?

 —Vos ves muchas fotos en facebook, pero eso es como vivir dentro de un tupper. Muchas sonrisitas y pocas verdades. Julieta, nuestra compañera del liceo, yo la seguía en instagram.

—No te metas con Julieta, que es una divina. Siempre tan impecable, cuando la veo me siento una piltrafa. Tiene la peluquería incorporada, nunca la vi sin brushing .

—Sí. Es verdad. Vos no sabés cómo es su vida. Sus fotos son puro viajes. De vez en cuando aparece el marido, se ve que lo alquila para las  fotos. Están separados hace cinco años, pero no es oficial. Cuando tiene una fiesta o evento importante,  le avisa y él la acompaña como si fuera un actor.

 —Me estás metiendo un verso. ¿Por qué haría algo así? Es muy ridículo.

—La gente vive para los demás. Me tengo que ir. Marcelo va a estar en casa en una hora y si no estoy, me hace un interrogatorio policial, no me lo fumo.  

Janet Rudman
(13 de Agosto de 2019 a las 20:07)

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