Los protagonistas del nuevo choque: Netanyahu y Ayman Odeh
Hace ya mucho está claro que el actual oficialismo israelí, con el Primer Ministro Biniamin Netayahu al frente, usa la palabra “izquierda” casi como insulto y sinónimo del peor escenario posible para Israel. El estilo que se ha seguido al respecto va mucho más allá de lo legítimo de considerar que las posturas del otro lado son peligrosas para Israel.
Este miércoles, se cruzó una nueva línea muy polémica, a raíz de un mensaje que salió de la página personal del Primer Ministro en Facebook a los votantes del Likud. En un nuevo llamado a los ciudadanos a darles su voto, el mensaje decía: “Un gobierno secular y débil que se apoya en los árabes que quieren aniquilarnos a todos-mujeres, niños y hombres- hará posible un Irán nuclear que nos elimine”.
Como era de esperar, el mensaje en cuestión desató una fuerte polémica, en la que desde distintos puntos de la oposición se acusó a Netanyahu de incitar contra el 20% de la ciudadanía israelí, los árabes israelíes.
Especialmente fuerte reaccionó por Twitter el diputado Ayman Odeh que encabeza la Lista Unificada compuesta por la fusión de tres partidos árabes.
“Netanyahu es un psicópata sin líneas rojas y quiere ver sangre”, escribió, agregando que las expresiones de este tipo del Primer Ministro continuarán “mientras considere que eso lo ayudará a escabullir la prisión”.
El Likud public un comunicado diciendo que “ese mensaje fue un error de un funcionario de la campaña”, que no había sido visto por Netanyahu. “El Primer Ministro no vio estas palabras, no las aprobó, no está de acuerdo con ellas y se opone a las mismas”, decía el comunicado aclaratorio, agregando que “cuando se mostró al Primer Ministro el contenido del mensaje, él pidió que se lo saque de inmediato”.
El problema es que de fondo ha habido una línea muy polémica en los mensajes de Netanyahu, que no ha sabido distinguir debidamente entre las legítimas críticas a varias de las posturas de los diputados árabes en la Kneset, y declaraciones que no podían menos que ser interpretadas como una generalización contra la ciudadanía árabe israelí.
Esto comenzó en el 2015, cuando el día mismo de las elecciones, Netanyahu salió en su página de Facebook, filmado, llamando a la ciudadanía a no dejar de ir a votar porque “los árabes están yendo en masa a los centros de votación”. Implícitamente, los presentaba como una amenaza y como ciudadanos cuyo voto es ilegítimo, aunque él jamás lo dijo en esas palabras expresamente.
En las últimas semanas Netanyahu intentó promover la promulgación de una ley que permita a representantes de los partidos documentar con fotos y filmaciones lo que ocurre en centros de votación, alegando que ello es para garantizar que no haya fraude. Dio a entender que ha habido fraude de grandes dimensiones en la votación de los árabes, aunque la policía no ha hallado ninguna prueba al respecto. Todo indica que la ley en cuestión no será aprobada, pero Netanyahu trató de fijar la imagen de “la izquierda y los árabes”, aliados, para “robar las elecciones”.
A raíz de ello hubo hoy un incidente sin precedentes en la Kneset, cuando tras el discurso del Primer Ministro se le acercó el diputado Ayman Odeh, le pegó su teléfono celular a la cara y le dijo “¿Cómo? ¿No era que está todo en el story?”. Netanyahu no se inmutó, algunos legisladores del Likud intervinieron airados, y el Presidente de la Kneset ordenó sacar a Odeh de la sala.
Lo increíble es que se haya llegado a este nivel de retórica en campaña respecto a los árabes israelíes, justo de parte de un Primer Ministro que destinó sumas muy importantes del presupuesto nacional al sector árabe, para mejorar infraestructuras y resolver otros problemas pendientes.
Tendría que haberse hallado la forma de criticar duramente varias de las posturas de los diputados árabes-que se oponen por ejemplo a reconocer a Israel como Estado judío y sostienen que la fórmula debe ser “Estado de todos sus ciudadanos”- sin poner en la misma bolsa a toda la ciudadanía árabe de Israel.
Cabe recordar que los árabes votan desde las primeras elecciones en 1949 y siempre ha habido diputados árabes. Desde el podio de oradores de la Kneset pronuncian discursos sumamente duros, con plena libertad. Y si lo desean tienen derecho a hablar desde el podio en árabe, lo cual Ayman Odeh ha aprovechado en más de una oportunidad.