Janet Rudman

Janet Rudman

Me gusta leer y escribir. Encontré en la lectura y la escritura una forma de canalizar mi esencia. Leo con la misma pasión con la que tomo café. Me gusta escribir sobre historias mínimas. He trabajado en varios proyectos editoriales uruguayos que construían identidad judía: Kesher, TuMeser, Jai y ahora formo parte del staff de SemanariohebreoJai.

Columna de opinión

El día que twitter desapareció

Me levanté a buscar un café muerta de sueño. Iba a ser un día común,  destinado a lavar la ropa, el baño y pasar la aspiradora.

¡Qué pereza! Toda la semana corre que te corre y llega el sábado con sus rituales.  Sin café no hay vida, pienso mientras prendo la jarra eléctrica. Voy a buscar el celular que se carga en el baño.

Con el café en mano, me siento en el living a desayunar mis galletas de arroz con Casancrem. Tomo el celular, y busco twitter. No me puedo conectar. ¿Estará caído? El ícono despareció de la pantalla de mi celular. No está. Prendo la compu y tampoco lo encuentro. Desesperada lo googleo. Al ver el logo de google respiro aliviada. Si existe google nada puede ser tan malo.

Pongo twitter en el buscador y no aparece nada. Me pellizco para confirmar que estoy despierta. ¿Serán los efectos del vino blanco de ayer? Solo tomé dos copas, ¿ o fueron tres?

Yo en el celular tengo twitter, facebook y whatsapp. Y por culpa de whatsapp tuve líos varios en la oficina. Mi jefe quiere que no tenga el celular cerca  en horario de trabajo. Pero después de hora, dale que te dale con  mensajitos de laburo. Qué porquería esto de  estar siempre conectados.

Whatsapp tampoco me funciona. Algo huele mal en Dinamarca. Busco en google whatsapp y lo encuentro. Suena a viejo. Miro la computadora  y estoy en 2009. El mundo se fue para atrás diez años. Voy al espejo  y tengo ojeras, kilos de más, sin dudas kilos demás,más de los que tenía ayer, y el pelo más corto.  

Otro café. Ya sé cómo ubicarme en el tiempo. Disco el 27088197  y me atiende la voz de mi tía. Está viva. Me pregunta por qué son las diez de la mañana y no la llamé todavía.  “Tía” le digo, mientras respiro como en la clase de yoga, “te llamo en 10 que tengo que ir al baño”. Esa es la única excusa que mi tía aceptaba para terminar con una llamada.

Yo ahora trabajo en una empresa en Zona América que tiene relaciones con China. Hace diez años trabajaba en Jabad como editora de Kesher. Mi placard estaba lleno de polleras largas y   yo estoy más gorda que ayer. Sin duda, más gorda, claro, en el 2010 empecé a hacer gimnasia e hice dieta.

Usé el teléfono de línea, uy Dios. ¿Qué está pasando? Mi tía se murió en el 2018, ¿cómo puedo hablar con ella como si nada?

En el 2019 empecé de nuevo una dieta. Vuelvo  al espejo y debería tener diez años menos. No me gusta lo que veo: más panza, el pelo sin brillo y muy corto. En estos años, gané confianza que el futuro me depararía algo bueno. Debe ser por eso que volví al pasado. Tanto trabajo interior me llevó al pasado.

 

 

Janet Rudman
(30 de Octubre de 2019 a las 21:38)

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