Rabino Eliezer Shemtov

Rabino Eliezer Shemtov

Nacido en 1961 en Brooklyn, NY, recibió su título de Rabino de United Lubavitcher Yeshivoth en 1984. En octubre de ese mismo año se casó con Rachel Chitrik. Pocos meses después (en febrero de 1985), a pedido de la Comunidad Israelita del Uruguay, el matrimonio fue enviado al Uruguay por el Rebe de Lubavitch - que su mérito nos proteja - para fundar el Beit Jabad en ese país y dirigir sus actividades educativas, culturales y sociales. Es Director General del Jabad Uruguay, conferencista y autor de numerosos artículos, principalmente sobre temas del judaísmo en la actualidad. Sus artículos y entrevistas han aparecido en medios comunitarios, nacionales e internacionales. 

Columna de opinión

Cómo abordar la adversidad con confianza

Herramientas bíblicas para vivir mejor

 

Vaietzé

 

¿Cómo se hace para no quedar paralizado ante una situación amenazante?

 

Es muy simple. Hace falta verla como desafío en vez de amenaza.

 

Pero ¿cómo se hace para lograr ese cambio de perspectiva que en vez de aplastar y desanimar empodera y motiva?    

 

Hacen falta dos condiciones: 1) ver el beneficio que uno obtendrá al superar la adversidad; 2) prepararse adecuadamente para poder superar los desafíos exitosamente.

 

En la lectura de esta semana, Vaietzé[1], leemos como Jacob salió de la casa de sus padres en Beer Sheva, rumbo a la casa de su abuelo materno, Betuel, en Jarán. Provocaron este viaje dos motivos: 1) las ganas de su hermano Esaú de matarlo por haber recibido las bendiciones de su padre Isaac en su lugar y 2) la necesidad de buscar una esposa, ya que a sus padres no les gustó la manera de ser de las chicas locales.

 

Pongámonos en su lugar:

 

La vida en Beer Sheva era para Jacob una vida muy tranquila. Vivía en la casa de sus padres, soltero, sin mayores preocupaciones, y pudo dedicar todo su tiempo al estudio y desarrollo personal. No solo se vio obligado —de la noche a la mañana— a huir de esa situación privilegiada, sino que tuvo que embarcar en un camino que apuntaba a un destino lleno de adversidad. Nuestros sabios señalan que el nombre de la ciudad, Jarán, hacia donde iba está relacionado con la palabra Jarón (Af) que quiere decir “enojo”, ya que la conducta de sus habitantes provocaba la ira de Di-s. Y para colmo, su tío Labán, quien vivía con Betuel, era famoso por su deshonestidad. ¿Podemos imaginarnos un contraste más grande que la tranquilidad de su lugar de origen y el clima de adversidad del lugar hacia donde iba?

 

¿Cómo se supone era su estado de ánimo en esos momentos?

 

Sin duda, ansiedad y vulnerabilidad.

 

La Torá describe[2] cómo Jacob se detuvo a rezar y cómo hizo para protegerse de los animales salvajes al acostarse a dormir en el camino.

 

Pero la situación no demoró mucho en cambiar. En su sueño Jacob vio una escalera plantada en el suelo cuya cabeza llegaba al cielo. Vio ángeles subiendo y bajando por ella. Di-s le habló, prometiéndole Su protección, reiterando su promesa de dar a sus hijos la tierra sobre la cual estaba acostado y dándole una bendición en cuanto a la cantidad y calidad de su progenie.

 

Al despertarse del sueño, hizo una promesa de que si Di-s lo acompañara y le proveyera de comida y vestimenta y volvía a la casa de su padre con entereza espiritual y moral, levantaría un altar en honor a Di-s y le daría el diezmo de toda su riqueza.

 

Acto seguido, la Torá nos dice[3] que “Ligero de pies, Jacob emprendió camino hacia la tierra de los habitantes del este”. 

 

El exégeta Rashi señala que el verbo empleado en referencia a cómo emprendió el camino “Vaisá et raglav” era consecuencia de la promesa de protección Divina que acaba de recibir.

 

Jacob no creyó que lo que lo esperaba iba a ser fácil; simplemente confiaba en que iba a salir exitoso. Con esa seguridad iba a poder superar airoso cualquier desafío que lo esperaba.

 

Pero no bastaba con tener la promesa de Di-s. Había que prepararse adecuadamente para lo que lo esperaba.

 

Tres elementos de dicha preparación están insinuadas en las tres condiciones que puso: 1) comida; 2) vestimenta; 3) volver a la casa de su padre en las mismas condiciones espirituales y morales.

 

La comida nutre y la vestimenta protege. En el plano espiritual, la Torá se compara con comida ya que su estudio nos alimenta y nos nutre intelectual y espiritualmente y, como la comida física, al metabolizarla llega a formar parte de nosotros mismos y nos vitaliza. El cumplimiento de los preceptos se compara con la vestimenta ya que, como la ropa, sirve para crear una capa protectora que nos abriga.

 

Lo mismo se aplica a nosotros, hoy en día. Para poder encarar la adversidad que nos toca con confianza y alegría hace falta prepararse con 1) el estudio de la Torá que nos fortifica internamente; 2) el cumplimiento de las Mitzvot, que nos protege externamente; y 3) no perder de vista el objetivo último de nuestra interacción con la vida mundana y material: transformar el mundo en una morada para Di-s (“casa del padre”), que todas nuestras interacciones expresen el origen, presencia y propósito divinos de la existencia.

 

Así que la herramienta de la lectura bíblica de esta semana sería, como lo expresara tan elocuentemente Friedrich Nietzsche: Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los “cómos”.

 

 

 



[1] Génesis 28:10 - 32:3
[2] 28:11
[3] 29:1

Rabino Eliezer Shemtov
(5 de Diciembre de 2019 a las 16:07)

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