Sin política ni análisis profundos. Sólo luz, originalidad, tradición...y calorías
Esta vez no analizamos ni las elecciones, ni el terrorismo palestino, ni nada que nos pueda dejar amargados. No faltan temas por cierto, pero los dejamos para otra nota.
Aquí quisiéramos simplemente compartir con los lectores algo del color y la luz de Janucá, que se sentía ya antes del encendido de la primera vela.
Es natural que en el Estado judío, las fiestras tradicionales del calendario hebreo se sientan por doquier. Y ello va mucho más allá del grado de observancia de cada ciudadano israelí . El encendido de velas, el acercar la Janukiá cada noche con algo más de luz a la ventana, para iluminar desde el hogar hacia afuera, es también una reunión familiar, un abrazo compartido con seres queridos.
Y para eso, hay que prepararse, lo cual incluye tener listos los candelabros que usaremos durante toda la semana. Donde hay niños chicos, seguramente haya janukiot hechas en el jardín de infantes o la escuela. Y si hay que comprar, pues hay para todos los gustos...
Como bien se sabe, cada fiesta judía tiene sus tradiciones culinarias. En Janucá se suele comer "latkes", buñuelos de papa, fritos, para recordar el aceite que duró 8 días y permitió iluminar el Beit HaMikdash. Hoy en día, claro, se buscan alternativas quizás un tanto menos sabrosas pero más sanas, como "latkes" al horno...En fin...
Pero un tema clave son las "sufganiot", también fritas, de lindo aspecto y valor calórico que suele no bajar de las 450 calorías por unidad.
Las que aparecen aquí arriba primero, eran las más comunes originalmente, rellenas con un poco de mermelada. Hoy en día hay cerca de 15 variedades, cada una más decorada y engordante que la otra.
Para quienes quieren combinar calorías con formas tradicionales, hay algunos emprendedores con buenas ideas.
Y se puede, como en estos regalos, desear "Janucá Sameaj", o sea "Feliz Janucá", que es lo que dice aquí, con chocolate.
Estas cajas de bombones en las que dice "Janucá Sameaj" me recuerdan mi primer viaje a Israel, cuando fui por primera vez a la calle Allenby en Tel Aviv con mi tío Mandy (z"l). Le dije que me impacta ver todos los carteles en hebreo y él, con su típica practicidad, me contestó: "Lo sorprendente sería que no estuvieran en hebreo, ya que estamos en Israel".
Pero hay mucho más que las janukiot y la comida.
La fiesta es una buena oportunidad para ofrecer libros especiales para los niños.
Y por supuesto, los trompos, aunque en este negocio parece que ya habían vendido muchos.
En el trompo original, el común de cuatro caras, había en cada una de ellas una letra hebrea , la primera de las palabras "Nes Gadol Haiá Po", que significa "Aquí hubo un gran milagro", en referencia evidentemente al milagro de Janucá, los 8 días que duró el aceite en el Templo. En la diáspora judía el "Pó" de "Aquí", se sustituye por "Sham" que significa "allí".
Hoy, como vemos, hay trompos menos tradicionales y más variados.
Y está también la tradición del "dinero de Janucá".
Según explica la página de Jabad Uruguay (que recomendamos), este es el sentido de la tradición:
Maot Janucá o Janucá Guelt. Se acostumbra dar dinero a los niños. Esto nos da la oportunidad de reforzarlos positivamente por su buena conducta y su éxito en los estudios.
Además es una forma de inculcarles la realización de actos de bondad y caridad.
Y aquí están, en monedas de chocolate.
La fiesta se siente pues ya antes de prender la primera vela.
Esta es una oportunidad para desear a todos ¡Feliz Janucá, Jag Januca Sameaj!