Sospecha de secuestro había puesto en vilo a la Policía israelí.
Un verdadero drama se vivió toda la noche del viernes en el barrio árabe Beit Hanina al noreste de Jerusalem, tras reportar la familia Abu Ramile que su pequeño hijo Kais, de 7 años, había desaparecido. El padre dijo que a las 4 de la tarde había salido al almacén y no regresó. La preocupación por el niño cobró un giro especial, al comenzar a circular rumores según los cuales en imágenes captadas por una cámara de seguridad en la zona, se veía a un hombre que parecía estar arrastrando a un niño, introduciéndolo por la fuerza en un coche.
La sospecha de secuestro desató una dinámica compleja.
Por un lado, la Policía comenzó intensos rastreos, junto con el Cuerpo de Bomberos, la unidad especial anti-terrorista y numerosos voluntarios, con la esperanza de encontrar al niño. También publicó la foto del pequeño pidiendo ayuda a la población.
Al mismo tiempo, se estudiaba la película de la cámara de seguridad, para comprender qué era exactamente lo que se veía allí. Y por otra parte, hubo choques y enfrentamientos con habitantes árabes de la zona que querían irrumpir al barrio judío vecino de Neve Yaakov, sospechando que judíos habían secuestrado al niño. Hubo varios detenidos que apedrearon a los efectivos policiales, los cuales se apostaron en las entradas a Neve Yaakov para impedir tumultos y una entrada violenta al barrio.
Mientras tanto, continuaban todo el tiempo las intensas búsquedas.
El padre del niño salió a la prensa y agradeció a la Policía y todas las fuerzas que estaban buscando a su hijo, así como a los numerosos voluntarios, por el gran esfuerzo realizado. También aclaró que los rumores sobre secuestro no eran ciertos y que la película de la que se había hablado no tenía relación ninguna con la desaparición de su hijo.
Lamentablemente, horas después de iniciados los rastreos, se confirmó lo peor. En un enorme pozo repleto de agua de las lluvias, cerca del lugar en el que había sido visto Kais por última vez, fue hallado su cuerpo sin vida. De acuerdo a testimonios de gente que lo había visto en la zona, al toparse la Policía con el pozo en cuestión, entendió que podría haber caído allí, por lo cual durante aproximadamente dos horas fue bombeada el agua del lugar para poder llegar al fondo y quizás hallar al niño.
Al encontrarlo, fue trasladado de inmediato a un hospital, se trató de revivirlo, pero todos los esfuerzos fueron infructuosos y no restó más que determinar que había muerto.
