Esta Marie Kondo con su voz suave y dulce se quiere meter con “mis libros”. Ellos son mis hijos. Algunos son propios y otros adoptados. A esta altura, ya son nietos.
Hay algunos que me acompañan hace mucho tiempo. Por “Las venas abiertas de América Latina”, tuve flor de discusión con mi ex novio y marido actual. Nunca se lo devolví. Nosotros tenemos bibliotecas separadas. Estamos casados hace tanto tiempo que prefiero no hacer la cuenta.
Marie Kondo dice que 30 es el número de libros aconsejado para una casa. ¿Quién se cree que es la gurú del orden? Me puede enseñar a guardar blusas, ropa de verano y medias. ¿Meterse con mis libros? Esta semana estaba escribiendo un artículo sobre la culpa y fui a buscar nombres de personajes, busqué en “Enemigos: una historia de amor” y estaba en la biblioteca del escritorio, pronto para ser consultado. Me encantan los libros usados, ajados, muy leídos.
Yo hago limpieza de biblioteca una vez al año y los que no vale la pena guardar y no dan para una segunda lectura los regalo. “Deshacerte de libros que no te hagan feliz” ¡Qué sugerencia estúpida es esa! Cuando leí el último libro de Harari “21 lecciones para el siglo 21”, me preocupé tanto que comí el doble de mi porción de chocolate habitual. Hay gente que guarda plata en la casa, me pregunto si su motivación será la felicidad o el miedo a los robos. A mí me hace feliz el chocolate. Debería regalar toda la provisión, que guardo en un placard muy escondido para que en mi casa no se enteren y se lo coman. Qué conflicto tengo entre comer tanto chocolate como quiero y la balanza del baño que me hace guiñadas cada vez que me peso.
Mi marido me mostró medallas de su papá de campeonatos de tenis y ping pong. Lo primero que pensé es que no había leído a Marie Kondo. Sino no tendría ni un recuerdo. Parece que los recuerdos para ella son una mala palabra.
Lo primero que yo miro en una casa es la biblioteca. Me habla de quiénes son los dueños. Me contaron de gente que compra libros para decorar. No es mi caso, puedo asegurar que leí, o por lo menos, intenté leer todos los libros de mi biblioteca personal. Mi amor hacia ellos es incondicional.