Hemos tenido el privilegio de estar presentes en varias asunciones presidenciales. Un ejemplo de republicanismo que no resulta tan frecuente en todo el universo que compone las Naciones Unidas,donde pueden sentarse tiranías terribles a dar cátedra de derechos humanos. En ese contexto, cada vez que en nuestro país vemos a un Presidente pasar la banda presidencial, sentimos que como ciudadanos tenemos una joya que deberíamos cuidar con mucho celo.
Este primero de marzo pasado fue una jornada muy luminosa para Uruguay.El cambio de mando presidencial trajo la algarabía de que la democracia uruguaya es seria y en un día muy luminoso pudimos apreciar (nosotros desde la Plaza Independencia) las señales que fue dejando la jornada.
Los politólogos ya han hecho sus análisis sobre los discursos; analistas profundos como Martín Aguirre detallaron las señales más marcadas. Nosotros podemos compartir con ustedes el pensamiento de un espectador que volvió a sentirse privilegiado por estar en el lugar donde Uruguay estaba escribiendo la historia.
Concordamos con Aguirre que la presencia de miles de jinetes que cabalgaron semanas para llegar el primero de marzo a decirle presente al nuevo Presidente en el centro de la capital del país, fue un mensaje potente y no sólo uno, varios: presencia del campo profundo en las calles capitalinas;hombres,mujeres y niños; presencia y demanda mostrando que estaban allí pero que también esperan que se los vea, se los escuche, se los valore, se los integre.
El calor no arredró a una multitud para esperar la ceremonia y la oratoria.Cada uno habrá sentido a su manera la emoción de ver cómo se entregó la banda. ¿Por qué nosotros, al menos, la sentimos diferente? Porque por un lado, se iba uno de los dos ciudadanos que fue Presidente de Uruguay dos veces (un hecho histórico diferencial en nuestra historia contemporánea), y por otro asumía un joven líder de 46 años, tercera generación en su familia en llegar a la Presidencia. 30 años antes había asumido su padre; 62 años antes su bisabuelo. Inevitablemente el conocimiento personal nos dio otra emoción. Y nos vinieron al recuerdo en un flash cuando quien hoy es Presidente era un vecino de 4 años; después un estudiante que entraba a Facultad cuando su padre asumía la Presidencia; más tarde un Presidente de la Cámara de Diputados ejecutivo y austero. Y tanto más, que dejamos por la prudencia del uso del espacio.
El lunes 2 de marzo fue otro día luminoso. La asunción de Ministras y Ministros es siempre la apertura de una nueva ventana de esperanza.
A fines de 2018, B´nai B´rith organizó una misión a Israel de una semana para líderes políticos de 4 países latinoamericanos. Intensa, como todos los programas que se desarrollan en una semana. De los cuatro uruguayos que fueron entonces, este 2 de marzo, Jorge Larrañaga asumió como Ministro del Interior, Germán Cardoso como Ministro de Turismo, Carlos Enciso asumirá en estos días como Presidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo y Carlos Varela retuvo su banca de Diputados.
Renovamos la sensación de privilegio de sentirnos testigos de la historia, y el 2 de marzo felicitamos personalmente a los Ministros del Interior y al Ministro de Turismo.Vimos su emoción y su convicción de luchar por cumplir el mandato de servicio que significa conducir un Ministerio. Fuimos a felicitar al Ministro de Defensa Javier García,al Ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Talvi y su Sub Secretaria Carolina Ache.El tiempo no nos permitió cumplir con todos los saludos a quienes, conociéndolos hace mucho, hoy los vemos con las fortalezas que los tiempos demandan. Y que Uruguay, todo el Uruguay, espera.
Fue muy republicano y nos honra a todos que en el Ministerio de Defensa estuviera presente José Bayardi, hacía dos días titular de la cartera. Y eso lo volvimos a ver en Relaciones Exteriores con la presencia de ex Ministros y del más reciente, Rodolfo Nin Novoa. Y eso es Uruguay.
La Oración por la Patria que se llevó a cabo en la Catedral el 2 de marzo abrió definitivamente, de par en par, la ventana de esperanza que los uruguayos tenemos por un futuro de menos enojo y más sonrisa, de menos crispación y más construcción, de cerrar una grieta que no debemos soslayar y que obviamente nunca se debía haber abierto.El Cardenal Daniel Sturla,líderes cristianos, los Rabinos Daniel Dolinsky y Max Godet dieron mucho más que un mensaje en la Catedral abarrotada y con el Presidente Lacalle y varios Ministros presentes:nos marcaron una oportunidad ciudadana.Por más que trabaje un gobierno, los ciudadanos no somos espectadores. La construcción de ciudadanía pertenece a tres millones trescientos mil uruguayos. Cada uno desde su lugar. Los gobernantes y la oposición tienen, como en toda democracia, sus deberes y obligaciones.Y bien que cada cinco años la República se los demanda. Los ciudadanos que nos enorgullecimos viendo y disfrutando nuestra joya democrática el domingo y el lunes de esta semana, no tenemos sólo cita dentro de cinco años. La tenemos todos los días. O lo entendemos o la joya pierde su brillo y se opaca.