Hace 6 años, uno de los comandantes en una escuadrilla de aviones en la base Ramon de la Fuerza Aérea de Israel, tuvo que hacerse unos exámenes médicos en un hospital. Allí se encontró con una niña con la que comenzó a conversar, que le contó sobre los tratamientos que debía pasar por estar enferma con cáncer. La niña habló de su sueño de poder enrolarse cuando llegue a la edad apropiada.
A Pini-el comandante- eso le dio una idea. Hoy ya se halla en otra etapa de su vida y no se encuentra en la misma base, pero el proyecto que nació de aquel encuentro, continúa y colma de emociones a niños con cáncer, atendidos en varios hospitales de Israel.
Dos veces por año, la escuadrilla en cuestión invita a los niños a pasar un día en la base, los hacen sentir el centro del mundo y hasta les preparan un “uniforme” de piloto a sus medidas y con su propio nombre. No es parte de un operativo de combate, pero sí una de las acciones que recalcan la dimensión social de las Fuerzas de Defensa de Israel, más allá de la defensa propiamente dicha del territorio nacional.
Conversamos al respecto con el Mayor Y., nacido en un kibutz en el norte de Israel, que a sus jóvenes 26 años es Vice Comandante de una escuadrilla de aviones de combate en la Fuerza Aérea . Recientemente se llevó a cabo una de esas jornadas especiales para los niños en la que él participó. Eran más de 100 niños, los más pequeños tenían 4 y 5 años, pero casi todos eran de otras edades, hasta los 12 y 13 . Llegaron de tres hospitales, en varios ómnibus, con sus familiares. Los niños salieron felices. Y los oficiales y soldados que los recibieron, enriquecidos y admirados de los pequeños a los que por varias horas, dieron una gran felicidad.
P: Entiendo que has participado en una de estas jornadas singulares dedicadas a los niños. ¿Qué me puedes contar sobre cómo se desarrolla un día así?
R: Nosotros los esperamos a la entrada, o sea los comandantes de la escuadrilla, los soldados de la parte técnica, todo el que puede estar, el que está libre en ese momento. Como lo abrimos a toda la base, vienen también pilotos de otras escuadrillas que funcionan en nuestra base Ramon. Todo el que estaba libre y quería trabajar en forma voluntaria en este proyecto, podía sumarse para estar con los niños. Pues los niños llegan, entramos a la base, nos sentamos juntos a desayunar , les damos la bienvenida y luego se encuentran con el jefe de la escuadrilla. Él se reúne con los niños y sus familiares, les explica sobre la Fuerza Aérea , sobre nuestra escuadrilla, su historia, sobre lo que hacemos . Luego salimos y una formación especial de tres aviones que vuelan a baja altura, pasa sobre nuestras cabezas, especialmente para los niños. Es impresionante y ellos quedan impactados.
P: Emociona el solo imaginarlo: los niños saben que esos aviones están volando en su honor.
R: Exactamente. En su honor. Se prepara para ellos y vuela sobre ellos. Además, cada uno de los niños recibe un equipo similar al de los pilotos, con su propio nombre, preparado especialmente para cada uno, ya que sabemos de antemano quién viene. Y si sabemos que vienen con hermanos, tratamos de preparar también para ellos. Les preparamos remeras especiales una experiencia completa.
Luego bajamos al sitio en el que están los aviones , se nos suman los técnicos de los aviones y allí se hace todo un evento. Hay un conjunto que toca música y canta, un ambiente precioso, les damos maíz tostado , de todo. Les explicamos sobre los aviones, cada uno de los niños sube a un avión y se sienta en la cabina del piloto. Se toman fotos, reciben explicaciones y pueden estar ahí sentados todo el tiempo que quieran, hasta que tienen que dejar a otro niño. Lo mismo con un helicóptero que llevamos hasta allí. También trajimos a uno de los carros de bomberos que les salpicaba agua, lo cual en el calor del sur les parecía estupendo. Antes de irse van al comedor de los oficiales y almuerzan con el comandante de la base .Y finalmente, regresan a sus casa.
P: Hermoso. Una experiencia inolvidable para los chicos indudablemente. Pini, que ya no está en la escuadrilla, fue quien concibió esta idea y lanzó este proyecto, pero me imagino que no iba a funcionar si no se conectaba con los valores de las Fuerzas de Defensa de Israel, del aporte a la sociedad...llamémoslo la dimensión civil de Tzahal.
R: Tienes toda la razón. Y con este comentario me llevas de hecho a uno de los puntos centrales a mi criterio en esta historia. Este proyecto nos permite brindarnos a la sociedad, aportar a la sociedad no sólo mediante nuestro trabajo militar. Esta vez, el día pactado para recibir a los niños justo era un día complejo de operativos, como muchos que ha habido en los últimos tiempos. Y la verdad es que en determinado momento se consideró que quizás sería necesario postergarlo. Pero estaba claro que esto es parte de nuestro espíritu, de lo que tenemos que hacer, y por eso se mantuvo, a pesar de la problemática de la agenda.
P: ¿Se mantienen luego en contacto con los niños?
R: Así es. El tema es que se intenta que cuando los niños llegan, cada uno de nosotros entable contacto con uno de ellos y lo acompañe en forma personal todo el día, ya que eso hace que los niños sientan una relación más personal. Por experiencia, esto potencia su vivencia. Intercambiamos teléfonos y luego nos mantenemos en contacto.
Cada uno tiene su historia, pero te puedo contar lo que yo viví. Mi jornada comenzó cuando conocí a Dvir, un niño de 6 ó 7 años que lucha contra el cáncer. Estuvimos juntos todo su día en la base. Me contó mucho sobre su vida y su situación. Me pareció impactante el enfoque abierto que tienen estos niños.
P: ¿Te sorprendió que a esa edad sean tan conscientes de la situación con la que lidian?
R: Así es. Son absolutamente conscientes de su situación. Sin quererlo, maduran temprano y hablan naturalmente de cosas que por supuesto no son propias de su edad. Dvir me habló por ejemplo del tema de la valentía, de cómo él lidia con su situación y con sus dificultades. Me impactó escucharlo.
P: Y me atrevo a pensar que por un lado, esos niños seguramente los veían a ustedes, los pilotos, como héroes, pero que al escuchar a Dvir, tú pensabas que los héroes son él y los demás niños.
R: Sin ninguna duda. Pensé en eso, pero no son cosas que uno siempre puede decir. Cuando hablé con él le pregunté qué quiere ser cuando sea grande. ¿Te gustaría ser piloto?, le pregunté. Dvir se entusiasmó. Muchos dijeron que ese era su sueño. Tenías que ver la sonrisa en sus rostros cuando estaban sentados en la cabina del piloto. Y por otro lado, uno piensa en su situación y entiende cuán valientes son. Viven días muy duros. Toda esa vivencia nos enseña a nosotros mismos a tener proporciones de las cosas. Y volvemos al espíritu que nos motiva y nos une.
P: ¿Tienes idea cuál es el nivel de la enfermedad de esos niños, si tienen probabilidades de curarse o no? Quizás ni mencionan ese aspecto.
R: En general no hablamos de los casos concretos de cada uno. La intención de este día especial con los niños es brindarles toda la atención y hacerles pasar una jornada fuera de lo común, no hablar de la enfermedad. Pero sé que había allí niños que durante mucho tiempo no habían podido salir del hospital. Algunos de ellos llegaron a nuestra base luego de estar un mes entero internados. Y fue algo impresionante vivir un día así especial para ellos.
P: Aparte de la experiencia misma, del día podemos llamar divertido, diferente ¿qué te parece que aportaron a esos niños? ¿En qué los marcaron?
R: Me es un tanto difícil afirmar qué aportamos por haber estado unas horas con ellos. Pero sí puedo decir que al menos en el caso del niño con el que yo estuve, pude darle la sensación durante varias horas, que él es el centro, lo más importante. Pudimos tomar la atención que depositamos siempre en la rutina de entrenamientos y operativos y pasarla a los niños, dedicarla exclusivamente a ellos. Ahora yo estoy con él, hago lo que él quiere, le explico, le muestro, lo siento en la cabina, le doy el enterito de piloto especial para él, él anda horas vestido con eso...queda feliz. Todo es para él ese día.
Además, con esa jornada en nuestra base, creo que abrimos ante esos niños un mundo sobre el que en general la sensación es que es intocable. La mayor parte de la gente no llega a eso. No volaron en un avión de combate pero salvo el vuelo mismo, realmente se les dio todo, se les explicó todo lo que querían saber, con mente sumamente abierta . Hicieron algo que poca gente puede hacer y eso también les da la sensación de que son especiales.
Y por último, es cierto lo que dijiste antes que seguramente ellos creen que somos valientes y nos miran de costado maravillados quizás. Pero aquí, estuvimos con ellos, nos dedicamos enteramente a ellos, les prestamos atención..y creo que eso les hizo sentir bien.
P: ¿No les pidieron que despeguen?
R: (risa) La verdad que sí. Algunos dijeron “prendamos el avión”. Eso fue lo único a lo que dijimos que no.
Por Ana Jerozolimski