Fotos personales: Gentileza Felipe Rodríguez.
Fotos profesionales: Shmulik de Hapoel Tel Aviv
A sus 29 años, el enganche Celeste del Hapoel Tel Aviv Felipe Rodríguez, se siente afortunado. Tras varios años de jugar en diversos equipos latinoamericanos, avanzando cada vez más, llegó hace poco más de 3 meses a Israel donde se siente querido, a gusto y seguro. Está feliz de vivir esta experiencia junto a su familia, a su compañera Ani, sus hijos Delfina (9) y Álvaro (de 1 añito recién cumplido) y esperando para fin de mayo la llegada de Olivia, que la pareja ya decidió quieren que nazca en Israel.
Cuando comenzó la crisis del Coronavirus, el Hapoel Tel Aviv, con el que había firmado el contrato económicamente más conveniente de su carrera hasta el momento, ofreció a Felipe volver con su familia a Uruguay hasta que todo terminara, asegurándole que mientras, le seguirían pagando lo pactado. Pero Felipe y Ani decidieron quedarse en Israel, a pesar de la suspensión de la liga de fútbol por la situación, porque vieron que el país es ordenado, que la gente se cuida y que es una sociedad desarrollada en la que se podían manejar con plena seguridad.
Evolución
Como buen uruguayo, Felipe amó el fútbol desde siempre. De niño su familia viajó a Estados Unidos y allí empezó a jugar, sintiendo inclusive que podría llegar a hacerlo de modo profesional. A los 18 años la mamá le permitió irse a Uruguay a jugar, con la condición que también estudiara. Viajó con toda la intención de cumplir su promesa, pero las cosas se fueron dando de modo que los estudios quedaron postergados, por una carrera cada vez más intensa en el fútbol.
Al volver a Uruguay se reencontró primero con todos sus amigos de la infancia, en su pueblo, Juanicó en Canelones. Jugó allí 2 años como amateur, luego pasó a Boston River y a los 20 años firmó su primer contrato profesional, con la contra que era un equipo que no tenía hinchas. De allí pasó a Cerro que estaba en 1ª División, disfrutó de la cantidad de gente que iba a los partidos y siguió en movimiento, pasándose un año después a El Tanque Sisley que se había clasificado a una copa internacional, lo cual le pareció una buena oportunidad. Su sueño se truncó cuando el segundo semestre el DT lo sacó. Felipe volvió a Boston River, que seguía en la B como la primera vez que había jugado allí.
“Yo tenía 23 años en ese momento y era un momento bisagra en mi carrera”, nos dice Felipe. “O la rompía y volvía a 1ª o me iba a trabajar y estudiar y dejaba el fútbol. Por suerte, lo logré. Hice 8 goles, tuve mucha continuidad, jugué mucho, y El Tanque Sisley me volvió a llamar, el DT me dijo que me había visto, que vuelva, que iba a jugar. Y así fue”. El equipo le ganó a Nacional, empató con Peñarol, y en un campeonato de 16 equipos, el suyo terminó cuarto, un gran logro sin lugar a dudas.
Ahí empezó una etapa totalmente nueva que lo dejó marcado, para bien, hasta hoy. “Mauricio Larriera, el DT de Defensor Sporting, me vio, me contrataron por 2 años y ese fue un gran paso en mi carrera, el click. En ese momento, el 2014, me empecé a sentir profesional”. Felipe es hasta hoy hincha de Defensor y no sólo por haber jugado allí profesionalmente, sino por todo el ambiente, la gente, el trato.
Jugó en Chiapas de México (“fue un gran salto para mí en lo económico y deportivo”), en Liga de Quito (el equipo más grande de Ecuador), en el argentino Godoy Cruz , Bolívar de Bolivia y Alianza de Lima, Perú, este último en lo que define como “el mejor año deportivo de mi carrera”. Pero cuando le preguntamos cuál es siente que es SU equipo, habiendo jugado en tantos, no duda ni un minuto: Defensor.
Y detalla: “ Me siento jugador de Defensor, pero no sólo por haber estado allí profesional sino porque me siento muy identificado con ellos, aunque también con Boston River que me abrió la puerta al fútbol profesional y me las volvió a abrir cuando no me había ido muy bien en otro lado”, sostiene. “Me siento de Defensor por todo lo que viví con ellos, por lo que fue todo el personal, desde el utilero hasta las cocineras Susana y Beatriz que eran como dos mamás para mí”.
Después, llegó la etapa del fútbol a ultramar, a otro mundo, Israel.
P: ¿Qué pensaste cuando surgió esta oportunidad? ¿Dudaste?
R: Sí, al principio sí. Primero que nada, por lo geográfico, porque está muy lejos. Pensé ante todo en mi familia, en mi mujer embarazada, en la dificultad de un idioma tan distinto, en lo que eso sería para Delfi, mi hija. Sabía que sería un cambio muy importante para todos. No era como decidir pasar a otro equipo en Sudamérica. Allí también, claro, el cambio siempre es grande. Cuando uno se muda a otro lugar, cambia de colegio, hasta de supermercado cuando uno ya estaba acostumbrado al anterior. Cuando mi representante, que es también mi amigo, Daniel Gutiérrez, me dijo que había interés en mí en Hapoel Tel Aviv, nos sentamos con la familia a analizar qué posibilidades teníamos de irnos todos juntos.
P: Claro, no era que vos te tiraba solo a una aventura. Venir con tu esposa y tus hijos, es otra cosa. Pero el propio Daniel te podía contar porque jugó en Israel, y se llevó hermosos recuerdos. Me ha contado muchas historias lindas.
R: Por supuesto. Él me contó y además como yo, reconozco, no sabía nada de Israel sino solamente dónde estaba en el mapa, me puse a leer y a averiguar. Quería saber cómo se manejaban en la vida diaria, cómo es la gente…Pregunté a otra gente que había jugado en Israel. Daniel me dijo que es un país de primer mundo, que no me preocupara por nada, que hay los mejores médicos y que la ciudad en la que iba a vivir es hermosa…me alentó mucho. Y más allá de la propuesta económica, que era muy buena, me era muy importante saber todos estos puntos.
P: Además, ibas a venir en una situación familiar muy especial.
R: Exacto. Ani está embarazada, como te decía, tiene que dar a luz a fin de mayo, y teníamos que ver eso, donde iba a nacer el bebé, que ya sabemos será una niña, a qué médico ira..si era seguro, si el club se iba a encargar o no…Finalmente decidimos que sí.
P: ¿Y te sentís feliz con la decisión? ¿No te arrepentiste?
R: En absoluto. Fijate que ahora, con esto del Coronavirus, mi club me ofreció irme a Uruguay durante la cuarentena y seguir pagándome, pero nosotros decimos que nos quedamos porque estamos muy seguros acá, porque sentimos que todo está muy controlado . Y decidimos que queremos que la bebé nazca en Israel, donde hay la mejor medicina. Nos sentimos seguros, nos encanta, es un lugar hermoso . Realmente, nos gusta todo lo que nos pasa en el día a día.
P: Comentaste en otra entrevista algo sobre los temores iniciales y creo que no se te interpretó bien.
R: Así es. Cuando yo llegué a Israel, el 2 de enero, las primeras noches en las que por supuesto estaba solo, fue difícil, porque todo el tiempo me llegaban comentarios de conocidos que me decían que podía haber algún ataque terrorista, y la cabeza me daba mil vueltas. Fijate que estaba solo, todo era muy nuevo, me comentaban en el club que pueden sonar alarmas y me decían que no me preocupara, que me quede tranquilo que no pasaría nada. Y finalmente fue así, tal cual. A las pocas semanas ya tuve muy claro que estoy seguro y le avisé Ani que venga, que esto acá es increíble.
P: Así que no es que estuviste debajo de ningún bombardeo
R: Claro que no. Fue un miedo inicial pero por cosas que me decían advirtiéndome, no por nada que había pasado. Imaginate un uruguayo, en un país totalmente nuevo, me dicen todas esas cosas , y me costaba dormirme. Pasé mal las primeras noches pero luego uno ve el día a día y todo tiene otra luz.
P: Y ahora, con Ani y vuestros dos hijos ¿se sienten seguros?
R: Nos sentimos recontra seguros…Por eso no nos fuimos a pasar la cuarentena en Uruguay, aunque podríamos haberlo hecho y recibido igual el sueldo. La gente cumple con la cuarentena, vemos que es un país de primer nivel. Por todo eso, queremos que la bebita nazca acá.
p. Y mientras…¿qué hacen?
R: Antes entrenaba, lo cual por ahora no se puede.Volvía a almorzar en casa, salíamos a recorrer, a la playa…Ahora mucha vida familiar. Además, vemos que niños de 7 , 8 años están solos caminando, que vuelven del colegio y están en una placita. Como sabemos, lamentablemente en nuestro país se vive otra realidad, los niños no pueden estar solos en la calle para nada. Fijate que la mía, ni cruza sola la calle todavía, y ella ve a otros niños y me dice toda asombrada que están solos. Esta es una sociedad muy avanzada.
P: ¿Cómo te sentís en el cub?
R: El grupo humano del club me hizo sentir muy a gusto y de buen ánimo. Fijate que mis compañeros se preocupan por mí, me escriben todos a preguntar si necesito algo, si estoy bien. Cuando el Ministerio de Salud Pública publica nuevas instrucciones o cuando habla el Primer Ministro, ellos me mandan todo traducido, me explican cuáles son las instrucciones.
Ahora, antes de Pesaj, la Pascua judía, me avisaron que no se vendía harina y que faltaban huevos, para que yo pueda tener todo lo necesario, que compre a tiempo. Así que caímos en un buen lugar en el que todos se preocupan por mí.
P: ¿Y con el hebreo cómo andás?
R: Más o menos bien, entiendo bastante los trabajos tácticos cuando hablan de números y las cosas que explica el entrenador. De todos modos el DT y todos hablan inglés y así todo es más fácil. Pero le voy agarrando la mano. Espero aprenderlo y poder largarme a aprender un poquito. Leer, claro, se me hace imposible. Con el tiempo iremos avanzando.
P: ¿Y la gente? ¿Yas has hecho muchos contactos?
R: Hemos ido juntándonos con compañeros, ya tuve una cena con el grupo, antes de la cuarentena, Ani pasó precioso aunque no entendió mucho, porque a uno lo pueden hacer sentir cómodo aunque no entienda bien el idioma. Eso es lo principal. Te diré que yo he estado en varios países latinoamericanos, con nuestra misma cultura, pero acá nos sentimos muy queridos, y eso es lo que nos lleva a pasar bien el día a día.
También conocí a muchos uruguayos y argentinos que me ayudaron un montón. Muchos me contactaron por Instagram, mucha gente consiguió mi teléfono, también fuimos una vez a un asado precioso y riquísimo en lo de un tío de un amigo de Defensor. Imaginate, asado a la uruguaya . También estuve ya en la Pizzería Celeste. También Ruben Friedmann se contactó, siempre bien dispuesto. Y el Embajador, el Cónsul, la gente de la Embajada, todos, diez puntos. Todo esto me hace sentir muy cómodo y seguro. Es muy importante, en un país en el que no se habla tu idioma, del otro lado del mundo, te empieza a llamar gente, te invitan a una pizza, te cuentan dónde podés conseguir yerba y dulce de leche…eso ayuda mucho.
P: Hermosa descripción Felipe. Que siga siempre así, que estén siempre tan cómodos. ¿Te gustaría en algún momento volver a jugar en Uruguay?
R: Claro, cuando uno tiene sentido de pertenencia, siempre quiere volver. Más aún cuando uno se identifica mucho con el país, con los amigos, la familia, el lugar. Pero la carrera es corta y creo que tengo que aprovechar las oportunidades. Sabemos que no se compara lo que es jugar en Uruguay y en el exterior. Ahora estoy realizando un sueño que tenía desde pequeño y poder hacerlo junto con mi familia, es lo mejor. Mi contrato es por un año y medio, pero pienso que ver crecer a mis hijos en un país como Israel, sería hermoso, así que ojalá esto pueda durar unos años más.
P: Que así sea Felipe. Te deseo mucha suerte y ojalá nos vemos pronto, cuando se vaya el Coronavirus.
R: Muchas gracias.