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Tras el reciente ataque violento a manifestantes contra Netanyahu en Tel Aviv, tensión en Jerusalem de cara a la nueva protesta

Un ambiente tenso acompaña los preparativos de la Policía por un lado y los manifestantes por otro, horas antes de la nueva manifestación que se llevará a cabo este jueves por la noche junto a la residencia oficial del Primer Ministro Biniamin Netanyahu en la calle Balfour de Jerusalem. La Policía ha colocado más cámaras para poder captar cualquier evento irregular y barreras con las que piensa separar a los que protesten contra Netanyahu, de quienes lleguen a la manifestación opuesta, en apoyo al Primer Ministro. 

El mayor motivo de preocupación no es esta vez que los manifestantes se excedan de la autorización recibida, se pasen de la hora pactada o bloqueen alguna calle en esa zona, muy cercana al centro de la capital, sino que haya  un incidente violento que termine en derramamiento de sangre. El trasfondo lo dieron hechos concretos ocurridos en los últimos días, protagonizados por extremistas de derecha que atacaron a manifestantes anti-Netanyahu.

En uno de ellos, casi al finalizar la marcha de protesta que había partido de la calle en la que vive el Ministro de Seguridad interna Amir Ohana , un grupo de extremistas atacó con palos y botellas de vidrio a algunos de los manifestantes. Uno de los atacados logró registrar pruebas en su teléfono celular.

Así quedó uno de los manifestantes atacados-Foto: Be Netzer, Galei Tzahal

 

Los manifestantes de Tel Aviv llegaron a la zona de la casa de Ohana  al revelarse la grabación  de una conversación que el ministro mantuvo con el jefe de la Policía de Jerusalem Doron Yadid. En la grabación se oye a Ohana diciendo a Yadid que hay que reprimir con mano fuerte las manifestaciones en Balfour , que no pueden seguir y hasta señalando que hay que “desafiar”a la Suprema Corte de Justicia, que autorizó las manifestaciones junto a la residencia del Primer Ministro. 

 

En otra zona, el día anterior, por las mismas razones, fueron atacados manifestantes que protestaban, en familia, inclusive con sus hijos chicos, en un cruce carretero aledaño a Sderot. Uno de los jóvenes padres resultó herido con una herramienta que no pudo identificar. Unos y otros ataques podrían haber terminado muy diferente, no sólo con heridas.

Recién varias horas después del incidente en Tel Aviv el Primer Ministro condenó la violencia, declarando que es inaceptable “de ningún lado” y agregó que también debe condenarse los llamados a asesinarle. La radio pública israelí citó este jueves fuentes en Facebook israelí revelando que el perfil de alguien que se presentaba como Dana Ron, en el cual un post decía “a los dictadores se los mueve con un tiro en la cabeza”, era falso y fue retirado de la red.

Un agregado: opinión

Expresiones extremistas hay de ambas partes. Pero el problema de fondo que ha llevado a la violencia antes mencionada-y que años atrás, en 1983,  condujo concretamente al asesinato del manifestante de “Paz Ahora” Emil Grinzweig en una protesta contra la guerra en Líbano –es la presentación de las manifestaciones como ilegítimas. En esto, hay también una responsabilidad directa del Primer Ministro y los ministros que lo defienden y critican a sus opositores.

Por un lado, es un hecho que el gobierno no ha prohibido las manifestaciones, a pesar de sí haber aclarado que no puede haber aglomeraciones por la pandemia, y que se ha hablado repetidamente de lo “sagrado” del derecho de la ciudadanía a manifestar. Eso lo dijo también Netanyahu. Por otro lado, referirse a los manifestantes en su contra como “anárquicos”, “izquierdistas”, y cosas que fueron intentos claros de desacreditarlos, es crear el terreno para atacarlos porque actúan, según esa impresión, en forma ilegítima.

Estimamos que en realidad, también el Primer Ministro sabe que las manifestaciones, inclusive si hubo elementos que chocaron con la Policía y no respetaron sus órdenes, son una protesta ciudadana que va más allá de las divisiones entre gobierno y oposición. Por cierto van más allá de izquierda y derecha. Es una combinación de ciudadanos opuestos a que esté al frente del gobierno un Primer Ministro que se halla en juicio por sospecha de corrupción, y los que protestan por sentir que los efectos económicos de la pandemia no fueron debidamente tratados, todos ellos en una seria crisis de desconfianza en el gobierno.

Ana Jerozolimski
(30 Julio 2020 , 11:06)

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