Mundo Judío

Mi Sinaí

Tenemos el honor de compartir con nuestros lectores MiSinaí No. 71. Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.

No. 71
Noaj
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LOS HIJOS DE NOAJ

Por Yanki Tauber

"Noaj era un hombre virtuoso en su generación" (Génesis 6:9)

Entre nuestros Sabios, algunos interpretan este versículo como alabanza: [si fue virtuoso en una generación de malvados,] cuánto más habría sido si hubiese vivido en una generación de virtuosos. Y otros lo interpretan como una reprobación: comparado con las personas de su generación él era virtuoso; pero si hubiera estado en la generación de Abraham, se lo consideraría como nada. (Rashi, sobre el versículo)

Todo sobre Noaj puede verse bajo una luz positiva, y o una luz negativa.

Noaj construyó el famoso bote salvavidas que lo protegió junto a otros siete humanos (su esposa, sus tres hijos y sus esposas) del Gran Diluvio. Así que uno puede agradecerle por salvar a la humanidad, o puede criticarlo (como el Zohar lo hace) por no salvar al resto de su generación.

La Torá nos dice que Noaj no entró en el arca hasta el último minuto, cuando las lluvias ya estaban cayendo. Se puede loar su optimismo, o se puede señalar (como Rashi lo hace) que era de los "pequeños creyentes" en las palabras de D-os.

La Torá también relata que incluso después de que las aguas del Diluvio habían retrocedido y la tierra se había secado, Noaj no abandonó expresamente el arca hasta que D-os se lo ordenó. Se lo puede llamar tímido, o puede admirarse (como lo hacen nuestros Sabios) su obediencia: D-os le había ordenado que entrara en el arca, y por eso permanecería en el arca hasta que D-os le dijera que saliera.

La primer cosa que hizo Noaj para desarrollar la tierra recientemente yerma que encontró al salir del arca, fue plantar un viñedo, hacer vino y emborracharse. Uno puede desanimarse por su inconstancia, o aplaudir su determinación para infundir un poco de alegría y regocijo en un mundo desolado.

Noaj vivió 950 años, bastante tiempo para hacer todo mal y todo lo correcto.

Somos todos descendientes de Noaj.

Noaj es descendente de Adám, por lo que todos somos hijos de Adám, también. Pero el término usado por el Talmud y la Halajá (la ley de Torá) para la humanidad en conjunto es B'nei Noaj ("los hijos de Noaj"). Las siete leyes universales de moralidad que están ligadas a cada ser humano (y que prohíben idolatría, blasfemia, asesinato, robo, el adulterio e incesto, y crueldad a los animales, y ordenan asignar el establecimiento de cortes de justicia) se llaman "Las Siete Leyes Noájicas"—aunque seis de ellas ya se ordenaron a Adám.

Adám fue el primer hombre. Noaj fue el primer ser humano.

 

NUNCA ES DEMASIADO TARDE

D-os le dijo a Noé, “He decidido poner fin a toda carne” (Bereshit 6:13)

D-os no ocasionó el Diluvio porque se dio cuenta, de repente, que había cometido un error al crear el mundo. Sino que, las realidades pre Diluvio y post Diluvio fueron etapas necesarias en el desarrollo del mundo, etapas que están reflejadas en la vida de cada individuo.

Antes del Diluvio, la realidad estaba bloqueada en las fuerzas irresistibles de causa y efecto. Cada buena acción reforzaba la bondad de una manera permanente; cada mala acción reforzaba el mal de una manera permanente.

El Diluvio atenuó esta realidad introduciendo la oportunidad del arrepentimiento. Por lo tanto, cuando Noé salió del arca, lo que vio no fue ruina y devastación post apocalíptica, sino un mundo nuevo y fresco lleno de potencial positivo y libre de las cadenas del pasado.

En nuestras propias vidas, también, podemos pensar erróneamente que estamos encerrados sin escape en un destino dictado por nuestra herencia, nuestra crianza, o nuestros propios errores previos. Debido al Diluvio, exactamente lo opuesto es verdad: nunca es demasiado tarde. D-os está siempre esperando recibirnos de nuevo con brazos abiertos para comenzar de nuevo. El arrepentimiento, como el Diluvio, nos permite transformar cualquier situación desafiante o período turbulento de nuestras vidas en medios para limpiarnos, refinarnos y prepararnos para continuar con mayor fe y fortaleza.

Likutei Sijot, vol. 20, págs. 285-287

Génesis (Bereshit) 6:9 – 11:32

La segunda sección del libro de Génesis se llama como su protagonista Noé (Nóaj en Hebreo), y comienza con la historia del gran Diluvio que limpió al mundo de la depravación y degeneración en la cual había caído la humanidad desde la creación del mundo. Esto es seguido por el relato de cómo el mundo fue dividido entre los hijos de Noé, la dispersión de la humanidad causada por el incidente de la Torre de Babel, y el preludio del relato de las próximas secciones del siguiente gran héroe de la humanidad, Abraham.

SABIOS DE ISRAEL

RABÍ MOSHÉ BEN MAIMÓN (MAIMÓNIDES) (1135-1204)

Maimónides nació en Córdoba, España, un día antes de Pesaj, el 14 de Nisán de 1135. Su padre, Rabí Maimón, era un gran erudito. Moshé recibió su primera instrucción de su padre, quien le enseñó las Sagradas Escrituras, el Talmud y, además, matemáticas.

El joven tenía una mente brillante. Cuando llegó a la edad de bar mitzvá, trece años, Córdoba fue invadida por tribus musulmanas fanáticas, los Almohades. Los nuevos conquistadores dieron a los habitantes de Córdoba la posibilidad de optar entre aceptar la fe del Islam o abandonar la ciudad inmediatamente. La gran mayoría de los habitantes judíos decidió abandonar el lugar y exilarse. Entre ellos se encontraban Maimón y su familia.

Durante diez años la familia de Maimón deambuló de lugar en lugar, sin encontrar un refugio para instalar su hogar. A pesar de estos sacrificios, Moshé continuó sus estudios, y su magnífico coraje y fe eran fuente de inspiración para muchos.

Finalmente Rabí Maimón llegó a Fez, Marruecos, en el año 1160, cuando su hijo, Rabí Moshé, tenía 25 años. También aquí los judíos soportaban grandes penurias y persecuciones por parte de los fanáticos mahometanos. Rabí Maimón escribió entonces una famosa carta en árabe, que envió a todas las comunidades judías del norte de Africa. En ella les instaba a permanecer leales a su religión a pesar de la opresión, estudiar la Torá, cumplir las mitzvot devotamente y orar tres veces al día.

Pocos años después, la situación de los judíos de Fez se tomó insoportable. Los dirigentes judíos fueron ejecutados por rehusarse a abrazar la fe islámica. La vida de Maimón también corría grave peligro, pero un poeta árabe local, íntimo amigo de Maimón, lo salvó. En la oscuridad de la noche, en la primavera de 1165, Rabí Maimón y su familia se embarcaron con destino a la Tierra de Israel. Grandes eran los peligros del mar, pero unos pocos días después de Shavuot llegaron finalmente a Tierra Santa, cerca de Acco. Los judíos de Acco, a quienes había llegado ya la fama del gran erudito, le depararon una calurosa bienvenida, plena de honores y afecto. Pero tampoco aquí pudieron encontrar la paz anhelada, de modo que tras visitar los lugares sagrados de Jerusalem y las tumbas de los Patriarcas en Jebrón, Maimón y su familia se trasladaron a Egipto, conocido en aquellos días como la tierra de "la cultura y la libertad". Primero permanecieron en Alejandría y posteriormente se mudaron a Fostat (Viejo Cairo), donde Maimón falleció.

Moshé (o Maimónides) continuó sus estudios con gran entusiasmo. Su hermano, David, se ocupó de toda la familia, pues era un próspero comerciante de alhajas. Cierto día, sin embargo, llegó la terrible noticia de que David había perecido en aguas del Océano Indico. El golpe de la triste noticia dejó a Maimónides tan dolorido que enfermó. Le llevó casi un año recobrarse. Entonces tuvo que hacer planes para mantener a su propia familia, además de la joven viuda y su pequeña hijita.

Maimónides no quería ganarse la vida aceptando el cargo rabínico, pues no quería obtener ganancias de sus conocimientos de la Torá. Trabajó entonces como médico — pues había estudiado medicina y ciencias en su juventud. Su fama se extendió rápidamente. Su talento le permitía muchas veces diagnosticar y escribir la receta sin necesidad de intercambiar ni una palabra con su paciente. Cierta vez un hombre sano decidió probar la sabiduría médica de Maimónides y fue a verlo. Maimónides lo observó unos instantes y se puso a escribir la receta. El hombre, que gozaba de buena salud, salió del consultorio complacido de haber comprobado que estaba en lo cierto al dudar de la veracidad del sistema que Maimónides empleaba. Curioso, en vista de que la receta estaba escrita en un lenguaje que sólo el farmacéutico podía comprender, se dirigió a una farmacia para que le dijeran qué había recetado Maimónides. Con gran asombro escuchó al farmacéutico leer "Usted lo que tiene es hambre. Tómese un buen desayuno".

Durante sus travesías, y en medio de los peligros de mar y tierra, Maimónides no sólo estudió constantemente la Torá y el Talmud, sino que comenzó a escribir un comentario sobre la Mishná. Poco tiempo después de su llegada a Egipto, a la edad de 33 años (en el año 1168), completó su comentario, escrito originalmente en árabe (con caracteres hebraicos, el lenguaje común de los judíos orientales de la época. Maimónides estaba particularmente contento de haberlo finalizado, ya que él era descendiente de Rabí Iehudá HaNasí, quien había recopilado la Mishná unos 1000 años antes.

El comentario a la Mishná ganó amplia fama. Numerosas consultas sobre los más diversos puntos de la ley judía comenzaron a llegarle de comunidades judías remotas, siendo la opinión de Maimónides muy respetada.

Maimónides se hizo muy querido especialmente por los judíos del Yemen, a quienes envió una carta de consuelo y aliento, que adquirió renombre hasta nuestros días con el nombre de Igueret Teimán ("Epístola Yemenita"), en el momento en que todo su futuro como judíos estaba amenazado por la opresión.

¡Era increíble cuánto podía trabajar Maimónides en un sólo día! Resolvía asuntos comunales de urgencia, su práctica médica, sus horas regulares de estudio de la Torá y el Talmud, su correspondencia, etc. Pero aun en medio de esta agobiante tarea, escribió un segundo trabajo sobresaliente: el Mishné Torá o Iad HaJazaká, en el año 1180.

Este es un código religioso gigante, una compilación del Talmud entero. Fue escrito en un hebreo claro y simple, en la lengua de la Mishná, comprendida por todos los judíos. Está dividido en 14 libros (la palabra hebrea Iad tiene el valor numérico de 14), cada uno de ellos subdividido a su vez en capítulos y Halajot (Leyes) de manera ejemplar. Este libro es utilizado hasta hoy en día en todas las Ieshivot (Academias de Torá).

Alrededor del año 1185 pasó a ser médico privado del Visir, y luego también médico personal del Sultán Afdal, quien sucedió a su bondadoso padre, el famoso Sultán Saladino (1137?-1193). Muchos de los nobles del país buscaban sus servicios y sabios consejos, pero Maimónides también encontraba tiempo para atender a los pobres, de quienes no requería ni aceptaba pago. Y aun así podía mantener correspondencia con las comunidades judías de cerca y de lejos, y continuar su actividad en el campo de la medicina, la astronomía y la filosofía. Todo esto a pesar de su frágil constitución física y de sus frecuentes enfermedades.

Cerca del año 1190, Maimónides finalizó su famoso trabajo filosófico, el Moré Nevujím (Guía de los Perplejos). Este libro también fue escrito en árabe y alcanzó gran renombre en círculos judíos y no judíos. Durante los últimos veinte años de su vida, Maimónides fue el líder reconocido y querido por todas las comunidades judías de Egipto.

Murió en Fostat, el 20 de Tevet de 1204. Sus restos fueron trasladados a Tiberíades, en la Tierra de Israel, donde encontraron sepultura. Desde Moshé, hijo de Amrám, quien recibió la Torá en el Monte Sinaí, hasta Moshé, hijo de Maimón, autor del Mishné Torá, no hubo otro parecido a Moshé, hijo de Maimón. De ahí la famosa frase: "¡De Moisés a Moisés, no hubo como Moisés!"

¡ESTE ES MI SEFER TORÁ!

Por Ruth Benjamin

Henryk era muy pequeño en 1945, cuando la Guerra acabó y los sobrevivientes intentaban rastrear frenéticamente a sus parientes. Había pasado la mayoría de su vida con su niñera que lo escondió de los Nazis por pedido de su padre. A pesar del gran riesgo, la mujer lo hizo pues amaba al niño.

Todos los judíos fueron asesinados, y la niñera de Henryk no pensó que el padre, Joseph Foxman, sobreviviría la destrucción en Auschwitz. Por consiguiente decidió adoptar al chico, bautizándolo en la Iglesia y enviándolo a estudiar catecismo con el sacerdote local.

Era Simjat Torá cuando su padre vino a buscarlo. La niñera acongojada empacó su ropa y su libro de catecismo, enfatizando al padre que el muchacho se había vuelto un buen católico. Joseph Foxman tomó a su hijo de la mano y lo llevó directamente a la Gran Sinagoga de Vilna.

En el camino, le dijo a su hijo que era judío y que su nombre era Abraham. Cuando pasaron por la iglesia y el muchacho se persignó reverentemente. Su padre, a pesar de la gran angustia, no dijo nada. Tenía que mostrar a su hijo su Judaísmo, el Judaísmo viviente, y de esta manera recuperaría su esencia.

Entraron en la Gran Sinagoga de Vilna, ahora un remanente del pasado, de la era de una vida judía vibrante. Allí encontraron a algunos sobrevivientes judíos de Auschwitz que habían llegado a Vilna y trataban de reconstruir sus vidas y su espíritu judío. En medio de la severa realidad de su sufrimiento y las pérdidas terribles, estaban cantando y bailando con alegría, celebrando Simjat Torá.

Abraham miraba con sus ojos muy abiertos a su alrededor y tomó un Sidur andrajoso con un toque de afecto. Algo de muy adentro respondió a la atmósfera, y él estaba contento estar allí con su padre. Sin embargo, se negó a unirse a la danza.

Un hombre judío que lleva un uniforme del Ejército soviético no podía apartar la vista del muchacho, y se acercó a Joseph. "¿Este niño es... judío?" Preguntó, con un toque de temor en su voz.

El padre contestó que el muchacho era judío y se lo presentó. El soldado miró fijamente a Henryk-Abraham, y luchó para detener las lágrimas. "Durante estos cuatro años terribles, he viajado miles de millas, y este es el primer niño judío vivo que veo en todo este tiempo. ¿Te gustaría bailar conmigo sobre mis hombros"? Le preguntó al muchacho que lo miraba fascinado.

El padre le dio permiso, y el soldado alzó al niño en sus hombros. Con lágrimas rodando por sus mejillas y con su corazón lleno de alegría, el soldado se unió en la danza.

"¡¡¡Este es mi Sefer Torá!!!" Lloró con emoción.

Abe Foxman, el director nacional de la "Liga de Anti-difamación" -el Abraham de nuestra historia- recuerda esto como su primer sentimiento consciente de una conexión con el Judaísmo y de ser un judío.

¿LO SABÍAS?

LAS SIETE LEYES DE NOAJ

Por Tzvi Freeman

Firmes, confiables, amplias y abarcadoras son sólo una base. Y sobre esa base, cada pueblo y cada persona deben construir…

De acuerdo con los sabios del Talmud, hay 70 familias con 70 caminos dentro de la gran familia humana. Cada individuo tiene su propia senda dentro de cierta ruta.

Pero hay una base universal para todos nosotros.

El que vive de acuerdo a estas reglas, reconociendo que son lo que D-os pretende de nosotros, es considerado un justo por nuestras Tradición. Esa persona tiene asignada una parte en el mundo ideal del futuro.

Estas son las siete instrucciones, de acuerdo a la antigua Tradición, con un toque de elaboración:

1. Saber que existe un solo D-os, Infinito y Supremo sobre todas las cosas. No remplaces al Ser Supremo por ídolos limitados, ya sean de otros seres, o mismo tú. Incluidos en este mandamiento se encuentran la plegaria, el estudio y la meditación.

2. Respetar al Creador. Por más frustrado o enojado que pudieses estar, jamás expreses tales sentimientos maldiciendo al Creador.

3. No cometer asesinato. Cada ser humano, al igual que Adam (Adán) y Javá (Eva), constituyen un mundo entero. Salvar una vida es salvar un mundo entero. Destruir una vida es destruir un mundo. Ayudar a otros a vivir es un corolario de este principio.

4. Respetar la institución del matrimonio. El matrimonio es un acto divino. La unión de un hombre y una mujer es el reflejo de la unidad de D-os y Su creación. La deshonestidad en el matrimonio es una violación de esa Unidad.

5. No robar. Condúcete honestamente en todas tus transacciones. Confiando en D-os y no en nuestra auto indulgencia, expresamos nuestra fe en Él como Proveedor de la Vida.

6. Respetar a las criaturas de D-os. En los albores de la creación el hombre era el jardinero del Jardín del Edén, "para trabajarlo y protegerlo". Al principio, el hombre tenía prohibido causar daño a los animales. Después del gran diluvio, se le permitió consumir carne, pero con una advertencia: No causar sufrimiento innecesario a animal alguno.

7. Mantener la justicia. La justicia es asunto de D-os, pero a nosotros se nos ha encomendado instituir las leyes necesarias y hacerlas respetar siempre que podamos. Cuando corregimos los errores de la sociedad, actuamos como socios en el acto de sustentar la creación.

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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