Rabino Eliezer Shemtov

Rabino Eliezer Shemtov

Nacido en 1961 en Brooklyn, NY, recibió su título de Rabino de United Lubavitcher Yeshivoth en 1984. En octubre de ese mismo año se casó con Rachel Chitrik. Pocos meses después (en febrero de 1985), a pedido de la Comunidad Israelita del Uruguay, el matrimonio fue enviado al Uruguay por el Rebe de Lubavitch - que su mérito nos proteja - para fundar el Beit Jabad en ese país y dirigir sus actividades educativas, culturales y sociales. Es Director General del Jabad Uruguay, conferencista y autor de numerosos artículos, principalmente sobre temas del judaísmo en la actualidad. Sus artículos y entrevistas han aparecido en medios comunitarios, nacionales e internacionales. 

Columna de opinión

Años naturales y años milagrosos

Textos&Contextos


El estudio de la Torá tiene muchas dimensiones y muchos niveles. El primer paso en la incursión en ese mundo de infinita sabiduría es entender el texto; el peshat. Antes de entender qué es lo que el texto quiere decir hay que entender que es lo que dice.  

No es una tarea fácil; sí es una experiencia fascinante.

En esta serie semanal compartiré, si Di-s quiere, una síntesis de un análisis que el Rebe hace del comentario de Rashi sobre un texto de la lectura bíblica —parshá— de la semana. 

Lo especialmente fascinante es ver cuán sofisticada y desafiante es la comprensión básica del texto bíblico como podemos apreciar por medio del comentario de Rashi y el análisis del Rebe de los mismos. (Ver intro completa aquí: www.eliezershemtov.com/post/texto-y-contextos)

Espero que los disfruten y aguardo sus comentarios.


Rabino Eliezer Shemtov

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||| Toldot |||

En la lectura de esta semana leemos sobre la famosa historia de las bendiciones que nuestra patriarca Itzjak le dio a su hijo Iaakov.

Analizaremos el pasaje [1] en el cual Itzjak habla de su vejez y del hecho de que no conocía el día de su muerte y por lo tanto quiere conferir sus bendiciones sobre su hijo primogénito. 

Rashi cita las palabras “No sé el día de mi muerte” y comenta: “Dijo Rabí Iehoshúa ben Korja: si uno llega a la edad de sus padres debe preocuparse cinco años antes y cinco años después. Itzjak tenía [en ese momento] 123 años. Dijo: quizás llegue a la edad de mi madre y ella falleció a la edad de ciento veintisiete años y ya estoy a cinco años de su edad. Por eso [dijo] “no sé el día de mi muerte”: quizás será la edad de mi madre, quizás la edad de mi padre.”

Hay que entender:

¿Por qué hace falta explicar la intención de Itzjak en decir “no sé el día de mi muerte”, si Itzjak mismo empieza la frase diciendo “He envejecido”?
 Rashi, por regla general, no cita las fuentes ni los autores de sus comentarios salvo si esa información ayuda en poder comprender mejor el texto. ¿Por qué cita rashi el autor, Rabí Iehoshúa ben Korja, en este caso?

La explicación:

En la parashá anterior, en referencia al texto “y Di-s bendijo a Itzjak”, Rashi comenta [2]: “Avraham tenía miedo de bendecir a Itzjak porque previó que Esaú iba a salir de él. Dijo: ‘que venga el dueño de las bendiciones y que bendiga a quien le parezca’. Vino Di-s y lo bendijo [a Itzjak].”

Surge la pregunta, entonces: habiendo recibido la bendición de Di-s Mismo, el “Dueño de las bendiciones”, sin duda incluye la bendición de larga vida. ¿Por qué sospechar que estaba por morir a los ciento veintitrés años, si sus propios padres, bendecidos por Di-s vivieron más que ciento veintitrés años? 

Es por eso que Rashi explica que el motivo de su preocupación no fue por la edad en sí, sino por estar a cinco años de la edad (ciento veintisiete años) de su madre Sara al fallecer. Y si uno preguntase ¿cómo es entonces que Itzjak vivió ciento ochenta años? Es por eso que Rashi dice que hay dos referencias, la edad de la madre y la del padre, y los eventuales ciento ochenta años de Itzjak fueron cinco años más que la vida de su padre, Avraham.

Cabe preguntar, todavía:

Dado que por naturaleza la extensión de vida de uno es cerca de la de uno de sus padres, al vivir ciento ochenta años, cinco años más que su padre, Avraham, ¿dónde se ve reflejada en la extensión de su vida la bendición especial que Itzjak recibió de Di-s?

También: ¿por qué se preocupó Itzjak por su mortalidad a la edad de ciento veintitrés años, si esa posibilidad era solo en base a consideraciones de la naturaleza, pero si sumaba la bendición que recibió de Di-s, seguramente iba a vivir más tiempo?

La explicación:

Cuando Avraham y Sara llegaron a las edades de cien y noventa años, respectivamente, la Torá [3] se refiere a ellos no solo como “viejos”, sino como “entrados a sus años”, o sea que estaban por cumplir la extensión de vida que les fue designada, si no fuera por los años agregados como consecuencia de la bendición especial que Di-s les dio. Resulta, entonces, que la extensión natural de la vida de Avraham era cien años y la de Sara era noventa años.

Según esto, al cumplir ciento cinco años —cinco años más que la extensión natural de cien años de su padre Avraham— Itzjak ya había cumplido la extensión máxima de vida basada en la extensión natural —sin bendiciones especiales— de sus padres. 

Siguiendo este razonamiento resulta que la bendición especial que Itzjak recibió del “Dueño de las bendiciones” le agregó mucho; de hecho, recibió la misma cantidad de años que la bendición Divina le agregó a la extensión de vida de su padre, Avraham. El total de ciento ochenta años que Itzjak vivió implica setenta y cinco años más que los ciento cinco que sería la extensión natural, tomando en cuenta que la extensión de vida natural de su padre era de cien años, y uno puede —por naturaleza— vivir cinco años más que su madre o padre. 

En cuanto a su preocupación al acercarse a la edad de su madre —de que quizás la extensión de su vida se determinaba en base a la de su madre— el cálculo de Itzjak fue el siguiente: dado que la extensión natural de la vida de Sara era de noventa años y luego de la bendición especial de Di-s vivió hasta los ciento veintisiete años, resulta que la bendición le había agregado treinta y siete años. Según una de las posibilidades naturales de que los años de Itzjak podían extenderse hasta cinco años menos que el total de los de su madre, resulta que a los ochenta y cinco años ya podía haber sido la extensión natural de su vida y sumando los treinta y siete años de extensión con la que su madre fue bendecida (85 + 37 = 122), consideró que quizás ya estaba por terminarse el tiempo de su vida natural más la extensión especial por la bendición divina, y de ahí su preocupación. 

El alumno perspicaz puede preguntar: Rashi explica anteriormente que Avraham había fallecido cinco años antes de su tiempo para no sufrir al ver la conducta indebida de su nieto Esaú y cumplirse así la bendición divina de que iba a fallecer con una “buena vejez”. Quiere decir, entonces, que en realidad los años agregados a la vida de Avraham como consecuencia de la bendición especial eran ochenta años y no setenta y cinco. Según esto, si los años agregados a la vida de Itzjak como consecuencia de la bendición era la misma cantidad que la de su padre, Avraham, ¿no debería haber vivido 185 años (105+80) en lugar de solo 180 (105+75)? 

Para aclarar esta duda, Rashi cita al autor de la regla, Rabí Iehoshúa ben Korjá. El Talmud [4] relata que le preguntaron a una cantidad de sabios longevos por el secreto de su larga vida y documenta lo que cada uno de ellos respondió. Cuando le preguntaron a Rabí Iehoshúa ben Korjá al respecto, respondió: “nunca me fijé en la cara de un malvado”. Según esta aclaración de Rabí Iehoshúa ben Korjá podemos entender que el hecho de que Itzjak mirara la cara de su hijo Esaú —aun sin saber que era malvado— tuvo el efecto de acortarle algo de la extensión especial de su vida (los cinco años más que los agregados a la vida de su padre). El impacto de la bendición Divina especial que itzjak recibió fue que su vida fue extendida por la misma cantidad de años que su padre había recibido efectivamente (setenta y cinco años). 

La dimensión mística y aplicación práctica implícitas en el comentario de Rashi:

La razón por la que Itzjak le dio tanta importancia a la posibilidad mínima de la extensión de su vida, basada en la referencia de la vida de su madre (y no la posibilidad máxima en base a la de su padre), es porque Itzjak personificaba la cualidad de Guevurá, severidad, y toda su conducta se definía en base a ese criterio de juicio y exigencia. Pero esa conducta la reservó solo para consigo mismo, en cuanto a su conducta personal. En cuanto a los demás, empero, las bendiciones que brindó fueron con una amplitud máxima, superando inclusive las bendiciones de Jacob a sus hijos y de Moisés a las tribus. 

La enseñanza práctica para cada uno de nosotros, hijos de Itzjak, es: los criterios de Guevurá, severidad y exigencia máxima hay que reservarlas y aplicarlas a la conducta de uno mismo. Para con los demás hay que aplicar la cualidad de Jésed, o sea amor y aceptación y brindar de una manera amplia y sin restricciones, tanto en cuanto al “rocío del cielo” como a la “gordura de la tierra”. 

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Génesis 27:2
Génesis 25:11
Génesis 18:11
Meguilá 27b.

Basado en Likutei Sijot vol. 15, págs. 217-220

Rabino Eliezer Shemtov
(20 de Noviembre de 2020 a las 15:43)

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