“El mundo se construye con bondad”. Salmos 89:2
¿Imaginas un mundo donde la prioridad sea el bien del prójimo, la igualdad de oportunidades, y la bondad se manifieste en su máxima expresión?
La cualidad de “jesed”, bondad, está en la esencia de cada alma judía y cada vez que hacemos un acto de bondad, estamos conectándonos con nuestra esencia.
¿Qué es lo que Dios espera de ti? El profeta responde: “ahavat jesed”. Que ames y persigas el jesed. Que potencies y dejes florecer esa esencia bondadosa que tienes. Amar el jesed significa no esperar a que las oportunidades de hacer bondad lleguen a ti, sino buscar las oportunidades de hacerlo. Que seas proactivo y creativo y te adelantes a buscar las situaciones en las que puedas hacer jesed.
Jesed es el máximo nivel de bondad que engloba todas las buenas acciones e incluso la de tzedaká y las buenas acciones que hacemos con una persona aunque ésta nunca sepa que lo hicimos. Cualquier persona en el mundo puede hacer jesed. No existe condición que la limite. Se hace con dinero, con tiempo, con amor, con atención, con un abrazo, con el oído, usando cualquiera de nuestras cualidades.
El jesed es como el oxígeno para nuestra alma. Si aprendes a vivir en “modo jesed” descubrirás un secreto de vida. Porque la persona que vive en modo jesed, o mejor dicho modo amor al jesed, no espera, busca las oportunidades, y va a sentir que siempre tiene algo para dar, que su motivo de vida es ayudar, que su vida tiene un propósito. Y tener un propósito previene de la tristeza, de la depresión y de muchas otras enfermedades del alma.
A veces piensas que es más importante hacer jesed con personas que no conoces. Pero en realidad tiene más valor practicarlo dentro de casa. Con tu familia, pareja e hijos. Dar sin esperar, ayudar, ser paciente, ser compasivo, comprensivo, también es jesed.
Era víspera de Pesaj y un hombre se acercó al Rabino, a preguntarle si de acuerdo con la ley judía una persona que no tiene dinero para comprar vino para las 4 copas puede hacerlo con leche. Él no tenía para comprar vino, pero quería festejar Pesaj como indica la ley. El Rabino sacó 100 dólares de su bolsillo, le dio al hombre y le dijo que compre vino en honor a la fiesta. Luego que el hombre se fue, la rabanit, que estaba escuchando desde la otra habitación se acercó a su esposo y le dijo: Qué bueno que le diste el dinero para el vino. ¡Pero con 10 dólares era suficiente! ¿Era necesario darle 100? El rabino le respondió: Esposa querida, piensa algo: si la persona vino a preguntar si podía comprar leche en lugar de vino, (que es lo más importante para el seder), con seguridad tampoco tenía dinero para carne y buena comida para el seder! Él estaba preocupado por lo más básico pero también tenía otras necesidades.
¡Entender cuál es la necesidad del otro es un gran logro! Un buen ejercicio para llegar a este nivel será el siguiente: Conoces a alguien que está pasando por una situación compleja. Cierra los ojos e imagina que estás en su situación. ¿Qué sientes? ¿Qué te haría bien recibir en ese momento? Entonces intenta darle a la persona lo que te imaginaste.
Muchos problemas matrimoniales suceden cuando la persona da lo que tiene para dar o lo que cree que el otro necesita. Pero la verdadera armonía en el hogar se alcanza cuando la persona aprende a dar verdaderamente lo que el otro necesita. Es decir, se enfoca en la necesidad del otro.
Finalmente, cuando haces Jesed, también te beneficias. La armonía en el hogar y en la familia nos beneficia. Pero por sobre todas las cosas,
¡CON JESED CONSTRUIMOS AL MUNDO!
¿Cómo la Kehilá lleva a la práctica este concepto milenario de Jesed?
Con acciones silenciosas, todos los días:
- Llamadas de voluntarios para dar contención en momentos de crisis/pandemia
- Envío de comidas y viandas
- Acompañamiento espiritual en casos de enfermedad
- Acompañamiento espiritual por problemas familiares o pérdidas
- Apoyo a familias vulnerables
Y todo aquello que los miembros de nuestra Kehilá necesiten.
