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Varias formas, un mismo odio

Días atrás  ha vuelto a ciruclar por las redes una  filmación de años atrás de una concentración multitudinaria en Melilla, enclave español en territorio de Marruecos, en la que un musulmán  enardecido incita a la gente que lo escucha, que repite ciegamente su “Alá hu-Akbar” (Alá es Grande), no como acto de Fe sino de odio.  Habla en perfecto español, lo cual deja en claro que está asentado hace ya tiempo en el lugar, y usa la libertad de la que goza-que cabe suponer no era la misma en su país de origen-para difundir un mensaje oscuro por el cual debería estar en prisión, porque es claramente incitación a la violencia.

“Los judíos, durante décadas, durante miles de años, han querido exterminar a los profetas, a toda persona en la faz de la Tierra que no sea hebrea”, grita desaforado , atribuyendo a los judíos precisamente lo que han hecho siempre los radicales extremistas musulmanes. Y como sin amenazas no se puede, agrega: “Juro por Dios que nos váis a temer hasta el día del juicio final”.

No importa si no es de esta semana sino de hace unos años. El fenómeno es el mismo. Y verlo a 20 años de los atentados en Estados Unidos, que recordamos días atrás, atentados que cobraron la vida de casi 3.000 personas en pocas horas. Atentados que fueron celebrados por extremistas islámicos por doquier, también por palestinos en las calles de Gaza y Cisjordania en su momento.

La retórica es la misma cuando de odio y extremismo se trata. Sólo cambian los escenarios.

Estos días en los que tanto se polemiza sobre lo que fue Durban, como si el llamado a una conferencia contra el racismo se hubiera cumplido, es importante recordarlo

Es la misma que se vivió en la cumbre de Durban en Sudáfrica hace 20 años, en aquella conferencia contra el racismo convocada por la ONU, que se convirtió en todo lo contrario , en una terrible tribuna de antisemitismo y odio anti israelí.

Esta vez, más de 30 países democráticos boicotearon la nueva conferencia convocada para recordar Durban,  aquella terrible expresión de odio que terminó siendo la primera. España, lamentablemente, no estuvo en esa lista.

La Autoridad Palestina condenó hace ya semanas a los que anunciaron no irán, señalando que no se puede separar la “lucha palestina” de la lucha contra el racismo.

El problema es que con “lucha palestina” no se refieren a un legítimo derecho de hallar una solución de paz con Israel sino a la violencia protagonizada por terroristas que atacan civiles y que luego son presentados como héroes cuyas acciones deben ser emuladas.

El mundo libre-y muy especialmente Israel- no debe encarar su lucha contra el Islam radical como una guerra de civilizaciones en la que es imposible dialogar, congeniar, entenderse con aquellos musulmanes que no ven en su credo una motivación de guerra. Pero la misma determinación y firmeza con la que se puede buscar entendimiento, debe existir para combatir a quienes difunden su odio y están dispuestos por él- aferrándose a temas nacionalistas o religiosos- a matar.

 

Ana Jerozolimski
(23 Septiembre 2021 , 18:47)

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