Mundo Judío

Moisés, el matador de gigantes

Por Bernardo Borkenztain

Bernardo Borkenztain inicia un ciclo de columnas sobre mitología y folklore judíos, para conocer algunos aspectos de nuestra rica historia cultural

 

 

MOSHÉ RABBENU

No cabe dudas de que el más grande de todos los profetas es Moisés, pero existen pasajes asociados a él que se enseñan poco y hacen perder de vista parte de la grandeza de este personaje.

A todos los efectos prácticos él, como Melquisedec, era el rey y sacerdote del pueblo de Israel, pero la casta sacerdotal sería dada a Aarón, y no fue ungido como rey, como serían Saúl y David, pero ejercía de facto y por mandato divino ambas funciones.

Con respecto a la primera era el responsable de proveer logísticamente agua y comida para la gente (hizo brotar agua de una roca y rezó por el maná) pero era también un líder militar, y derrotó, a veces él solo a muchos enemigos, entre los cuales seguramente el más formidable fue el amorreo Og, Rey de Bashán.

EL ÚLTIMO GIGANTE

 Último heredero de la línea de gigantes llamados nephilim, que según fuentes como el libro de Enoc (muy tardío y apócrifo) eran hijos de ángeles con las hijas de los hombres, y espíritus malvados, enemigos de la descendencia de Seth, ya que sus madres eran cainitas.

Sobre su verdadera estatura las fuentes son muy contradictorias, pero desde unos humildes cuatro metros hasta algunos kilómetros, según el relato que uno lea, podemos inferir que era muy grande, mucho más que el pequeño Goliath de la tribu filistea, con sus ínfimos 2,9 metros de altura.

Un relato de Abba Saul dice que una vez, cazando, se encontraba persiguiendo a un ciervo que había sido herido por una de sus flechas, pero éste se metió en el hueso del muslo de un hombre, y corrió por tres parasangas sin llegar a su final. Luego sería establecido que dio hueso había pertenecido a Og. Como la parasanga es una medida persa que equivale, centímetro más o menos a cinco kilómetros y un cuarto, podemos ver que era un gigante grande en serio…

Lo cierto es que siendo los nephilim de la gente anterior al diluvio, Og se salvó de morir rogándole a Noé que lo subiera al arca a cambio de ser el sirviente de él y su descendencia, por lo que se lo dejó montar a horcajadas sobre el techo, y se le alimentaba por una escotilla.

UNA MUELA UN POCO GRANDE

Siendo que es un individuo antediluviano que coexistió con Moisés, una cosa que llama la atención (entre otras) es que sobrevivió con mucho al gran justo anterior a Moisés que fue Abraham Avinu.

La respuesta que tienen las escrituras interpolativas, es que él fue nada menos que Eliezer, el principal sirviente de Abraham, que éste recibiera en regalo de nada menos que Nemrod, y que fue  el que le avisó que Lot, su sobrino, había sido capturado para que pudieran liberarlo. También fue el que eligió la esposa para Isaac y concertó el matrimonio.

Como sus motivos, según  Rashi, para tal aviso bélico, fueron que deseaba la muerte de Abraham para quedarse con la hermosa Sarah para sí, D´S le garantizó quinientos años de vida, pero una muerte violenta por sus malos motivos para tal hecho, porque la divinidad no deja buena acciones sin premiar ni las malas sin castigar.

Volviendo por un instante al tamaño de Eliezer/Og, una vez Abraham se enojó con él y lo rezongó muy vehementemente, y fue tal el miedo que se le cayó una muela. De esa muela hizo Abraham una cama de marfil y en ella durmió el resto de su vida.

GIGANTOMAQUIA

Volviendo a Moisés, cuando se acercaron a Canaan, en la tierra de los amorreos, ofreció, a cambio de un salvoconducto por los dominios de los reyes Sihon y Og comprar provisiones a un precio generoso y no atacarlos, pero Sihon se levantó en armas y no tuvo más remedio que liquidar a su pueblo y al rey.

Og estaba hermanado con Sihon, pero no acudió en su ayuda porque nunca creyó que fuera a perder contra los israelitas, pero como D´S mismo era garante de la victoria de éstos, no tuvo más remedio que armar su ejército y enfrentarlos.

Todo esto ocurrió al final de Elul, y como venían los días sagrados, no siguieron hasta su finalización a dirigirse hacia la tierra gobernada por el gigante.

Dicen lo relatos en este punto que Moisés tuvo miedo de pelear contra Og, pero no por su inmensa estatura, que lo llevó a confundirlo con una muralla (se dice que sentado en la cima de la que rodeaba la ciudad los pies le llegaban al suelo) sino porque sentía que él, con apenas ciento veinte años no podía enfrentarse a alguien que vivió más de quinientos nada menos que por gracia de D´s, y a oponerse a este premio era que tuvo miedo el más grande de los profetas.

Sin embargo, D´s le recordó que él garantizaba la victoria de Israel, y Moisés, que era además un gran guerrero se enfrentó con Og en combate singular.

El  gigante miró con desprecio al campamento de los israelitas, y  dijo que arrancaría una montaña y los aplastaría a todos, lo que hizo, pero D´s hizo que unas termitas corroyeran la misma, la que le cayó sobre la cabeza cegándolo, y sus dientes crecieron trabando la mole de manera tal que no podía mover su torso.

Moisés entonces, con una lanza de doce codos en la mano, dio un salto de otros diez codos e hirió a Og EN EL TALÓN, tan grande era el coloso, que al ser herido cayó y murió asfixiado por la montaña[1].

Esta victoria solo fue posible por la intervención divina, pero para que no quedara duda de su designio, cuando el ejército de los amorreos quedó sin su rey, D´s envió un enjambre de avispones a que los cegara mientras se enfrentaban a los israelitas, para que no quedara ninguna duda del derecho de éstos a gobernar la tierra prometida.

Hubo otras batallas y más enfrentamientos, pero son parte de otra historia.


 
[1] La herida en el talón recuerda a la forma en que Jasón mató al gigante Talos en creta, mientras que el desarraigo de la montaña es una reminiscencia de la guerra de los olímpicos contra los gigantes ctónicos.

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