Mundo Judío

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Vivienda Temporaria - Elevándonos por Encima del Mundo Físico - Bailando con la Torá - Sheminí Atzeret y Simjat Torá

 

No. 174

Encendido de velas para Schemini Atzeret para Montevideo : Domingo 18.42 y lunes  19.40 de una llama preexistente

Clickear aquí.
Horario de velas en Montevideo, Viernes  14/10 18.40 hs.

Demás localidades ver en  www.jabad.org.uy

VIVIENDA TEMPORARIA

Por Yanki Tauber

¿Es dueño de una casa? Si lo es, probablemente está tratando de escapar a un campo abierto. ¡Imagínese, una vida sin pagos de hipoteca, plomería, máquinas cortacéspedes, lecturas de consumo de electricidad o sistemas de alarma! ¿Quién acuñó  el término “dueño de casa” de todos modos”? “Esclavo de casa” suena mejor.

Si usted es un vagabundo, probablemente anhela un hogar. Un punto de permanencia en este globo que gira, un lugar al que pueda llamar propio. ¿Las alegrías del campo abierto? Quizá sería lindo leerlo en una novela  de aventuras en un cómodo sillón junto al hogar.

¿En qué quedamos? ¿Nomade o remolón de sillón? ¿Somos seres para los cuales el movimiento es vida y “en descanso” una inscripción para la lápida? ¿O somos personas arraigadas, para las cuales las transiciones de la vida son tan sólo pasos para llegar al verdadero hogar?

¿Cómo uno cumple la Mitzvá  de morar en la Sucá? Uno debe comer, beber, y vivir en la  Sucá, día y noche, como uno vive en su propia casa en los otros días del año: durante  siete días una persona debe hacer  de su hogar su vivienda temporal, y su sucá su vivienda permanente. (Shuljan Aruj, Oraj Jaim 639:1)

Quizás el ejemplo más interesante sobre esta dualidad de habitante/viajante de nuestra naturaleza es la Sucá, esa choza cubierta de ramas que sirve como hogar del judío durante los siete días de la festividad de Sucot.

La definición halájica (ley de Torá) de la sucá es que es una “dirat arai”, una “vivienda temporal”. Si las palabras “vivienda” y “temporal” suenan contradictorias es correcto; de hecho, dan lugar a leyes contradictorias con respecto a la construcción y morada de la sucá. Por ejemplo, si las ramas del techo de la sucá se llenan tan densamente que la lluvia no puede penetrar, se descalifica la Sucá, se considera una casa, no un Sucá. Por otra parte, si está lloviendo en la Sucá, no se obliga a comer en ella, la  Sucá es su hogar, y si lloviera en su hogar, usted se trasladaría a otro sitio. Otro ejemplo: Si las paredes son más altas de 20 codos (cerca de 10 metros) no es una Sucá, una estructura “temporal”; pero si son demasiado débiles para soportar un viento medio, también se descalifica, no es una “vivienda”.

Es decir la Torá quisiera que tomemos una estructura esencialmente transitoria y que la hagamos nuestro hogar permanente. O bien quisiera que miremos nuestro hogar permanente y que entendiéramos que es, esencialmente, una estructura transitoria.

Los Jasidim tienen una costumbre interesante. Cuando deben explicar algo, lo hacen con una historia. Y luego cuentan otra historia, demostrando el punto opuesto.

Dos historias, entonces. La primera historia nos lleva a unos 50 años atrás. Un joven estudiante de Yeshiva estaba a punto de emprender un viaje y escribió al Rebe de Lubavitch una bendición. En su contestación, el Rebe impulsó al joven hombre a aprovechar la oportunidad de lograr algo positivo en cada lugar en el que pararía durante su viaje. El Rebe utilizó el Mishkán, el santuario móvil que acompañó al pueblo de Israel en los recorridos a través del desierto, como ejemplo. En cada campamento, mandaron a la gente a instalar esta estructura formidable, que consistía en centenares de piezas y requería de un ejército de más de 8.000 personas para montar, aunque permanecieran en el lugar apenas una sola noche. Para un judío, concluyo el Rebe, no existe tal cosa como simplemente “estar de paso” en un lugar. Cada momento en la vida tiene importancia, en virtud del hecho que la Providencia Divina nos ha dirigido a este punto en  particular de tiempo y espacio con un propósito específico.

La segunda historia nos cuenta que un visitante, en el hogar del gran rabino Jasídico Dov Ber de Mezheritch, fue sorprendido por la pobreza que encontró allí. El hogar de Dov Ber estaba pelado de todo mobiliario, excepto de un surtido de tablones y ásperos bloques de madera que servían como bancos para sus estudiantes durante el día y como camas para su familia en la noche. 

“¿Cómo puede usted vivir así?”, exigió el visitante. “Yo estoy lejos de ser rico, pero por lo menos en mi hogar usted encontrará, gracias a D-os, las necesidades básicas: algunas sillas, una mesa, camas… “

“¿De hecho?”, respondió Rabí Dov Ber. “No veo ninguno de sus mobiliarios. ¿Cómo usted viaja sin ellos?“

“¿Qué significa? ¿Usted piensa que yo soy un schleppen arrastrando todas mis posesiones conmigo dondequiera que vaya? Cuando viajo, me conformo con lo que haya. Pero en casa, ¡la casa de una persona es algo totalmente distinto!“

“Oh sí, seguro”, contestó Rabi Dov Ber, “en casa es totalmente distinto”…

ELEVÁNDONOS POR ENCIMA DEL MUNDO FÍSICO

[D-os le habló a Moisés para que le diga al pueblo judío] “Deben vivir en cabañas (sucot) durante siete días.” (Vaikrá 23:42)

La sucá se destaca entre los mandamientos de la Torá por el hecho de que es la única a la que entramos físicamente; la sucá nos rodea por todos los lados. Esta propiedad de la sucá es la manifestación de la energía Divina que contiene: la consciencia que D-os existe aparte del mundo y más allá de sus limitaciones.

Se nos enseña que, espiritualmente, la sucá se deriva de la nube que se producía cuando el sumo sacerdote quemaba incienso en el Sanctasanctórum en Iom Kipur. En tanto que los sacrificios animales se enfocaban principalmente en refinar nuestra alma animal/humana, el incienso expresaba la conciencia interna de nuestra alma Divina. Nuestra alma Divina opera en un plano superior al de nuestra consciencia animal/humana normal. El alma Divina nos permite trascender los límites impuestos en nuestras vidas por nuestra alma animal/humana, cuyo intelecto y emociones están enfocados sólo en cosas físicas. La consigna en la festividad de Sucot es en primer lugar, al construir la sucá, enfocarnos en la Divinidad ilimitada de D-os, y en segundo lugar, internalizar nuestra consciencia de esta Divinidad tanto por medio de vivir en la sucá como también al cumplir el mandamiento de sostener y agitar las cuatro especies.

Séfer HaMaamarim Melukat, vol. 1, pág. 175.

Deuteronomio (Devarim) 32:1 – 52

La décima sección del Deuteronomio se compone casi en su totalidad del Poema Testimonial que D-os enseñara a Moshé y ordenara transmitir al pueblo judío. En él, D-os pide al pueblo que escuche (haazinu, en hebreo) Sus palabras mientras repasa su historia, y les informa acerca de las consecuencias de su conducta futura, ya sea positiva o bien negativa.

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BAILANDO CON LA TORÁ

Por Jay Litvin

Tenía 36 años cuando fui llamado por primera vez a la Torá para leer una Alia. Yo era un extraño para todo el grupo que regularmente asistía al servicio salvo para Rabí Yosef Samuels quien había sido el que me había invitado. Un corto tramo separaba mi asiento de la bimá. Pero esta corta distancia bastó para crearme la ansiedad de no saber como seria estar allí arriba.

Recordé la sinagoga, a la cual asistía cuando era aun un muchacho, a la cual no iba muy frecuentemente, donde el Aron Hakodesh, estaba frente a una larga y desolada habitación, en donde la gente más pudiente era la única que era llamada a recitar las bendiciones previas la lectura de la Torá. En mi juventud el judaísmo era sinónimo de formalidad y distancia y la ceremonia era algo vacío de significado y fundamento. La Torá en mi juventud era algo apartado de la vida cotidiana y de la familia. Nunca en mis 36 años de vida había visto los rollos de la Torá por dentro.

En verdad no esperaba que ese Shabat por la mañana fuese llamado a la Torá en el Beit Jabad. Me aproximé, vacilante, hacía el grupo de hombres que rodeaban la mesa de lectura. Solo podía ver sus espaldas cubiertas de blanco, rodeadas por los Talitot. Esperaba ver rostros serios espiando a través del talit. Pero cuando me acerqué, la escena resulto ser completamente diferente a lo que imaginaba. Todos me miraron y con una cálida sonrisa me saludaron. Uno de ellos, con quien había cruzado solo algunas palabras antes del rezo, me brindó un amable saludo. Los otros hombres conversaban mientras esperaban que el Baal Koré encontrara su ubicación. Me explicaron que debía tocar la Torá con mi talit y luego besar aquella porción de tela que había tomado contacto con los Rollos sagrados. Leí con dificultad la traducción de las bendiciones y luego me quede parado mientras era leída la Perashá. Recité la segunda bendición y luego fui amablemente invitado a moverme de mi lugar para que se pudiese decir un Mishebeiraj en mi honor. El hombre que había conocido minutos antes puso su brazo alrededor mío y me dio un cálido saludo como símbolo de respeto por haber tenido el honor de participar en la lectura de la Torá, mientras esperábamos para continuar con la próxima lectura. Se respiraba una atmósfera de calidez e intimidad con la Torá lo cual me dejo extremadamente sorprendido.

En los meses y años que siguieron, comprendí cuan cerca podemos estar de la Torá, cuan cerca se encuentran, tanto los Lubavitchers, como yo en mi vida privada. Atravesé por diferentes etapas en mi judaísmo, experimentando momentos de veneración hacia la Torá y momentos en los que me sentía tan cercano y familiarizado que casi bordeaba la irreverencia. ¡Quién se hubiese imaginado alguna vez bailando y abrazando tambaleante los Rollos Sagrados en Simjat Torá!

Cuanto más cerca me sentía de la Torá, más cerca ella se encontraba de mí. Cuando comencé a estudiar pude descubrir la importancia que tenía la Torá en cada área de mi vida. Mientras estudiaba los conceptos profundos a través de las enseñanzas jasídicas, descubrí que podía utilizar estos conceptos como guía en cualquier circunstancia de mi vida. Sin importar mi humor o mis puntos de vista, podía acercarme a estas enseñanzas, y siempre había una respuesta aguardándome. Aún en tiempos de bronca y rebeldía, la Torá lograba mostrarme el rumbo. En tiempos de tristeza y depresión encontraba aliento y esperanza. En tiempos de alegría y celebración podía hallar palabras de agradecimiento y alabanza a Quien provee de todo bien. No había un solo lugar a donde la Torá no se hubiese podido filtrar. Lentamente logró introducirse en todos los ámbitos de mi vida, mi carrera, la relación con mis hijos y con mis padres y mi matrimonio. La primera vez que tuve contacto con la Torá sentí como si estuviese encontrándome con un familiar a quien hacía mucho no veía, de quien conocía su existencia pero a quien nunca había visto. Con el paso de los años descubrí que la Torá siempre había existido en mi interior. Se había grabado profundamente en mi vida. La Torá se convirtió en la esencia de mi persona y en las cuerdas que formaban mi alma.

Hoy en día cuando me apuro en la Sinagoga para besar la Torá, lo hago con mucho más afecto y familiaridad. Cuando, en Simját Torá bailamos alrededor de los Rollo Sagrados, mis inhibiciones y emociones ya no están censuradas, producto de los previos lejaims; puedo cerrar los ojos y abrazar la Torá, haciendo círculos alrededor de ella, disfrutando de la cercanía física con el suave terciopelo que la recubre y las palabras Santas que se encuentran dentro de ellos.

Sin perder el respeto que la Torá merece como maestra y guía, ella a pasado a ser una compañera muy familiar. Hoy en día sigo maravillándome, reflexionando como es que la creación más Santa de D-os permite ser abrazada.

SHEMINÍ ATZERET Y SIMJAT TORÁ

Inmediatamente después de la festividad de siete días de Sucot viene la festividad de dos días de Shemini Atzeret y Simjat Torá. (En Israel la festividad se compacta a un día).

Esto es análogo a un rey que invitó a sus hijos a una fiesta de varios días. Cuando llegó la hora de que se fueran, él dijo: "¡Hijos míos! Por favor quédense un día más; ¡es difícil para mi la separación!" (Midrash)

Se encienden las velas de la festividad en ambas noches, y se hace kidush se disfrutan comidas suntuosas ambas noches y días de esta festividad. No vamos a trabajar, tampoco manejamos, escribimos o usamos artefactos eléctricos. Tenemos permitido cocinar lo que sea necesario para ese día y así como cargar fuera de casa.

Shemini Atzeret

En Shemini Atzeret aún comemos en la sucá (de acuerdo a la costumbre de muchas comunidades), pero sin recitar la bendición de la sucá. Las Cuatro Especies no se sacan este día.

El servicio de la mañana de Shemini Atzeret incluye Izkor, como también una plegaria especial por la lluvia, comenzando oficialmente la temporada de lluvias del Mediterraneo.

Simjat Torá

El segundo día de Shemini Atzeret es llamado Simjat Torá (“La Alegría de la Torá”). Ya no comemos en la sucá. En este día concluimos, y comenzamos de nuevo, el ciclo anual de lectura de la Torá, un evento que produce una alegría sin comparación.

El punto central de Simjat Torá es la procesión de hakafot, en la cual marchamos, cantamos y bailamos con los rollos de la Torá alrededor de la mesa de lectura en la sinagoga. Las hakafot se hacen dos veces, en la noche y día de Simjat Torá, y en algunas comunidades también la noche de Shemini Atzeret. Todos reciben una alia en Simjat Torá, incluso los niños.

Las hakafot son un evento que uno no puede perderse.

 

MiSinaí es una publicación de Jabad Uruguay. Pereira de la luz 1130, Montevideo.
Artículos extraídos de www.Jabad.org.uy y www.Chabad.org, publicados con permiso.
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