Mundo Judío

El primer progrom argentino plasmado en la novela Maria Domecq de Juan Forn

Fuentes:  latinta.com.ar y .amia.org.ar

 

Maria Domecq es el segundo libro de Juan Forn que leí. El primero fue “Nadar de noche”. Son cuentos con historias posibles, de gente común y corriente. El nombre de Juan Forn lo escuché mucho cuando falleció el año pasado. Siempre se dice que no hay mejor sponsor que la muerte. Había sido editor de Camila Sosa Villalba y fue editor de editor del suplemento Radar de Página/12 y editor de Emecé. Tengo en la mesita de luz “Puras mentiras”, pronto para ser leído.  

María Domecq es una novela de Juan Forn publicada en el año 2007. La novela es maravillosa, la recomiendo ampliamente, es una lección de historia.  En ella, el protagonista luego de sobrevivir a un coma pancreático, conoce a María Domecq, quien padece lupus y debería estar muerta según los cánones de la medicina, y a Noboru Yokoi, quien debería estar muerto según los cánones de la historia. Una es argentina, el otro es japonés; y ambos encarnan el secreto mejor guardado de una familia en cuyo pasado se entretejen la génesis de la ópera Madame Butterfly, la guerra del Paraguay, la semana trágica de 1919 y la bomba atómica de Nagasaki, entre otras cosas. 

La novela abarca varias culturas y varias generaciones de una familia de la alta burguesía argentina.

Todo comienza cuando Juan Forn a fines de los años noventa, estando a cargo de una sección en un diario muy importante, debe llenar un bache imprevisto con una nota sobre Madame Butterfly, la ópera de Puccini que en esos días se presentaba en Argentina.  Tras el cataclismo del páncreas a Forn se le aparece, en pleno proceso de recuperación, una mujer que leyó su nota: María Domecq. La aparición de esta mujer le ayudará a descubrir, entre otras cosas, que el bisabuelo mítico y heroico fue el ideólogo de las masacres de la Semana Trágica a comienzos de 1919. 

Este libro pasa por muchos momentos históricos, pero yo con mi ojo clínico para temas judíos, me quedé con sabor amargo cuando leí sobre el primer progrom en Argentina en 1919, de ahí en adelante busqué información y publico un texto de AMIA que aclara estos acontecimientos. 

Los fatídicos acontecimientos de esta semana se originaron el día 7 de enero cuando las Fuerzas Armadas dispararon contra las concentraciones de obreros huelguistas reunidos en los talleres metalúrgicos de Pedro Vasena. Cayeron muertos cinco obreros y cuarenta resultaron heridos. La huelga había comenzado en diciembre de 1918 y fue reprimida violentamente al mes siguiente.

Hay que tener en cuenta que si para 1898 los panaderos y los yeseros ya habían conseguido por medio de su lucha la jornada de ocho horas, los metalúrgicos, en 1919, todavía trabajaban once horas por día.  En una economía deprimida después de la Gran Guerra, las reivindicaciones contenían aumento de los jornales, el descanso dominical, el pago de horas extras y la reincorporación de despedidos por actividad gremial.

Durante la violenta represión sufrida por obreros metalúrgicos en la Semana Trágica, iniciada el 7 de enero de 1919, se produjo el primer “pogrom” en América Latina, que duró hasta el día 14 . Allí, sectores paramilitares vinculados al poder demostraron su ensañamiento contra los extranjeros en general y los judíos en particular.

Con el desarrollo de los acontecimientos, el general Luis Dellepiane, jefe de la Segunda División del Ejército, no sólo fue el encargado a asumir la responsabilidad ejecutiva de la represión ordenada por el presidente Yrigoyen, sino que también fue el que dio vía libre a los “civiles” para que “colaboren”.

Luego de movilizarse el Ejército, la policía y las nuevas fuerzas civiles armadas, los “defensores del orden” – que al poco tiempo se agruparían en La Liga Patriótica – dividieron la Ciudad de Buenos Aires en zonas de operación, algunas de ellas densamente pobladas por judíos.

Limpiando la sangre en la Avenida, entre Solis y Entre Ríos. Buenos Aires, 1919.

Si bien estos grupos estaban embanderados en un odio hacia el extranjero en general, el odio contra los judíos tenía un carácter especialmente notorio, global e indiscriminado. “Más salvajes eran las manifestaciones de los “niños bien” traídos por la tormenta. Bajo los gritos de ‘¡Muerte a los judíos!’, ‘¡Muerte a los extranjeros maximalistas!’ celebraban orgías y actuaban de una manera refinada, sádica, torturando transeúntes. He aquí que detienen a un judío y, después de los primeros golpes, de su boca mana sangre en abundancia. En esta situación, le ordenan cantar el Himno Nacional. No puede hacerlo y lo matan en el mismo lugar”.  Este escalofriante relato pertenece al libro “Pesadilla (Koshmar)”  del escritor Pinie Wald en el que transcribió su dura experiencia por haber sido acusado por las milicias antisemitas de pretender instalar un “Soviet” en la Argentina.

La ciudad se vio sumida en el terror, imágenes similares son las que recordaba el escritor Samuel Glusberg (editó su obra bajo el seudónimo de Enrique Espinoza). “En esa cuadra donde yo vivía, que era por la calle Montes de Oca y California, por ahí tomaron a un pobre hombre que trabajaba en una mueblería y lo convirtieron en jefe del Movimiento Maximalista, como se decía entonces, que este era el jefe del maximalismo. Yo estaba en una librería mientras un vigilante disparó en las cuatro direcciones porque sí, debía estar borracho”.

Por su lado, José Mendelson, destacado escritor e intelectual que más tarde trascendió como una relevante figura de la comunidad judía de la Argentina y en aquellos días era un joven inmigrante, también narró las difíciles horas vividas por la colectividad, destacando el carácter público y la organización policial que tuvo el pogrom anti-judío.

“Aquí se trataba de una acción políticamente organizada, de un pogrom policialmente consumado contra nosotros, por el hecho de ser rusos. De maximalistas nos tildan a todos, sin diferencia, al pobre o al rico, al anciano o al joven, a sionistas y socialistas, a progresistas, reaccionarios, bolicheros y comerciantes, ya sea a trabajadores, a estudiantes o artesanos (…)”, explicaba.

Si muchos inmigrantes dejaron sus países de origen a causa de los violentos ataques que sufrían los judíos, los sangrientos asaltos les abrieron los ojos a una realidad que creían olvidada. “Jinetes arrastraban a viejos judíos desnudos por las calles de Buenos Aires, les tiraban de las barbas, de sus grises y encanecidas barbas, y cuando ya no podían correr al ritmo de los caballos, su piel se desgarraba raspando contra los adoquines, mientras los sables y los látigos de los hombres de a caballo caían y golpeaban intermitentemente sobre sus cuerpos”, describía Mendelson.

En un testimonio grabado en los años ’80, el Dr. Isaac Breiter, quien luego sería elegido Diputado Nacional, recordaba estos eventos siendo un niño de once años: “Vivíamos en Corrientes y Ayacucho, creo (…) así que ahí, encerrados por supuesto bajo llave, no por deseo ni por no deseo sino que mi padre encerró a toda la familia en casa y recién al día siguiente, a los días siguientes, recogíamos en la azotea de casa los balines y los cartuchos”.

 

Janet Rudman
(25 Noviembre 2022 , 17:39)

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