Fotos: Dover Tzahal (FDI)
Este jueves, mientras en distintos puntos de Israel aún había manifestaciones, mientras el Primer Ministro se disponía a pronunciar un discurso ante la nación, en 41 hogares en Israel se vivían momentos de enorme y justificado orgullo. Eran los hogares de los 41 nuevos oficiales de Marina de Israel, entre ellos 6 jovencitas. De lo mejor de las Fuerzas de Defensa de Israel. De lo mejor del pueblo. Jóvenes que optaron por dedicar más tiempo del mínimo requerido por la ley para el servicio militar obligatorio, para hacer un servicio significativo que aporte a la seguridad nacional.
Venían seguramente de casas de izquierda, derecha, centro, sabras nacidos en Israel y también hijos de quienes en algún momento dejaron todo en otros lares para vivir en el Estado judío. Laicos y religiosos. Seguramente cada uno tendrá su postura al ir a las urnas. Pero ahí están todos juntos aportando al país.
El Presidente del Estado Itzjak Herzog se dirigió a los presentes pidiendo unidad, diálogo, advirtiendo que si esto no se soluciona, caemos en el abismo.Pero también adviertiendo que no permitirá el desgarre, que no permitirá la profundización de la crisis actual de modo que se llegue a un punto irreversible. No especificó qué puede hacer más allá de lo que está intentando hace tiempo, por ahora infructuosamente. Pero dejó en claro que la reforma judicial propuesta tal cual está, no es aceptable. La determinación que irradió, fue importante para todos.
Cuando habló de la unidad necesaria, y especialmente cuando contó que el pedido de unidad lo oyó, en medio del duelo y el dolor, de Esti Yaniv, la madre de los dos hermanos asesinados esta semana, el público estalló en un emocionado aplauso.
Estos jóvenes que recibieron el rango de oficiales en la Marina de Israel, dan y darán lo mejor de sí por el país. Tienen derecho a que Israel sea digno de su esfuerzo.
Así ha sido siempre.
Así seguirá siendo. No puede concebirse otra cosa.
