Entrevistas

Luis Har, una historia de salvación, esperanza y dolor

Fue rescatado de Gaza por las Fuerzas de Defensa de Israel

Luis Har, Fernando Marman y  Ori Magidish. Estos son los tres únicos nombres de israelíes secuestrados el 7 de octubre por la organización terrorista Hamas, que fueron rescatados con vida en heroicos operativos de las Fuerzas de Defensa de Israel.

En su momento, aún en octubre, pocas semanas después del inicio de la guerra, cuando nadie imaginaba que casi ocho meses más tarde aún se estaría luchando y esperando el regreso de los secuestrados, el caso del rescate de la joven soldado Ori Magidish llenó a Israel de esperanza. La ciudadanía israelí estaba ansiosa de recibir noticias sobre operativos similares.

 

Ori Magidish junto a su familia de regreso en su casa (Foto: Shin Bet)

 

En el interin fueron liberados 124 secuestrados en noviembre en el marco del alto el fuego, pero muchos quedaron en Gaza. Y a medida que pasaba el tiempo, cada tanto se confirmaba la muerte de otro. Hoy, en el día número 240 desde el 7 de octubre, quedan 125 secuestrados en manos de Hamas, de los cuales no hay ninguna certeza cuántos están vivos. Se sabe en forma terminante que casi 40 están muertos.

En febrero el número era sólo un poco distinto. La angustia era grande. También ahora. Por eso, cuando Israel amaneció aquel 12 de febrero a la noticia del rescate de Luis Har y Fernando Marman en un operativo propio de la pantalla grande , Israel sintió, por primera vez en mucho tiempo, verdadera felicidad.

 

Luis, una persona muy abierta y comunicativa, ya ha contado su historia en distintos marcos  pero nos era muy importante poder sentarnos frente a frente con él y escucharla de primera mano. Combina alivio, alegría por haber vuelto a sus seres queridos y al país, dolor por todos los que no están y los que aún no han vuelto, y por la decepción de quien creía en la importancia de la paz con los vecinos y hoy considera que no hay con quién hacerla. También, decepción por todo lo que significó la catástrofe del 7 de octubre, cuando el Estado no supo proteger a su población.

Aquel fatídico sábado Luis, residente desde hace muchos años en el kibutz Urim, se hallaba en la casa de su pareja Clara Marman en el kibutz Nir Itzjak, junto a otros miembros de la familia: el ya mencionado Fernando, hermano de Clara, la tercera hermana Gabriela Leimberg  y su hija  Mía . Cuando los terroristas irrumpieron a la casa, se los llevaron a los 5. Afortunadamente, todos están libres nuevamentre.

Un momento emocionante (Centro Médico Sheba)
De izquierda a derecha: Gabriela Leimberg, Fernando Marman y Clara Marman-los tres hermanos- y Luis Har (Foto: Centro Médico Sheba)

 

Comenzamos preguntándole cómo fue el secuestro y la llegada a Gaza.

 

 

¿Y cómo fue el trato de sus captores?

 

Entre terrorismo sicológico y el heroico rescate.

 

Así fue el rescate.

 

 

 

Luis, como muchos habitantes de la zona atacada, creía en la importancia y posibilidad de la convivencia pacífica con los vecinos. Hoy lo ve de otra forma.

Reencuentro con los hijos (Foto: FDI)

 

Aunque Luis se salvó, al igual que Clara, su pareja, los dos hermanos y la sobrina, y tiene la bendicion de haberse reencontrado con sus cuatro hijos y diez nietos, son varios los temas duros que aún molestan, con los que hay que lidiar.

 

 

Pedimos a Luis que comparta con nosotros su vision del futuro  en el país y el pueblo de Israel.

 

Luis se radicó en Israel en 1971, cumpliendo así un sueño de siempre. Había comenzado a estudiar arquitectura en la Universidad de La Plata pero apenas recibió permiso de su padre para viajar, dejó todo  y emprendió el camino hacia su nueva vida.

Su  primera parada fue en dormitorios estudiantiles en Herzlia Pitúaj, aunque estudiaba en Holon. Llegó sin una palabra de hebreo y aún recuerda que dado que su curso era de idioma técnico, para arquitectura, iba por la calle y mucho tiempo sentía que no se lograba hacer entender.

Al año siguiente llegaron sus padres , Luis se mudó con ellos, después pasó una etapa en el kibutz Gazit  como voluntario , hasta el inicio del servicio militar que hizo en la brigada Najal, en cuyo marco iban grupos (gariním, en hebreo) a kibutzim y a él le tocó Megido, donde había numerosos sudamericanos.

En la guerra de Iom Kipur, en octubre de 1973, ya era soldado y luchó como tanquista en el frente egipcio. En aquel momento no podía imaginar que medio siglo más tarde exactamente, viviría la terrible tragedia del 7 de octubre y su propio secuestro.

Recuerda que tan solo tres días antes del 7 de octubre participó en un acto que señalaba los 50 años de aquella guerra, como parte de un conjunto de rikudei am, danzas folclóricas israelíes. “No me imaginaba que tan poco después,llegaría lo peor. Todo igual a lo que recordamos…no aprendimos nada”, nos dice.

Luis se detiene un segundo, tras analizar las responsabilidades del horror del 7 de octubre-que él recalca son ante todo del gobierno aunque también las Fuerzas de Defensa de Israel tuvieron por cierto la suya- y vuelve hacia atrás.

“En Megido viví 7 años, ahí me casé y nació Karin, mi hija mayor.Luego nos mudamos a Tel Aviv, trabajé en un banco y en otro lado, estuvimos allí tres años, pero no era el tipo de vida que me gustaba . En 1982 nació mi segundo hijo, Nir, y al final convencí a mi esposa que nos instalemos en un kibutz.Nos fuimos a Urim …en octubre de 1983.Ahí nacieron nuestras dos hijas menores, Rinat y Natalí".

 

Luis con sus cuatro hijos

 

"Con  el tiempo nos divorciamos", agrega Luis. "Después de unos años conocí a Clara, que vivía en Nir Itzjak. Es para ambos la segunda oportunidad. Y estamos juntos hace ya 23  años”.

Luis cuenta que le gusta mucho unir a las dos familias. Ahora están viviendo juntos con Clara en Herzlia, una vivencia muy distinta por cierto de la que tenían antes, él en Urim y ella en Nir Itzjak. Ríe al explicar que eso también tenía ventajas por la independencia de cada uno, además del hecho concreto que más allá de la unión de los dos lados, cada uno tiene sus hijos y nietos y es importante poder dedicarles el tiempo necesario.

Sus 10 nietos, cuenta Luis, es lo que más extrañaba durante su cautiverio. El mayor cumple 17 años este mes de junio y el menor tiene un año y medio.

“Lo que más me faltaba en Gaza era el calor de su abrazo, sin duda ninguna. Cuando nos trajeron al hospital y llegaron los chicos y me abrazaron, fue lo mejor del mundo”.

Una de sus hijas fue evacuada del sur por la falta de seguridad. “No se puede volver sin seguridad, eso es clave”, dice Luis. Y hablando de sí mismo, destaca la importancia de recuperar la seguridad “porque es es muy importante volver a las raíces. O sea, a nuestra vida cotidiana”. Y eso va de la mano de un gran desafío: “Tendremos qe empezar a aprender de vuelta quiénes somos, porque hoy somos completamente diferentes de lo que fuimos. Pensamos de otra forma. Vemos la vida de otra forma. Y tenemos que acostumbrarnos a nosotros mismos”.

Ana Jerozolimski
(02 Junio 2024 , 17:37)

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