El texto que reproducimos a continuación, son las palabras que pronunció Javier Waldman en el acto realizado en la Kneset en recuerdo a las víctimas del atentado en la AMIA, así como también refiriéndose a la lucha contra el terrorismo que continúa.
Ineludiblemente, todo el entorno del acto y el sentir de los presentes, así como también las palabras de Javier, iba de la mano del clamor por los secuestrados aún en Gaza . Entre ellos hay también varios con ciudadanía argentina. Con uno de ellos, Amos Horn, aparece Javier en una foto. Los dos hermanos de Amos fueron secuestrados el 7 de octubre del 2023 del kibutz Nir Oz. En el alto el fuego de hace algunos meses, fue liberado Iair, pero su hermano Eitán continúa en manos de los terroristas.
31 años de aquel día lleno de horror, muerte y dolor
Aquel día el 18 de julio de 1994 el terrorismo atentó contra el centro de la comunidad judía en Argentina, matando 85 personas, destruyendo la vida de 85 familias y dejando ciento de heridos. Este atentado es considerado el ataque terrorista más grande en América Latina y el mayor atentado anti judío después de la segunda guerra mundial y antes del 7 de Octubre.
Aquel día muy frio, fui a trabajar normalmente como lo venía haciendo desde 1986. A las 9.53, un coche bomba explotaba en la entrada partiendo el edificio en dos. Sigue en mi memoria aquel silencio ensordecedor y la oscuridad absoluta que se apoderaron del segundo piso donde trabajaba.
Luego de unos pocos minutos, los que tuvimos la suerte de estar en la parte de atrás, logramos salir por una puerta trasera haciendo pie en los edificios linderos.
Al voltear hacia delante vimos como el edificio ya no estaba más y que la calle Pasteur parecía una postal de guerra.
Recuerdo de aquel día, que mis pasos desesperados me ayudaron a terminar de salir y me llevaron a la entrada del edificio. Esos 100 metros estuvieron llenos de llantos y preguntas de los familiares que buscaban a sus seres queridos y no pude responder. Al llegar a la esquina me encontré con Kary mi amor de toda la vida, que llorando gritó mi nombre y un abrazo nos unió para siempre.
Las primeras jornadas después de aquel día fueron desoladoras, asistir a cada entierro de nuestros compañeros, acompañar a sus familias y darnos cuenta que no tendríamos más los cafés de las tardes que nos preparaba Bubi, los partidos de padel con Gregorio y Carlos a la salida del trabajo, las gracias únicas de Norberto o el compartir lo cotidiano con los compañeros que perdimos aquel día.
También entendí, que aquel día había algo que nunca me iba a quitar. Aquellos años de trabajo en la Kehilá (comunidad) significaron mucho más que un trabajo, fueron una experiencia de vida, La AMIA fue durante 9 años mi segunda casa.
Unos cuantos meses después de aquel día, Kary y yo elegimos la vida, decidimos cumplir nuestros sueños e ideales de años de educación en la Tnuña (el movimiento juvenil) haciendo Alíá para formar nuestro hogar en Eretz Israel, la tierra de Israel
Siempre supimos que el recuerdo de aquel día nunca dejaría de ser parte de nuestras vidas, que nos marcaria a fuego, que nos acompañaría por siempre y que fue, es y será pilar de la familia que formamos.
Nuestros hijos desde chicos, fueron participes de ese recuerdo acompañándonos en cada acto de aniversario, en sus trabajos de shorashim (raíces), organizando jornadas explicativas para sus compañeros de escuela o ya en la Tzavá (ejército) contándoles a los Jaialim (soldados) qué había pasado aquel 18 de julio
No olvidar aquel día, no olvidar nuestros muertos, significaba y significa estar cerca de sus familias que se quedaron sin sus abrazos sin sus besos y estar presente en su reclamo de justicia contra la impunidad.
Hoy me encuentro por primera vez en la Knesset, compartiendo con ustedes el recuerdo, el dolor asumiendo una vez más el compromiso de no olvidar aquel día, y de exigir justicia para que los 85 muertos descansen de una vez en paz y que sus familiares puedan lograr reconstruir sus vidas y sanar.
A 31 años de aquel día, su recuerdo nos reafirma nuestros orígenes, porque decidimos y elegimos emprender nuestra vida acá en Israel. Hoy más que nunca desde el 7 de octubre, la realidad que vivimos une aquel día con el presente no en forma simbólica sino de verdad.
El mismo odio como aquel día, nos quitó la vida, nos dejó sin padres, madres, hijos, abuelos, hermanos, amigos, destruyo familias, nos llenó de miedo y de soledad.
Hoy como hace 31 años, elegimos la memoria, elegimos no olvidar, para seguir luchando, defender nuestro hogar y nuestra identidad.
Sabemos que sostener esta elección implica, poner en riesgo lo que más amamos, nuestros hijos que día a día, nos protegen, cuidando la fronteras enfrentando al terror, enfrentando al mal.
Pero sobre todo como hace 31 años volvemos a elegir la vida, como valor principal. Ese compromiso que nos distingue como pueblo y nos obliga a que la prioridad sea hoy traer a casa nuestros secuestrados.
Renunciar a ello sería, como olvidar aquel día, a no ser lo que fuimos, a no ser lo que somos, a hipotecar el futuro, que el terror nos gane y el sacrificio de nuestros hijos sea en vano.






