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Advertencia tajante sobre el engaño de Hezbolá

(Por la Coronel retirada Sarit Zehavi, Directora del Centro de Investigación y Educación Alma, especializado en la frontera norte de Israel)

 

Las recientes medidas diplomáticas relativas al desarme de Hezbolá en el Líbano están creando una peligrosa ilusión de progreso, a la vez que ocultan riesgos significativos. La decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de fijar una fecha límite para el mandato de la FINUL es un claro ejemplo. Si bien esto se presenta como un paso hacia la soberanía libanesa, la fecha elegida —el 31 de diciembre de 2026— presenta una falla crítica. Un retraso de más de dos años es una pérdida de tiempo y recursos. Pospone el momento en que toda la responsabilidad recae sobre quien corresponde: el gobierno del Líbano y sus fuerzas armadas.

 

Más inmediata es la enérgica presión del enviado estadounidense Tom Barrack para lograr un acuerdo político. Su reciente visita al sur del Líbano fue recibida con protestas hostiles por parte de partidarios de Hezbolá y Amal, lo que le obligó a cancelar los viajes previstos a esa zona del país. Durante una de las protestas, activistas que ondeaban bandeeras de Hezbolá escribieron en la carretera las palabras "Barrack es un animal", en referencia a las críticas del enviado a lo que calificó como el comportamiento "animalistic" (en el original en inglés, o sea "como animales") de periodistas libaneses en una conferencia de prensa, mientras que otro mensaje decía: "Estados Unidos es el Gran Satán".

Foto publicadap por ALMA

 

 

Esto demuestra que el control de Hezbolá sobre la zona se mantiene firme. Un acuerdo negociado en estas condiciones corre el riesgo de convertirse en una trampa para Israel.

 

Por lo tanto, es imperativo que Israel no se vea presionado a hacer concesiones prematuras. Esto incluye cualquier acuerdo que busque reducir la intensidad de los ataques militares contra Hezbolá o que incluya la evacuación de los puestos de avanzada de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) a lo largo de la frontera. Hezbolá ha demostrado ser un maestro del engaño. Por lo tanto, cualquier medida recíproca israelí solo debe considerarse después de que existan pruebas verificables de que el sur del Líbano está completamente libre de las armas y la infraestructura terrorista de Hezbolá.

 

La verdadera seguridad no se construye con atajos. La responsabilidad de desarmar a Hezbolá recae en el Estado libanés, incluso a riesgo de un conflicto civil. Si el Estado libanés no se enfrenta a Hezbolá ahora, cuando se encuentra en su punto más débil, nunca lo hará.

 

Solo después de haber cumplido con este deber podrá iniciarse cualquier debate sobre medidas recíprocas israelíes. La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, debe apoyar este principio de responsabilidad, no socavarlo. Las devastadoras lecciones del último año han demostrado que permitir que los ejércitos terroristas se afiancen en nuestras fronteras conduce a la catástrofe. Cualquier proceso diplomático que priorice la rapidez sobre el fondo solo otorgará a Hezbolá el tiempo y la legitimidad internacional que necesita para prepararse para la siguiente ronda de conflicto, más destructiva.

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