Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Luces y sombras del plan de Trump


Sí a soberanía israelí en los asentamientos, sí a un Estado palestino

Tal como se suponía, el plan de paz del Presidente norteamericano Donald Trump, presentado este martes en la Casa Blanca, refleja una actitud sumamente positiva y cercana hacia Israel, una comprensión profunda de sus planteamientos y una consideración especial para con lo que la administración actual percibe como sus auténticas necesidades.

Sin embargo, sería un error verlo como pro israelí y anti palestino. Sí es cierto que avala posturas de Israel que ningún otro plan tomó en cuenta ni se acercó siquiera a considerar, pero también busca cómo ayudar a los palestinos. Trump dijo con razón que también los palestinos deben ver las ventajas en el plan, para que éste resulte bien.

Tanto en contenido, como en estilo, se nota un intento de marcar cierta equidistancia. El estilo es distinto, la calidez con la que se habla de Israel y a Israel es otra, pero además de los puntos concretos del plan que ofrecen logros a los palestinos, también en el estilo de Trump en sus declaraciones, hubo un intento claro de generar acercamiento: destacado repetidamente cuán capaces son los palestinos, cuánto podrían lograr con su nivel y cuánto lo merecen.

Explicaré algunos puntos, la pequeña minoría por cierto, ya que el plan abarca 180 páginas. Pero creo que son los centrales.

1)    Soberanía en Judea y Samaria

Israel podrá imponer su soberanía en todos los asentamientos en Judea y Samaria, el territorio conocido también como Cisjordania o la Margen Occidental del Jordán. No habría desalojo de asentamientos. También en el Valle del Jordan, una zona considerada de gran valor estratégico para Israel porque es su frontera oriental.

Fuentes en el partido Likud dicen que Netanyahu presentaría una propuesta ya este domingo para anexar los asentamientos, pero no está claro en absoluto si eso puede prosperar ahora. Hay informes contradictorios desde Washington acerca de si la Casa Blanca está de acuerdo en que Israel dé ese paso ahora en forma unilateral o tiene que esperar. Por un lado, el Embajador norteamericano en Israel David Friedman, le dijo a Netanyahu que puede avanzar con eso ya ahora. Pero parecería más lógica otra versión que ha circulado, según la cual sería preferible que Israel aguarde con eso, para no arruinar probabilidades de que países árabes moderados apoyen el plan.

2)    Estado palestino

Por otra parte, el plan propone la creación, tras 4 años de negociaciones, de un Estado palestino independiente que abarque aproximadamente el doble del territorio que hoy controla la Autoridad palestina. El Estado sería en Cisjordania y Gaza, con un sistema de corredores y túneles para conectar las distintas partes, no sólo entre esas dos zonas sino también dentro de la propia Cisjordania,o sea lo que en la terminología judía llamamos Judea y Samaria.

El Estado incluiría dos zonas en el Negev occidental, que pasarían al lado palestino para compensar por las zonas de Cisjordania anexadas a Israel. El territorio del estado palestino sería casi igual al de Cisjordania antes de la Guerra de los Seis Días, o sea antes de la conquista por parte de Israel cuando tuvo que repeler el ataque de Jordania en ese frente.

Pero la creación del Estado depende del reconocimiento palestino de Israel como estado judío, la desmilitarización, el fin de la incitación y el terrorismo y el desarme de Hamas.

“Una solución realista dará a los palestinos todo el poder para gobernarse a sí mismos pero sin que sean capaces de amenazar a Israel”, dice el plan, explicando que esto significa que Israel mantendrá la responsabilidad de seguridad y el control del espacio aéreo al oeste del río Jordán. En otras palabras, el Estado palestino no tendría control de sus fronteras hacia afuera.

Aproximadamente el 97% de los palestinos aproximadamente se hallarían  dentro del territorio del estado palestino. Los habitantes de aquellos puntos de población palestina que quedan como enclaves dentro del territorio israelí, pueden elegir permanecer donde están o pasarse donde está el grueso de la población palestina. Lo mismo del lado israelí. Quedarían 15 puntos, asentamientos diversos, ubicados de hecho dentro del territorio palestino, como enclaves,  y podrían optar por mudarse.

3)    Jerusalem

La ciudad se mantendría unificada como capital de Israel pero solamente hasta la actual barrera de seguridad ya existente. O sea, aunque se recalca que no se la vuelve a dividir, de hecho sí habría cierta división, pero no de una zona complicada para Israel como sería el casco antiguo,  o sea la Ciudad Vieja. Lo que quedaría fuera de la Jerusalem israelí serían tres barrios árabes que también hoy están de hecho más allá de la barrera de seguridad: Kafer Aqeb,  la parte oriental de Shoefat y Abu Dis.

Años atrás,  a raíz de la multiplicación de los atentados terroristas suicidas, Israel erigió un obstáculo separatorio. En la parte noreste de jerusalem, es un muro de cemento de gran altura y o una cerca alambrada, ya que se trata de una zona habitada. Los tres barrios árabes mencionados, que son formalmente parte del territorio municipal de Jerusalem, de hecho están del otro lado de la barrera de seguridad. Pues el plan de Trump señala que esas zonas quedarían del lado palestino y que en una de ellas se instalaría la capital palestina, que podrían llamar Al Quds o como lo desearan.

El plan señala que todos los árabes residentes en la Jerusalem del lado israelí de la barrera, tendrán la opción de ser ciudadanos israelíes, de pasarse al otro lado y ser ciudadanos palestinos o de seguir como ahora, que la mayoría son residentes permanentes de Israel, un estatuto que les da todos los derechos menos la posibilidad de votar en las elecciones nacionales.

4)    Reacciones

Los palestinos ya han dicho que no hace tiempo, antes de ver el plan. Y en los últimos días, desde que quedó claro que era inminente su presentación, intensificaron sus quejas, que este martes por la noche ya se había tornado violenta en distintos puntos de Cisjordania, donde buscaron roces con soldados israelíes.

Es interesante que los  embajadores de tres países árabes, Oman, Bahrein y los Emiratos Árabes unidos, hayan estado presentes en la Casa B  lanca cuando se presentó el plan. Evidentemente, el apoyo de algunos países árabes, facilitaría las cosas a los paelstinos, aunque por ahora todo indica que se mantendrán en su rotundo “no”. Arabia Saudita dio en principio el visto bueno y exhortó a Israel y los palestinos a negociar en forma directa.

 

Es cierto que el plan, a primera vista, parece algo que resulta imposible que los pelstinos acepten, acusando a Trump de adoptar todas las posturas de Israel. Pero la realidad es mucho más compleja que eso. Es imperioso recordar de todos modos que los palestinos rechazaron a lo largo de los años, planes muchísimo más favorables a ellos como el de Bill Clinton y Ehud Olmert. La gran pregunta es si esta vez, que según Trump es la  “última oportunidad”,  cambiarán de rumbo o seguirán diciendo no.

De todos modos, también Netanyahu tendrá problema con los que lidiar.  El Consejo Yesha que representa a la población judía de los asentamientos, ya anunció que prefiere renunciar a la soberanía si esta va de la mano de un estado palestino que consideran peligroso para Israel.

Si Netanyahu realmente va ya estos días por la anexión unilateral, podría estar complicando a Israel con un paso que ningún Primer Ministro dio desde 1967, y no porque se haya olvidado, sino porque consideró que las derivaciones serían negativas. En la situación actual, eso no haría menos que agravar las cosas con el Tribunal Penal Internacional.

En otro orden de cosas, sobre el mismo tema, cabe preguntar si realmente hay que ver como “pro israelí” la luz verde a la imposición de la soberanía israelí en Judea y Samaria, sin que haya una contraparte por un Estado palestino. Eso seguro es favorable a la posición del gobierno actual, pero no necesariamente a la de todo Israel. No son pocos quienes consideran que esa opción es peligros para Israel, porque altera el equilibro entre el carácter judío y democrático de Israel.

Y el jefe de Kajol Lavan Beni Gantz, que apoya en principio el plan, ya aclaró que no es aplicable en la práctica antes de las elecciones del 2 de marzo. El tiempo dirá si será él o el actual Primer Ministro, quien trate de implementar el plan de paz de Trump.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(28 de Enero de 2020)

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