Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Cuatro años sin David Fremd, de bendita memoria


Recuerdo el estremecimiento. La incredulidad. El horror. ¿Cómo? ¿Asesinato antisemita en Paysandú? No, debe haber algún error. No puede ser. ¿Un uruguayo sanducero, querido por todos, asesinado a puñaladas por ser judío, por otro uruguayo convertido al Islam? Increíble…también ahora lo parece, cuatro años después.

Ocurrió el 8 de marzo del 2016. David Fremd (z”l) fue atacado súbitamente por Carlos Peralta, quien tras convertirse al Islam se hizo llamar Abdullah Omar, que lo acuchilló repetidamente, hiriendo también a Gabriel, uno de los tres hijos de David, que trató de salvar a su padre.

Al confirmarse la identidad de la víctima, la colectividad judía uruguaya y la sociedad sanducera en general, se sumieron en el espanto. ¿David Fremd? ¿Cómo puede alguien concebir matar a una persona como él, generoso, siempre amable con la gente, dedicado a su familia, a la comunidad y al mismo tiempo parte integral de la sociedad sanducera en general en la que creció y siempre vivió?

No podemos buscar respuestas lógicas cuando lidiamos con terroristas, cualesquiera sean sus motivaciones. Pero sí debemos entender que al mal se lo combate y no se lo debe tomar nunca como una excepción extraña que no se volverá a repetir.

Nos parece oportuno, a raíz de este pensamiento, reproducir aquí  la columna que Guille Fremd, uno de los hijos de David y su esposa Susy, publicó en su momento en “El País”.

"Todavía estoy procesando el asesinato de Papá, sin poder aún terminar de hacerme la idea de cómo será nuestro futuro sin su amor incondicional, sus bromas de niño y sus abrazos apretados; siento que necesito escribir algunas líneas.

Estoy convencido que para entender cómo fue posible que en nuestro siempre tan manso Paysandú un maestro de escuela desarrollara un antisemitismo tan salvaje al punto de salir a acuchillar a Papá por el simple hecho de ser judío, es imprescindible un análisis que considere diversos factores. Un problema tan serio difícilmente pueda ser entendido y mucho menos resuelto en 140 caracteres, y aun si resulta más aburrido que una canción de paz o un mensaje esperanzador, es necesario detenernos por unos minutos a pensar qué mató a Papá y qué podemos hacer para evitar que otras familias sufran tragedias similares inspiradas por el mismo odio.

A Papá no lo mató un loco suelto. El radicalismo islámico (que lejos está de representar a la totalidad de los musulmanes) es un fenómeno creciente en todo el mundo, y el asesino de Papá es un caso típico de radicalización. Es imprescindible comprender que, lejos de ser un caso aislado, este suceso se enmarca en un fenómeno global que gracias (o por culpa) de la globalización, hemos sentido demasiado cerca. Es necesario decirlo con claridad: Internet está repleto de organizaciones que con gran profesionalismo y meticulosidad buscan captar individuos que por su perfil social y psicológico son plausibles de ser convertidos al Islam y radicalizados. Peralta, el asesino de Papá, fue el primero que conocemos en Uruguay, pero nada indica que será el último”.

Este domingo 8 de marzo, a las 10 de la mañana, muchos sanduceros que recuerdan a David se reúnen junto al monumento recordatorio. “Llevaremos una piedra pequeña para dejarla en la plaza ubicada en Avenida España y Guayabos, y compartir un momento de reflexión y esperanza”, dice el mensaje difundido por las redes, iniciativa de la sociedad civil, compartiendo así una costumbre recordatoria en la tradición judía.

Y este jueves 12 de marzo a las 19.30 horas, se llevará a cabo en la NCI el acto “Por la convivencia”, en memoria de David Fremd (z”l), en el que el orador central será Washington Abdala. El importante título de su conferencia será “¿Los crímenes de odio son imposibles de detener?”.

Creemos que para poder detenerlos, es necesaria una firme combinación entre autoridades conscientes de la importancia de estar atentos y de tomar medidas drásticas cuando es necesario, y de una sociedad civil que entienda el peligro. Quizás si quienes veían a Carlos Peralta en las salas de videojuegos proclamando que juega a matar judíos hubieran pensado que más vale reportarlo-suponiendo por cierto que alguien hubiera recibido la denuncia y entendido que hay que hacer algo al respecto- David estaría hoy con vida.

Pero no es tarde para evitar otro asesinato.

Claro, suena a locura concebir siquiera que eso pueda repetirse en nuestro Uruguay. Pero no hay que engañarse. Basta con un extremista para una tragedia irreversible. Esperamos que el odio antisemita que escupen muchos en las redes, esté siendo monitoreado por alguien. Que las autoridades tengan la forma de detectar a potenciales asesinos aún detrás de perfiles con nombres y fotos no identificables.

 

Estruja el corazón pensar que para David, ya sería demasiado tarde, y que ya no se puede dar marcha atrás.

A su familia, vaya desde aquí públicamente, lo que les decimos también por privado, a nivel personal: que logren vivir la vida con felicidad a pesar del dolor que nunca desaparece, que sigan adelante a la luz de la bendita memoria de David, al que nunca olvidarán, y que nunca terminará realmente de morir, porque todos lo siguen recordando.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(8 de Marzo de 2020)

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