Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

La lamentable línea de Netanyahu sobre su juicio


Este domingo 24 de mayo comenzó el juicio al Primer Ministro Biniamin Netanyahu por sospechas de corrupción. También él tiene es presuntamente inocente hasta que una sentencia demuestre lo contrario, si es que los jueces deciden en base a las evidencias que cometió alguno de los crímenes de corrupción de los que lo acusan . De más está decir que el resultado puede ser otro: absolución y declaración de Netanyahu como inocente. 

La única lectura optimista que puede hacerse de un día tan complejo-la primera vez en la historia de Israel que un Primer Ministro en funciones llega al banquillo de los acusados- es que en Israel se respeta el principio de la igualdad ante la ley. 

Pero hay un punto en el que debería esperarse algo distinto del Primer Ministro: más responsabilidad que la de cualquier ciudadano que va a juicio. 

En los últimos años, al ir avanzando su investigación, Netanyahu adoptó una línea de guerra frontal contra las instancias responsables del cumplimiento de la ley y el Estado de Derecho, atacando primero al Inspector General de la Policía, luego al asesor jurídico del gobierno que en su autoridad como Fiscal del Estado era quien debía decidir si imputarlo o no y por supuesto a los medios de comunicación . Siguiendo su línea  y el tono determinado por él, varios de sus ministros y diputados de la coalición de gobierno, muy especialmente de su partido Likud, formularon un sinfín de declaraciones sobre la “persecución” a Netanyahu, sobre acusaciones inventadas y falsas, sobre expedientes fabricados para quitarlo del poder a través de los tribunales, buscando según ellos vías alternativas a las urnas, mediante las cuales no se lo logró sacar.

Y lamentablemente, siguió con esa táctica este mismo domingo, minutos antes de iniciarse la primera sesión del juicio, al dirigirse ante las cámaras, rodeado de varios ministros del Likud que fueron a apoyarlo, y lanzar nuevamente un furibundo ataque al sistema judicial, los medios de comunicación y “la izquierda”. Es duro leer sus palabras y entender que fue el Primer Ministro quien las pronunció.

Es largo de compartir. En resumen, volvió a acusar al sistema judicial de inventarle expedientes carentes de todo fundamento, y dijo categóricamente que la Policía y el Fiscal del Estado se unieron con los periódicos de izquierda para intentar derribarlo a él y con él a toda la derecha. 

Grave es poco decir.

El Primer Ministro, como todos los ciudadanos, tiene todo el derecho del mundo a considerar que se lo envió injustamente a juicio y a luchar para demostrar su inocencia. Pero más allá de los derechos que tienen todos los ciudadanos, él, precisamente por ser el Primer Ministro, tiene también una gran responsabilidad. Que del propio Primer Ministro emane un mensaje que pinta al sistema judicial como capaz de actuar por consideraciones políticas, inventando casos para quitar a una figura del poder, que lo presenta como algo tan distinto de lo que debe existir en un Estado de Derecho como Israel, es un serio problema. Una gran irresponsabilidad. 

El Estado de Israel vivirá también después del juicio a Netanyahu, independientemente de su resultado, y mancharlo tal cual ha hecho todo el entorno del Primer Ministro, inspirado en su propio mensaje, es escupir al agua de la que todos  tomamos.

Quienes están seguros que Netanyahu es inocente, tienen todo el derecho a manifestar y decir por qué lo defienden. Entre eso y las nuevas declaraciones del flamante Presidente de la Kneset Yariv Levin  diciendo que “el día del comienzo del juicio a Netanyahu será recordado como uno de los puntos más bajos del sistema judicial israelí”, hay años luz. “El Estado de Israel necesita un sistema de imposición de la ley que sea justo, igualitario y no electivo”, agregó Levin. “El juicio que comienza hoy no es sólo a Netanyahu sino al futuro de la democracia israelí”. 

No soy jurista. Pero estas declaraciones me parecen absolutamente escandalosas. Ingenuamente quizás, yo pensaba que  las figuras más destacadas del sistema político israelí tendrían que destacar otra cosa : el principio de igualdad ante la ley que queda en claro se respeta a carta cabal, al llegar Netanyahu a juicio.

Nadie puede descartar hoy que Netanyahu sea declarado inocente cuando llegue el momento de la sentencia. Ojalá que así sea. Claro que puede pasar que los jueces decidan que las evidencias en base a las cuales se decidió imputar a Netanyahu, no son desde un punto de vista legal suficientes como para declararlo culpable. Que el tema es meramente ético, no legal. Claro que puede suceder.

Pero Netanyahu no va a juicio porque conspiraron contra él todas las instancias del sistema judicial y policial-nombradas además, dicho sea de paso, por él mismo- para quitarlo del poder. Va a juicio porque en la Procuraduría central se llegó a la conclusión que eso es lo que hay que hacer en base al material de investigación.

Netanyahu, que conoce bien el país  que dirige, precisamente si está convencido de su inocencia, debería ser el primero en decir “yo voy a demostrar que no soy culpable, y sé que los Jueces juzgarán de acuerdo a la verdad”. Optó por otro camino, lamentable, que mancha al país todo a través del intento de quitar legitimidad a las decisiones de su sistema judicial. Claro está que también socava la credibilidad general del sistema judicial y por ende la confianza de la ciudadanía en el mismo.

 Lamentable. Realmente lamentable.Absoluta falta de responsabilidad.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(24 de Mayo de 2020)

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