Ana Jerozolimski / Directora Semanario Hebreo JAI

Editorial

Netanyahu: ¿El Estado soy yo?


El Primer Ministro de Israel Biniamin Netanyahu es indudablemente uno de los líderes más inteligentes, hábiles y capaces que ha tenido el país. Su conocimiento a fondo de tantos temas, su enorme cintura política, su desempeño en el ámbito internacional, son admirables.

Las noticias de la semana que está terminando, lo volvieron a confirmar, cuando se filtró a la prensa-todos tienen claro que él fue quien lo hizo- que había viajado en secreto a Arabia Saudita a reunirse con el Príncipe Heredero Muhamad Bin Salman. De fondo, como es sabido, hay ya años de acercamiento fuera de cámaras, intereses compartidos en diversas áreas, más que nada una percepción común por parte de Israel y Arabia Saudita de la República Islámica de Irán como una amenaza estratégica, un peligro para la estabilidad regional.

Hace ya mucho que se habla de la esperada normalización de relaciones entre ambos países. Si bien parecería ahora que llevará más tiempo del pensando tras la casi euforia al saberse del viaje secreto-porque el Rey de Arabia Saudita no está dispuesto a concretarlo aún, a pesar de la preferencia de su hijo- es cuestión de tiempos.

Tratamos de imaginarnos a Netanyahu en la ciudad saudita de Neom a la que fue a reunirse con el MBS-considerada la ciudad “del futuro”-, con el avión esperando en tierra unas tres horas y media, y no tenemos duda alguna que él habrá sabido manejar esa situación singular sin problema ninguno. Su retórica es excelente, su experiencia vasta, su habilidad muy clara.

Las luces de Netanyahu son muy conocidas y nadie se las puede quitar.

Lo que me preocupa son las sombras. Y ni entro en el tema de los juicios por sospecha de corrupción, ya que serán los jueces quienes determine si es o no culpable.

Me refiero al manejo de varios asuntos de Estado que no corresponden con las normas ordenadas que deben regir temas oficiales.

Netanyahu se comporta a menudo como si no debiera rendir cuentas a nadie, como quien puede decidir solo como mejor le parece, a veces entrando por ello en situaciones totalmente inaceptables. No es ya cuestión de estilo. Es un tema de fondo. Es producto del largo tiempo que está en el poder, convencido al parecer que sin él, Israel está perdido. O que tiene derecho a decidir solo también en temas muy delicados. Es una convicción peligrosa.

No abrimos el análisis a muchos temas que lo requerirían. Nos limitamos esta vez al mencionado viaje a Arabia Saudita. Netanyahu voló a un país que formalmente es aún enemigo de Israel, acompañado por el jefe del Mosad y por su edecán militar. Impuso total reserva, por lo cual su edecán, o secretario militar, no podía reportar sobre el viaje ni al Comandante en Jefe de Tzahal. Es cierto que mientras está en el cargo mencionado en la oficina del Primer Ministro, su jefe es Netanyahu, no el Teniente General Aviv Kohavi. Pero Netanyahu podría haber evitado colocarlo en una situación así.

Pero el tema no es solamente que el edecán no pudo reportar al Comandante en Jefe de Tzahal, sino que el propio Netanyahu no le avisó al jefe de Tzahal que estaba volando a Arabia Saudita. No le avisó al ejército que vuela a un país enemigo. No nombró a nadie en su lugar. No le dijo al Primer Ministro alternativo, que es el Ministro de Defensa Beni Gantz. Ni que hablar que no le dijo al Canciller Gabi Ashkenazi. Pero dejemos de lado la ofensa a sus socios de gobierno, de Kajol Lavan. El tema es que nadie en Israel sabía dónde estaba el Primer Ministro.

¿Y si caía el avión? ¿Y si un misil iraní lo derribaba en camino a un ataque a Arabia Saudita , como otros que ha habido? ¿Y si….y si…y si?

Planteamos el tema al Brigadier General Asaf Orion, hoy investigador en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional INSS, quien estuvo 32 años en las Fuerzas de Defensa de Israel. Le pedimos su opinión al respecto y preguntamos si considera que estamos equivocados nosotros al pensar que el comportamiento de Netanyahu no es el debido en este punto, empezando por las órdenes a su edecán militar.

Y así nos respondió: “Yo creo que las normas de comando son importantes. No hay ninguna duda que las Fuerzas de Defensa de Israel están totalmente subordinadas al rango político. Pero por ley, Tzahal está subordinado al gobierno de Israel, no al Primer Ministro. El Primer Ministro es primero entre iguales. No puede ejecutar solo la política”.

Y agregó: “Aquí hay un modelo recurrente en el que se toma decisiones sin un equipo, evitando a los que tienen la responsabilidad de saber. Lo vimos en el tema de los submarinos adquiridos (A.J : un tema que ahora está en investigación), en el tema de los planes de anexión, de los mapas de anexión, de los Acuerdos de Abraham, de la visita a Arabia Saudita. Esto viene de un estilo diferente de tomar decisiones, que se basa en un pequeño círculo de gente leal. Es un proceso problemático. Lo que ocurrió no está bien.Creo firmemente que esto socava la seguridad de Israel”.

La gran capacidad de Netanyahu no puede sustituir el manejo ordenado de Israel.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(27 de Noviembre de 2020)

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