El día en que se reanuda el juicio al Primer Ministro de Israel Biniamin Netanyahu por sospecha de soborno, fraude y abuso de confianza, es un día triste en la historia de Israel. Es la primera vez que un jefe de gobierno en funciones va a juicio. Pero también vemos la otra cara de la moneda: es motivo de orgullo, porque confirma la igualdad ante la ley. Claro que eso no debe ni sorprender cuando se vive en democracia. Así debe ser.
Netanyahu es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Las sospechas son serias, pero quienes ya determinan que es corrupto y que cometió los crímenes por los que se le acusa, se están apresurando. Serán los jueces de Israel quienes lo determinen o lleguen a la conclusión contraria.
Claro está que una de las opciones es que la razón acompañe al Primer Ministro y que quede demostrado que las acusaciones en su contra carecen de fundamento.
Pero hay algo que se puede determinar ya ahora, sin esperar al juicio: contrariamente a lo que Netanyahu alega desde hace tiempo, el juicio no es un intento de llevar a cabo “un golpe de Estado jurídico para lograr lo que la izquierda no logra en las urnas”.
Uno de los más serios problemas que acompañaron todo el proceso conducente al juicio, fue que a los ataques de Netanyahu a “la izquierda”, agregaron una dura ofensiva a las distintas instituciones del Estado encargadas de garantizar el gobierno de Derecho. Condenó al asesor legal del gobierno que hace las veces de Fiscal, Avihai Mandelblit, que decidió inculparlo, a la Policía, a la Procuraduría General…a todo aquel que tuvo algo que ver con su investigación .
Netanyahu tiene todo el derecho del mundo a defenderse y repeler las acusaciones en su contra. También a sostener que todo carece de fundamento. Consideramos que al ostentar la responsabilidad de jefe del Ejecutivo, no tiene derecho a ensuciar la legitimidad de las instancias jurídicas del Estado. Con ello-es nuestra opinión- daña seriamente al país.
Una prueba concreta de la importancia de preservar el prestigio y la reputación del sistema jurídico israelí, llegó este fin de semana, al decidir el Tribunal Penal Internacional que dicha instancia tiene autoridad para abrir una investigación criminal en Cisjordania, Gaza y Jerusalem Este. Son varios los puntos para criticar al respecto al mencionado tribunal , pero aquí mencionaremos lo relevante a esta nota sobre el juicio de Netanyahu: lo que se acostumbra en el Derecho internacional es que donde hay un mecanismo ordenado de investigaciones y procesamiento de sospechosos de haber cometido crímenes, no debe haber intervención extranjera. En Israel siempre lo hubo y en el exterior lo saben. Atribuir a los jueces, a la Fiscalía, a los encargados de hacer cumplir la ley, motivaciones indebidas , no aporta , por decirlo delicadamente.
Netanyahu no tenía obligación legal de dimitir por haber sido acusado ante tribunales. Por ley, debe hacerlo sólo si es declarado culpable por una instancia ante la que ya no hay apelación. Pero a nuestro criterio, tenía la obligación moral de renunciar. No porque sea culpable, ya que aún no sabemos si lo es. No es moral que un Primer Ministro en juicio se mantenga en su puesto . Tenía razón el propio Netanyahu cuando años atrás, como jefe de la oposición, declaró que el entonces Primer Ministro Ehud Olmert no debía permanecer en su cargo si estaba en medio de una investigación policial, explicando que en un país como Israel, con tantos desafíos con los que lidiar, eso no debía ocurrir.
Esperamos que a diferencia de lo que hizo Netanyahu en su primera aparición preliminar en el juzgado, no aproveche el momento para lanzar un nuevo ataque contra el sistema jurídico de Israel. Al sistema jurídico le deseamos que haga un trabajo serio, que ni beneficie ni discrimine a Netanyahu por ser el Primer Ministro. Que haga justicia. Eso es lo único que debe buscar.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(7 de Febrero de 2021)
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